Nunca pensé que conocería a alguien como
tú, fue un día fantástico, de esos que no se olvidan. Ya nos había presentado una amiga común
unos días antes, pero de inmediato intercambiamos teléfonos y comenzamos una
relación a base de mensajes, fotos y mucho cachondeo telefónico, lo cual a los
dos nos satisfacía. Creo que jamás había tenido tanto sexo por el móvil y no
pensaba que mi imaginación diera para tanto.
No
tardamos mucho en decidirnos y eso que nuestra amiga común, María, no estaba muy de
acuerdo en que quedáramos juntos y mucho menos solos, aun no sé qué pretendía al
presentar a dos personas tan afines. Cuando dijo tu nombre, Carla, y el mío,
José y nos dimos dos besos ya hacia un rato que solo con
mirarnos la chispa había empezado a saltar.
Por fin
el día de nuestra primera cita había llegado. Yo llevaba todo el día muy
nervioso y por lo que me decías también lo
estabas, tampoco era para tanto, un café y una charla pero estábamos muy tontos
y no lo queríamos
reconocer. A punto
estuvo de estropearse todo ya que en una conversación de lo más inocente yo le
había dicho a nuestra amiga que íbamos a quedar los dos, ella a mí no me dijo
nada pero automáticamente te llamo y me puso a parir, lo cual te altero e intentaste cancelar nuestro encuentro,
pero no me costó mucho convencerte ya que ambos teníamos muchas ganas y
curiosidad de ver qué pasaba cuando por fin estuviéramos cara a cara.
Salías a
las cinco de la tarde de trabajar y yo estaba en casa desde hacía unas horas,
me prepare si saber muy bien que ponerme y fui
con el coche hacia tu empresa. Como siempre soy muy puntual y era la primera
vez que iba a buscarte, por no querer llegar tarde estuve treinta minutos
esperando en la puerta sin bajar del coche y con un calor horrible así que empecé a sudar y eso me puso aún más
nervioso.
Por fin llego la hora, no podía quitar la mirada de la puerta y
cuando saliste me quede boquiabierto, estabas impresionante con
un vestido negro muy escotado y ceñido a la cintura que llegaba justo por
encima de las rodillas, ligeramente maquillada, con unos zapatos negros de
tacón sin ser muy exagerados, que te hacían unas piernas preciosas.
Ya estabas en el
aparcamiento, nunca habías visto mi coche solo sabias que era negro, por culpa de los nervios te montas
en el que hay justo delante del mío, el chico que estaba dentro te dice algo y
yo toco el claxon, me muero de la risa y me intento controlar pero no puedo, te
bajas del coche equivocado con un toque sonrosado en las mejillas y con la
cabeza agachada vienes, esta vez sí, hacia el mío, dejas la bolsa del trabajo
en el asiento trasero y te colocas a mi lado, me das las buenas tardes y dos
besos y me dices –estas castigado- yo me quedo sorprendido y pregunto ¿porque? –te has
reído de mí y encima me ha caído un chorreo tremendo por teléfono por haberle
contado a María que habíamos quedado-.
Me disculpo
pero niegas con la cabeza y repites – estas castigado, así que tira -. Arranco
y nos vamos hacia una terraza preciosa que está cerca de tu trabajo. Una vez
sentados, servidos y tras escuchar de nuevo mis disculpas, te ríes y comenzamos
a charlar. Tenemos muchísimo de que hablar ya que no nos conocíamos de nada, por el móvil ha sido todo cachondeo, así que
pasamos un rato muy largo y entretenido riéndonos y conociéndonos. Cada minuto
que pasa me gustas más, no solo es el físico, que me encanta, si no tu forma de
hablar y de ser. Eres una mujer separada al igual que yo, tienes una niña de
ocho años y yo uno de seis y al parecer los dos son igual de trastos, nos reímos mucho contándonos sus aventuras.
