Un año más estamos en fiestas y este quiero que sean
diferentes, en los anteriores me ha tocado siempre trabajar y no he podido
disfrutarlas como se merecen. Esta noche he quedado con unos compañeros del trabajo para
ir a pinchar y tomar una copa en el centro, así que a las ocho empiezo a
prepararme. Toca afeitarse, ducharse y ponerse guapo, tras una hora de
preparativos por fin salgo de casa con unos vaqueros claros y una camiseta
nueva de color rojo intenso, hoy llamo la atención seguro.
Mientras bajo en el ascensor me
veo reflejado en el espejo y me gusta lo que veo, últimamente no salgo casi
nada y me he cansado de estar tirado en sofá con un chándal viejo mientras veo
películas antiguas y bastante malas. Hasta hace unos años salíamos dos o tres
veces por semana pero todos mis amigos fueron encontrado pareja y poco a poco
me quede solo, aunque he tenido alguna relación, nunca quise nada serio y ahora
con 40 años creo que fue un erro, me lo he pasado muy bien en mi vida pero los
días y las noches siempre solo son muy duros y en la vida que siempre soñé nunca lo estaba tanto
como ahora. Seguimos quedando los amigos
de vez en cuando pero ya no es lo mismo, las conversaciones han cambiado mucho,
ya no hablamos de tías, de futbol o de la ultima borrachera, sino que ahora
hablan de sus mujeres, sus proyectos y de los niños y claro en esos temas yo no
puedo entrar mucho.
Cuando llego a la calle, Antonio,
un compañero, ya me está esperando dentro del coche, así que me monto y nos
vamos al centro, por el camino recogemos a Félix y a Carlos que nos están esperando cerca de la fábrica
donde trabajamos ya que viven en ese barrió los dos. Durante el camino hablamos
del trabajo, como no, nunca hemos sido capaces de separar la diversión del
trabajo aunque en el fondo a ninguno nos gusta hablar de ello cuando salimos.
Después de 30 min dando vueltas
al final Antonio decide meter el coche en un parking, siempre termina saliendo más barato que andar dando vueltas
como tontos por el centro que es todo zona azul y nunca hay sitio, ¡joder
parece que todo el mundo ha salido hoy a la calle!, no me extraña ha sido un
día muy caluroso y a estas hora baja un poco la temperatura con lo que se ha
quedado una noche muy agradable.
Cuando llegamos a las primeras
casetas encontramos al resto del grupo que claro con lo que hemos tardado en
aparcar ya hace rato que nos esperan, ponemos un fondo común y decidimos
empezar a cenar y beber por la barra que tenemos más cerca. Durante las fiestas
de mi ciudad se montan en la zona centro y en algunos barrios, casetas de los
restaurantes y bares de la zona donde hay pinchos y bebida a buen precio,
además hoy hemos venido a la plaza de la
universidad que siempre está ambientada por un Dj que nos pone los éxitos del
último verano, el de hoy es un chico joven que micrófono en mano anima a todo
el mundo a bailar mientras nos dirige con sus paso de baile, la verdad es que
lo hace muy bien y mucha gente se anima a seguirle.
Tardan una eternidad en
servirnos, pero en noches como esta no cabe cabrearse, con tanta gente
demasiado hacen los camareros para saber quien ha pedido y que. El primer
pincho es un pimiento relleno de bacalao que esta riquísimo bien regado con la
primera caña fresquita; las conversación también está muy bien ya no se habla
del trabajo sino de las vacaciones que hace 20 días hemos terminado todos, así
que la cosa se anima.