Decidimos
cambiar de sitio y cuando montamos en el coche me preguntas -¿Qué te ha parecido por el momento nuestra
cita?- , a lo que respondo –es todo perfecto pero me falta besarte- sonríes me
das la mano y dices – en eso te voy a levantar de momento el castigo, te estas
portando muy bien-, me acerco a tu boca, acaricio tus labios con los míos, muy
despacio mirándote a los ojos, abres ligeramente la boca y yo te correspondo,
nos fundimos en un largo e intenso abrazo y nuestro primer beso es increíble.
Me apartas un poco y me dices que sigo castigado, nos reímos, arranco el coche
y nos vamos hacia la zona de la ciudad dónde vives.
Me pides
que pare cerca de otra terraza, a la que tu sueles ir, te hago caso y aparco, nos bajamos del coche
y vamos andando hacia el bar, te doy la mano y tú la agarras con fuerza, sé que
somos muy parecidos así que sabía que te gustaría ir así de juntos.
Ya en la
terraza pedimos algo de picar, con los nervios
apenas hemos comido y se acerca la hora de la cena, así que retomamos la
conversación y nos ponemos al día de todo, hablamos
mucho de nuestra amiga María, de la cual acabamos riéndonos por sus
extraños celos, cuando se mete el sol empieza a refrescar y entramos para
terminarnos las copas, no hay casi nadie y nos sentamos en un rincón muy
íntimo, seguimos jugando con nuestras manos y comenzamos a besarnos de manera
cada vez más apasionada y salvaje.
Se hace
tarde y te acompaño hasta la puerta de tu casa entramos en el portal y nos
despedimos con un beso largo y húmedo y con la promesa de repetirlo muy pronto.
Me voy a
casa con un calentón tremendo, hacía tiempo que alguien no me gustaba
tanto, no dejo de pensar en ti y en lo
bien que lo habríamos pasado si no me hubieras castigado, pero al no haber
habido sexo ha sido genial, tengo la sensación de que te conozco hace años y me
he divertido mucho.
Cuando
llego a casa me meto en la cama y enseguida llega tu primer mensaje, también lo
has pasado bien y se nos hacen las tantas chateando, mañana no sé cómo voy a
poder trabajar, cuando nos despedimos está amaneciendo, solo me quedan dos
horas para dormir, pero soy muy feliz y sé que en pocos días nos vamos a volver
a ver.
Seguimos
igual casi durante una semana, me siento como un quinceañero
con su primer amor, cuadramos agendas y
quedamos para el martes siguiente.
La semana
es una pesadilla para mí, hemos chateado a diario y hablado por el móvil varias
veces al día pero quiero verte, besarte,
acariciarte y necesito tener sexo contigo, sería la gota que colmara el vaso, intenso, apasionado y divertido, por lo que hemos chateado creo
que lo será a los dos nos gusta jugar en la cama y eso me tiene loco, es muy
difícil encontrar a una mujer que se suelte por completo durante el sexo y creo
que tú lo serás.
Por fin
es martes y se acerca la hora de verte, me preparo como nunca, con horas de
antelación, no sé qué hacer para que pase el tiempo, pero al fin llega la hora. Esta
vez no voy a tu trabajo, ya estás en casa así
que llamo al timbre, tardas en contestar y me pides diez minutos más. Me fumo,
mejor dicho me como, dos cigarros y aun no bajas, me sudan las manos, estoy muy
nervioso. Cuando voy a llamar de nuevo te veo atreves del cristal de tu portal,
estas fantástica, tu escote ha crecido desde la última vez al igual que el
tamaño de tus tacones, has moldeado tu pelo y tus labios rojos me sonríen sin
parar dejando ver unos blanquísimos dientes,
nos damos un besito de bienvenida
y salimos a cenar.
Hay un
par de restaurantes muy cerca así que vamos hacia donde tú dices, pero primero
quieres tomar un vino así que entramos en un bar de esos que se llevan tanto
ahora, todo de madera y decorado muy a la irlandesa.
Pedimos dos vinos blancos y nos sentamos en una mesa apartada, me coges por el
cuello y me besas apasionadamente - que ganas tenia de hacer esto- me dices y
contesto que desde el otro día no puedo pensar en otra cosa, durante un buen
rato seguimos besándonos, todo tu carmín ha desapareció y te vas al baño a
retocarlo antes de ir a cenar.
Cuando
sales me miras de arriba abajo y me dices –en vez de cenar por ahí, porque no
pedimos algo y cenamos en mi casa, tengo un vino fantástico- yo asiento, pago
la cuenta y salimos disparados hacia tu casa. No hay portal que se nos resista
paramos en todos y nos besamos acaloradamente. Al llegar a tu casa me sueltas
–hoy no estas castigado pero tenemos que cenar algo antes o no me vas a
rendir-, te echas a reír a carcajadas y yo hago lo mismo. Mientras esperamos a
la cena, que nos traen de un italiano muy cerca de allí, te cambias de ropa y
yo preparo dos copas de vino. Te has puesto solo una camiseta que te llega lo gusto para tapar tu precioso trasero, te ríes al ver
mi cara de tonto y me dices que a ti en tu casa te gusta ir cómoda y que porque
estoy yo, que si no llevarías una tanga y punto. Me río
y te digo que por mí no lo hagas, que si quieres ir desnuda adelante a mí no me
importa. Brindamos por que tengamos una gran noche cuando llaman al timbre.
La cena
esta deliciosa y el juego de miradas, caricias y besos hacen que todo sepa aún
mejor, entre bocado y bocado nos besamos sin parar, acaricio con mucha suavidad
tus piernas desnudas y tú tiemblas por los escalofríos que recorren tu piel. Mi
cuerpo también reacciona y cuanto más te beso más acelerado esta mi corazón y
mi respiración.
Terminamos
de cenar, recojo los platos mientras me miras desde el sofá sorprendida, - es
la primera vez que un hombre recoge la mesa en esta casa- me dices, yo te
contesto –lo haría siempre si tú quisieras-, me siento a tu lado y sirvo otras
dos copas de vino. Estamos muy juntos y hablamos sin parar, los dos queremos lo
mismo pero no tenemos prisa, además está claro que hoy va a pasar, el brillo en
tus ojos te delata y mi cuerpo lo necesita.
Cuando
terminamos el vino vas a por otra botella
a la cocina y yo aprovecho para descalzarme y ponerme cómodo en el sofá,
vuelves de la cocina pones más vino en las copas y me abrazas mientras me besas
acariciado mi piel. Yo no puedo más, meto mis
manos por debajo de tu camiseta y acaricio tu espalda,
pronto paso a tus pecho, suaves y muy duros al igual que los pezones, tú
me comienzas a desabrochar la camisa mientras besas mi cuello y mordisqueas mi
pecho, los besos son cada vez más ardientes.
Saco la
camiseta por tu cabeza y por fin las contemplo, son perfectas grandes duras y
en su sitio los pezones me miran directos a los ojos diciéndome cómeme, para
que hacérselo desear, pego un lametazo al derecho que se endurece con el roce
de mi lengua aún más si cabe, mientras pellizco el izquierdo que reacciona de la
misma manera, me les meto en la boca y
les doy pequeños mordiscos lo que te hace empezar a jadear.
Continuo
bajando y con los dientes aparto el tanga de encaje que llevas puesto, acaricio
tu clítoris con el dedo y descubro que ya estas empapada, tu cuerpo se arquea
para que me sea más fácil acariciarte, me acerco y comienzo a comértelo todo,
tus jadeos se transforman en gemidos, me agarras por la cabeza y aprietas tus
caderas contra ella, así mi lengua profundiza aún más. De repente no puedo
respirar, me sujetas con tanta fuerza
que lo único que puedo mover es la punta
de la lengua al ritmo que marcan tus caderas, comienzas un grito apagado en
silencio, seguido de un estallido total de todo tu cuerpo que se convulsiona en
espasmos involuntarios.
Me apartas
de ti y me dices –gracias, jamás me lo habían hecho así- solo puedo sonreír y
continuar besándote.