Vamos a otra caseta y pedimos otra ronda, mientras esperamos oigo como
me llaman –José, José- me giro y me encuentro a mi hermano y a su mujer que van
de paseo con mi sobrina, una pequeñaja rubita de un año que hace mis delicias
al cogerla en brazos y ver cómo me sonríe, me dicen que se van ya a casa que la
enana está muy cansada y que hay que acostarla, yo no me lo creo la rubita esta
entera y los que tienen cara de cansados son ellos, pero nos despedimos y
prometemos llamarnos pronto, no soy muy familiar y se me suele olvidar llamar
en los cumpleaños y demás celebraciones, pero no lo hago adrede, yo soy así y
en mi familia me lo perdonan porque ya me conocen muy bien.
Cuando mi hermano se va llega el
pincho y las caña; es en ese momento cuando te veo. Estas a unos diez metros de
mí mirándome a los ojos, yo solo puedo aguantar la mirada unos segundos, creo
que me he quedado con la boca abierta y cara de tonto. Cuando voy a morder mi
pincho aprovecho para volver a mirarte pero ya no estás, como puedo ser tan idiota,
te busco entre la gente pero no hay forma de verte, esto esta llenísimo, cuando
te doy por perdida me giro y me doy de frente con tus ojazos marrones, has
cambiado de sitio y ahora estas a muy poca distancia de mi, sigues mirándome a
los ojos y tengo que apartar de nuevo la mirada, pero no quiero volver a
despistarme y de reojo sigo tus movimientos. Estas con dos amigas que no sé ni cómo
son no puedo dejar de mirarte a ti, habláis y sonríes continuamente y tu no
dejas de lanzarme miraditas.
Respiro hondo y me decido a
observarte mejor sin tanto disimulo, eres preciosa, tienes una larga melena con
mechas rubias, un poco más baja que yo pero los tacones nos igualan, tus
piernas son larguísimas y la minifalda ajustada las hace resaltar, llevas un
blusa banca con los botones de la parte de arriba sueltos y un colgante dorado
sobre el escote que no puedo dejar de mirar, tus pechos son redondos y de un
tamaño perfecto. Cuando te miro de nuevo a los ojos me doy cuenta de que me sigues
mirando y me ruborizo, pienso ¿Cuánto tiempo he parado en tu escote? ¿Te abras
dado cuenta?, no me atrevo a mirarte de nuevo, estoy muy avergonzado y me doy
la vuelta para disimular. Por fin me decido de nuevo y al girar de nuevo hacia
dónde estabas casi me doy de morros contigo que te has acercado sin yo darme
cuenta. Sigues sin quitarme el ojo de encima.
Tomas, uno de mis compañeros, se
ha dado cuenta de la situación y empieza a picarme para que te diga algo, no
puedo, mi timidez me lo impide, de que voy a hablar contigo cuando te conozca,
es el problema que siempre he tenido con las mujeres, cuando no va a pasar nada
no paro de hablar y de encontrar temas de conversación pero como una mujer me
guste lo tengo muy mal.
Me traen el tercer pincho con su
correspondiente caña y una de tus amigas
va hacia la barra a pedir para vosotras, en cuanto lo ve Tomas va directo a por
ella se la presenta y se pone a hablarla, -no seas cabrón no la digas nada de mí-,
es lo único que puedo pensar, pero es tarde tu amiga no deja de mirarme
mientras habla con él y te lanza a ti miraditas y sonrisitas , por el rabillo
del ojo veo que tu también les miras y que estas sonrojándote. Por lo menos no
soy el único pienso, me hace gracia y comienzo a sonreír, te miro tu también sonríes
y me miras, no sé cómo he sacado valor pero doy los dos paso que me faltan para
acercarme y te digo -¿Qué crees que están tramando nuestros amigo?- te echas a
reír a carcajadas y yo te sigo, me contestas –creo que saben que me gustas y
quieren hacer de celestinos- nos reímos mas aun, ahora veo tus dientes, son una
hilera de perlas perfecta y blanca como tu blusa; -¿Que podemos hacer para
estropearles el plan a esos dos?- te pregunto y tu respuesta es la esperaba –conocernos
sin su ayuda-, me miras de nuevo a los ojos y ves en ellos mi aprobación así
que me das dos besos y me dices tu nombre, -Carla-, y yo te digo el mío -yo
José-, automáticamente estamos rodeados de nuestros amigos todos quieren que te
presente al igual que tus amigas a mí, te cojo de la mano te hago un gesto con
la cabeza y tu asientes así que salimos corriendo cogidos de la mano de ese
alboroto, me he sentido por un momento como un niño pequeño y me ha hecho mucha
gracia.