-Ahora
te toca a ti- y lo dejas muy claro sacando un pañuelo de seda y me atas las manos, me quitas los pantalones y te vas
a la habitación, en pocos segundo vienes a por mí, me coges de las ligaduras y
tiras de ellas para que te siga. Has encendido una vela en el cuarto y sobre la
cama has colocado otro pañuelo de seda. Me tumbas y me pides que cierre los
ojos, me pones el pañuelo a modo de antifaz y me preguntas – ¿ves algo?- yo
contesto que no, te montas sobre mí y comienzas a rozar tu coño contra mi polla
aun con los bóxer puestos, cada vez la tengo más dura y la sensación de no
verte ni tocarte es espectacular. Acaricias mi pecho y vuelves a morder mis
pezones pero ahora con más fuerza que antes, !dios
que sensación¡, vas bajando y noto como
me la besas, - quítamelos ya- te oigo
reírte y me dices –te lo voy hacer desear-, yo suplico que no y levanto mis
caderas para acercártela más a la boca pero te apartas y te ríes aún más alto.
Noto
como metes los dedos un poco bajo la goma del bóxer y como me acacias, estoy
que reviento, la agarras con fuerza y la aprietas con toda la mano, siento como se agolpa la sangre y cada pulsación de mi
corazón a través de la polla. Ahora se acerca tu lengua, su calor húmedo
despierta mis sentidos aún más y comienzo de nuevo a mover inquieto la cadera
hacia tu cara, me dices –o te estas quieto o no sigo y te castigo otra vez-, me
paro en seco, no quiero más castigos, demasiado es tenerte aquí y no poder
verte ni tocarte, pero me gusta mucho y quiero que sigas.
Muy
despacio entro en tu boca, me haces cosquillas con la punta de la lengua, es
muy placentero, la aprietas con los labios y comienzas a meterla y sacarla con
un ritmo muy lento que aumentas poco a poco, quiero correrme pero me dices – ni
se te ocurra terminar, eso déjalo para luego- aguanto todo lo que mi cuerpo
puede aguantar y sé que ya me has cogido el punto cada vez que estoy en ese punto paras y yo me pongo más y más
cachondo.
Me
quitas la venda de los ojos y durante unos segundos dejas que vea como me la
comes mientras me miras a los ojos, -no te imaginabas que me gustaba tanto
tenerla en la boca- me dices con una sonrisa maliciosa en los labios mientras te colocas sobre mi - pues ya verás cuando haga que te
corras en ella-, y de un solo empujón te la metes entera en el coño. Estas muy mojada y calentísima, te mueves por toda ella
desde la punta hasta el final y de un solo
golpe de caderas la metes hasta el fondo de tu cuerpo.
Poco a
poco aumentas el ritmo y tus gemidos son ya gritos de placer, te corres y
siento un líquido cálido que escurre entre mis piernas, -¡madre mía! – gritas –me
has hecho eyacular por primera vez en mi vida-, no paras ni un segundo para
coger aire y en pocos movimientos te corres de nuevo.
La sacas
de ti y te pones a cuatro patas -folla mí culo por favor- me susurras, aprovecho lo
mojada que estas para lubricarte el nuevo agujero y meto un dedo muy despacio
mojo otro dedo y también va dentro, dudo de si meter un tercero y me lo pides
tú –mete otro vamos-, así que obedezco, saco
los dedos y me coloco en posición, -despacio por favor- me dices, muy despacio,
no quiero hacerte daño, solo darte placer. Poco a poco la voy metiendo entera, no te duele o no te quejas así que sigo despacio,
ya no me queda polla que meter empiezo a empujar tu culo, es redondo y muy prieto, voy muy
despacio pero me pides más y más así que aumento el ritmo, me dices – como se
te ocurra sacarla ya no la metes más- me río y
la saco del todo, sin dejarte mover la meto en tu coño y repito el cambio
varias veces seguidas, -no está mal continua- me dices entre jadeos cuando ya
estas a punto me pides que no la saque de tu culo y te corres de nuevo.