Miramos hacia tras al dar la
vuelta a la esquina, no nos siguen, te suelto de la mano y seguimos andando ya más
tranquilos y comenzamos a hablar. Yo no me había fijado en ti nunca pero tú ya
me conocías de vista de hace unos años, íbamos a los mismos bares con distintos
amigos, a mi me extraña y te digo -no es posible que no te recuerde-, tú me cuentas
que estabas mas gordita y que tenias el pelo completamente oscuro y gafas,
ahora llevas lentillas, pero no caigo no te recuerdo me hablas de la gente con
la que solías estar y de repente me acuerdo, -si claro pero siempre ibas con un
maromo-, me cuentas que era tu marido y que os habéis divorciado hace unos mese
cuando te enteraste de que te la estaba pegando, yo solo puedo pensar “pues
peor para él”.
Vamos hacia otra plaza donde hay
unas terrazas muy tranquilas, nos sentamos en una de ellas y seguimos hablando
durante largo rato. Es muy agradable estar aquí con una chica tan guapa e
inteligente, me cuentas que eres tele-operadora y que sigues estudiando en la
escuela de idiomas, que desde el divorcio no sales nada de casa, que te tienen
que sacar tus amigas a rastras y que hoy no querías salir pero que te alegras
de haberlo hecho. Yo te hago un resumen amplio de mi vida con alguno de los
chascarrillos que me han hecho famoso entre mis amigos, lo pasamos muy bien,
miras el reloj y das un respingo, son las tres de la mañana, se nos ha pasado
el tiempo volando y tú tienes que madrugar para trabajar al día siguiente. Me
ofrezco a llevarte a casa, pero me dices que otro día, sacas tu móvil y mandas
un whasapp a tu amiga, ínsito en acercarte que soy un tío de fiar y en ese
momento tus amigas salen del mismo bar donde estábamos sentados nosotros, no las
había visto ni llegar, -que bien vigilada te tienen- te digo y me contestas
–son mis mejores amigas y no me van a dejar sola con el primer desconocido que
se me cruce- te ríes de muevo, me gusta mucho como lo haces. Te voy a dar dos
beso para despedirme de ti y me respondes con un pico, corto pero muy intenso pero
sin más te alejas de mi.
Me quedo solo mirando como os
vais antes de llegar a la esquina te das la vuelta, me miras por última vez y me lanzas un beso; te pierdo de vista. Estoy
solo sentado en la terraza apurando mi copa, cuando Tomas se acerca y me
pregunta -¿Qué tal todo? parecía una
chica muy simpática- yo le digo que sí y él me dice - ¿abras quedado con ella
para otro día?- y de repente me doy cuenta –¡joder! no tengo su teléfono- me
levanto de un salto y salgo corriendo hacia donde te he perdido la pista, Tomas
viene conmigo riéndose sin parar al llegar a la esquina ya no estáis –pero como
puedo ser tan tonto, se me paso- Tomas se ríe de nuevo a carcajada limpia solo
le falta tirarse al suelo - ¿y tu de que cojones te ríes? – estoy muy alterado,
me mira muy serio extiende la mano y me da un papel con unos numero
apuntados, -es el teléfono de su amiga,
ha insistido en dármelo pero a mí no me gusta, aprovéchalo tu- miro el trozo de
papel y le doy un abrazo a Tomas que vuelve a reírse.
Saco el móvil y marco el numero,
un tono, dos tonos, tres tonos y una voz -¿Quién es?- respiro aliviado –soy
José el chico que estaba con Carla, es que se me ha olvidado decirla una cosa,
¿me la puedes pasar por favor?- se ríe, pero no la oigo atreves del teléfono,
me doy la vuelta y ahí están las tres mirándome como si fuera bobo, Carla se
acerca y me dice –apunta anda, que vaya dos despistados que somos- me dice el
numero, lo meto en la agenda y ahora soy yo quien la besa pero no es un pico es
un beso intenso húmedo en toda regla ella me corresponde, me abraza, me separa
y se va de nuevo.
Tomas y yo cogemos un taxi
juntos, me pilla de camino dejarle a él cerca de su casa, no hablamos, cuando
el taxista se detiene Tomas se dispone a bajar y me dice –está carrera la pagas
tu, me la debes- yo asiento y nos despedimos.
Continúo hacia mi casa y le digo
al taxista que se detenga unas manzanas antes, quiero respirar y no puedo dejar
de pensar en ti. Me acuesto y no puedo dormir, cojo el teléfono miro tu numero
y decido mandarte un mensaje “gracias por una noche fantástica”, me quedo
mirando la pantalla, tu no respondes el sueño me vence y me quedo profundamente
dormido.
A la mañana siguiente lo primero
que hago nada más abrir los ojos es mirar el teléfono, tengo un mensaje tuyo “no
se dan las gracias, solo se pide una cita para repetirlo”, cada minuto que pasa
me gustas más, escribo una respuesta, “te parece bien esta noche”, por lo que
me contaste ayer, mañana no trabajas, espero tu respuesta impaciente, no llega.
Me pongo a desayunar miro el móvil mil veces, me doy una ducha, aun mojado miro
de nuevo, nada. Qué asco es esto de los mensajes, miro cada diez minutos y de
repente el móvil empieza a sonar y a vibrar, casi se me cae de la mano del
susto, leo tu mensaje, me dices que te pase a buscar a las nueve y media y me
das tu dirección, contesto con un “ok” y un “besos”.
Vaya día que he pasado, sin
trabajar no tenía nada que hacer y se me ha hecho eterno, pero por fin son las
nueve y media y ya estoy en tu portal., llamo al telefonillo y me dices que
bajas en cinco minutos. A mí me parece que ha pasado media hora por lo menos
cuando se abre la puerta, estas impresionante, con una minifalda negra de
tablas y una camiseta ceñida también negra que te deja un escote de vértigo
sobre el que cuelga un collar de cordones dorados entrelazados, rematado de una
piedra de ámbar amarillo.
No damos un beso y te pregunto
que donde quieres que vayamos, me dices que mejor por allí cerca que hay varios
sitios donde cenar algo y un par de Pubs sonde tomar una copa después. Abrimos
boca con un par de cañas y nos vamos a un pequeño restaurante italiano que hace
esquina pedimos la cena y una botella de vino rosado de aguja que esta
riquísima.
Durante la cena hablamos de
muchos temas pero sin parar de mirarnos a los ojos, se nota que estamos muy relajados y que estamos disfrutando.
Cuando nos traen el postre ya no queda nada de vino y a mí se me ha subido un
poco a la cabeza, tus mejillas sonrosadas me dicen que te pasa lo mismo y además no paramos de hablar y de
reír cada vez mas alto. Tú has pedido una copa de mus de queso y yo solo un
café, soy muy goloso pero no me entra mas comida. Mientras comes la mus
comienzas a jugar con la cuchara muy despacio la saboreas, la giras dentro de
la boca apretando los labios alrededor de ella y sacando la lengua un poco para
recibir cada cucharada, es un movimiento hipnótico. Después pasas la mano con
mucho disimulo cerca de tu escote siguiendo la forma de pico que tiene, coges
otra cucharada y empiezas de nuevo, me estoy calentando.