Me
empiezo a reír y tú me miras sin entender nada, me dices -¿de que te ríes si se
puede saber?- yo contesto –no pretenderás ahora que me corra en tu boca, me
agarras de la venda de las muñecas y me llevas al baño enciendes el agua y nos
metemos en la bañera, -¡joder que frio!- te
ríes otra vez me muerdes la oreja y me dices –estas castigado otra vez por
reírte de mí-. Coges el jabón y me la frotas con mucha delicadeza, la dejas
reluciente, con una toalla me secas y la das unos besos en la punta, -¿ahora
crees que te puedes correr en mi boca o no?- me
dices.
Me
llevas de nuevo a la cama, apoyas tu cabeza en
mi vientre y me dices –voy a jugar un rato tu
relájate-, acaricio tu cabello mientras empiezas a hacer tu juego con la lengua
con los labios con toda la boca, jamás nadie se la había comido tan dentro de
la boca, es una sensación fantástica.
Durante
un rato sigues jugando, te pones de pronto sobre mí y vuelves a follarme con el
coño joder como estamos los dos, después de un rato la
sacas y te la llevas otra vez a la boca,
lo repites varias veces, hasta que te corres de nuevo.
-Te toca
a ti cielo- y con esa palabras me haces la mejor mamada que jamás creí que se
pudiera hacer, -me voy a correr- es lo único que puedo decir entre gemidos, -vamos
dámelo todo- dices con la boca llena y por fin estallo, que rico por dios,
-madre mía, que mamada- sin sacarla de la boca la saboreas durante un rato,
mientras su tamaño decrece.
Cuando
terminas te acuestas a mi lado y me besas, apoyas la cabeza en mi pecho sin
decir nada, escuchas como mi corazón va llegando de nuevo a un ritmo normal y
como mi respiración se hace más sosegada.
Al rato
me dices –quédate a dormir amor- y yo contesto -eso
ya lo tenía previsto mi vida- me besas y los
dos vamos al baño a prepararnos para dormir juntos, pasamos la noche abrazados
y a las seis de la mañana suena mi despertador biológico con una tremenda
erección que notas enseguida apretada contra tu culo, pones
una mano hacia atrás y comienzas a
acariciarme, es un polvo demasiado rápido pero tengo que ir a trabajar, me voy a la ducha nada mas terminar y tu apareces
enseguida, te metes conmigo y los dos nos frotamos
el uno al otro en un juego que no quiero que termine nunca.
Mientras
me visto has preparado café, desayunamos juntos y me dispongo a salir, me besas me abrazas y me dices al oído –voy
a ser un rato mala mientras pienso en ti- te sonrió y te digo –deja algo para
luego que vendré a darte las buenas noches- te ríes y me miras mordiente el
labio –aquí te espero- me dices a modo de despedida.
Nos
besamos una última vez y me voy al trabajo, no he dejado de pensar en ti en
toda la mañana, nos ha dado tiempo incluso a chatear un rato, pero ya estoy
deseando que toque la sirena para salir corriendo hacia tu casa y jugar otra
vez los dos como lo hicimos anoche.
J.M.LOPEZ
J.M.LOPEZ
ummmmmmmmmmmmm muy estimulante
ResponderEliminarEso pretendo.
EliminarGracias
Quien tiene una cita ideal en su memoria sabe que, la aqui narrada, se asemeja mucho.
ResponderEliminarEl ansia predomina, es muy real.
intento que todas tengan algo real, gracias
EliminarYo quiero una cita ideal.
ResponderEliminarEnhorabuena!! Muy bueno si señor.
;)
Para que sea ideal, no la planees entera, solo el principio y deja lo demás a la fantasía de ambos.
EliminarAsí es como deben ser las citas... Perfectas.
ResponderEliminarBesos de Pecado. Lo haces muy bien ;-)
PuramenteInfiel.
Eso esperamos todos una cita increíble.
EliminarMuchas gracias Besos