De pronto noto en mi pierna tu pie que se pasea muy despacio de arriba
abajo por ella y como cada vez sube más y más hasta que lo colocas entre mis
piernas sobre la silla, no me estoy calentando, ya estoy muy caliente. Me
muerdo un poco el labio inferior y tu sonríes miro hacia abajo con disimulo y
veo tu pie ahí, entre mis piernas, le acercas a mi sexo y comienzas con un
suave masaje sobre él, ¡que placer!, te miro de nuevo y me haces un gesto con
la cabeza para que nos vayamos, pido la cuenta y dejo el dinero sobre un
platito metálico, no espero ni a que traigan la vuelta. Te cojo de la mano y
salimos del restaurante.
En la puerta comenzamos a
besarnos, nuestros cuerpos están muy calientes, tu boca en un manjar, tus
labios muy blanditos y gruesos no me dejan casi respirar, nuestras lenguas se
entrelazan en un baile lascivo. Nos detenemos y nos abrazamos, te doy la mano
comenzamos a andar hacia tu casa, nos detenemos cada pocos pasos y seguimos
besándonos acariciándonos, la gente se cruza con nosotros nos mira, estamos
dando el espectáculo, una señora mayor al pasar a nuestro lado no dice
–marranos-, y comenzamos a reírnos.
En tu portal buscas las llaves
desesperada en tu bolso, abres la puerta y entramos, me miras te ríes y me
dices – espero que estés en buena forma, es un cuarto sin ascensor-, resoplo y
encojo los hombros. Antes de comenzar a subir nos volvemos a besar, apoyo tu
cuerpo contra la pared del portal y mientras te beso acaricio tus pechos, son
mejores de lo que parecía, de un tamaño perfecto, muy duros, meto los dedos un
poquito por el escote, tu piel es suave, con el dedo índice rozo un pezón, se
eriza de inmediato y un suspiro sale de tu boca. Te apartas de mí y empiezas a
subir delante por delante. Dejo unos escalones de distancia entre ambos, a cada
paso tu minifalda se bambolea dejándome ver la parte baja de tus glúteos,
estiro una mano y los acaricio, te paras en seco y lo pones en pompa para que
pueda verlo mejor y hacerlo con más facilidad, me deleito durante unos segundos
y paso mis dedos por tu entrepierna, está muy caliente y húmeda, aprietas las
piernas atrapando mi mano y escucho un gemido. Me liberas y continuamos
subiendo. Al llegar arriba nuestra respiración esta entrecortada, no sé si por
el esfuerzo o por el deseo.
Metes las llaves en la
puerta pero te agarro por la cintura y
restriego mi polla por tu culo, dejas caer la cabeza ligeramente hacia atrás
ofreciéndome tu cuello; lo beso y le doy unos pequeños mordisco, ahora ya
jadeamos los dos.
Entramos en casa y la puerta se
cierra detrás nuestro, en el hall nos abrazamos nos besamos y nos desnudamos el
uno al otro, solo nos quedamos con la ropa interior, tanga y bóxer. Me agarras
de la mano y me llevas a tu cuarto, hay una luz tenue procedente de las farolas
de la calle, me empujas contra la cama, las sabanas son de raso muy suaves y de
color gris con dos almohadones rojos en la cabecera, me quedo allí tumbado,
observas mi cuerpo desde arriba y me dices –espera aquí un momento, merecerá la
pena poder verlo todo- sonríes y sales de la habitación.
Me quedo sin saber muy bien qué
hacer ni a que te referías con lo que has dicho, en unos segundos lo comprendo,
entras con dos velas encendidas y huelo a incienso que bien de fuera de la habitación,
colocas una vela en cada mesilla y la habitación queda iluminada de una manera muy
sexy; la luz de las velas provoca brillos en las sabanas y en tus ojos, es todo
perfecto.
Antes de que te des cuenta y aun
estando de pie junto a la cama me siento en el borde y te agarro por las
caderas, la altura es la necesaria, paso mis labios por tu tanga mientras la
beso y con mis manos masajeo de nuevo tu trasero, aparto la braguita y comienzo
a besarte directamente en los labios, me coges por la cabeza y la aprietas
contra tu cuerpo, de inmediato te mojas entera y tu respiración se acelera
–ummmm que bien lo haces no pares-.
Te tumbo sobre la cama y meto la
cabeza entre tus piernas para continuar con lo que hacíamos, mi lengua recorre
los labios mayores, muy despacio, con ayuda de los dedos abro poco, es rosado y
con un aroma intensísimo, masajeo los labios menores y mi lengua se dispara
hacia tu clítoris, hago círculos a su alrededor dándole pequeños toques con la
punta una y otra vez te aferras a mi cabeza y me aprietas fuerte contra el,
casi no puedo respirar pero no quiero parar, quiero que un orgasmo; aumento el
ritmo y no hace falta más, es muy largo e intenso. Me haces subir y besarte, mi
boca sabe a ti, te gusta, estoy a doscientos.
Haces girar mi cuerpo con un
ligero movimiento de caderas y me quedo tumbado mirando al techo, me coges con
fuerza el miembro y comienzas un movimiento suave y lento, arriba y abajo,
arriba y abajo. Tu lengua entra en mi boca casi hasta la campanilla y la
recorres entera, bajas un poco y me mordisqueas el pecho, la piel de todo mi
cuerpo se estremece en un escalofrió de placer. Sigues bajando despacio
haciéndomelo desear besando mi abdomen. Besas la punta de mi erección y pasas
la lengua por toda su largura, me besas y lames mis testículos. Vuelves al
punto de inicio besas la punta pasas los labios por ella solo rozándola, me
haces cosquillas. La metes en tu boca un poco, y un poco más,
hasta el fondo, ahora estoy seguro de que he tocado el fondo de tu
garganta, doy un pequeño grito de placer. Continúas masturbándome mientras te
la comes.
Te doy la vuelta para que no
sigas, la que mira al techo ahora eres tú, te agarro de los tobillos y te abro
las piernas, entro en ti con fuerza, los
ojos se te sale de sus orbitas, te muerdes los labios, y me clavas las uñas en
el culo tirando hacia ti para que entre
aun mas, cambio todo lo que puedo el ritmo para que no puedas correrte, te retuerces y chillas de placer yo tampoco
aguantare mucho.
Los dos terminamos juntos, en una
explosión corporal tremenda, jamás había tenido un orgasmo así, no quiero salir
de ti. Nos besamos durante un largo rato, sudados, acariciando nuestros
cuerpos, hablamos largo rato y sin ninguna prisa comenzamos de nuevo el ritual.
Nos dormimos abrazados el uno al
otro, así despertamos al amanecer; no nos hemos separado ni un centímetro, el
contacto de nuestra piel ha sido continuo, la sensación es muy placentera. Esa día lo
repetimos varias veces, ninguno quería separarse del otro y desde entonces
somos eso, inseparables, mi vida ha cambiado y no sabría
que hacer ahora si volviera a estar solo. Los sueños que tuve se están cumpliendo
y la realidad es que me he dado cuenta de que antes tenía ciertas ventajas, sin
dar explicaciones, pero el peso de la soledad había hecho mella en mi y no
quiero volver a experimentarlo nunca más.
J. M. LOPEZ
J. M. LOPEZ
buenísimo, te falta algo en la narración. no se que es pero la historia muy buena como las otras
ResponderEliminaren eso consiste intento mejorar con cada uno que escribo
EliminarBuff estoy enganchada a tus relatos
ResponderEliminarMe alegro, espero que el enganche continúe con los siguientes y que los disfrutes
EliminarConsigues que la accion no decaiga cuando entras en materia.Eso no es facil.Bien.
ResponderEliminarSi decae, no hay materia
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