martes, 28 de enero de 2014

LENCERIA PARA MI CHICA


Dos meses saliendo con Sandra, para mí todo un éxito, ya que las relaciones rara vez me duraban más de quince días. No era cuestión de físico ni de sexo, era cuestión de que todas las mujeres que conocía tenían mi edad, cuarenta años o más y todas y cada una de ellas buscaba algo demasiado serio para mí.


Con Sandra era parecido y a la vez distinto, los dos hacia menos de un año que habíamos salido de matrimonios que no funcionaban y por el momento con algo de diversión nos conformábamos lo demás vendría más adelante. Al tener ambos un par de hijos mayores que hacían su vida, no teníamos problemas para vernos a diario, el único problema era donde podíamos tener relaciones sexuales, ya que siempre había alguien en nuestras respectivas casas. Lo de los moteles eras carísimo y en el coche ya no teníamos edad de andar tonteando.
Ella me gusta, es de estatura media, con un físico que no destaca sobre otras mujeres (del montón), pero sus ojos negros y muy expresivos me tienen hipnotizado, su melena rubia rizada, la manera suave que tiene de hablar y lo fiera que es a veces en la cama, son sus ases bajo la manga.
Solo hay una cosa que no me atrae mucho de ella, no la gusta nada jugar en el sexo, es todo muy básico y rutinario. En alguna conversación la he dejado caer que podríamos jugar con velas, con la música, el ambiente en la habitación e incluso su ropa interior, muy sencilla para ese tipo de juegos.
Por eso he decidido regalarla algo de lencería fina, con mas fantasía, más inspiradora y divertida. Aun no tengo claro que comprarla, un liguero, un conjunto mini, un corpiño o un corsé, eso si no pueden faltar unas medias súper sexys, que a mí me ponen muchísimo.
-Hoy por la tarde no podremos vernos cielo, tengo que hacer unos recados por el centro, si quieres esta noche quedamos y tomamos algo- la digo por teléfono a la hora de comer.   
-¡Tu recados!, miedo me das, José si no te gusta ir de compras, ¿Qué estarás tramando?- me dice, -esta bien, además hoy yo tampoco puedo, Pedro (su hijo mayor) está enfermo, con mucha fiebre y quiero dormir en casa por si se pone peor.
Nos despedimos con un simple “besos, chao”. Termino de comer y vuelvo al trabajo, allí le comento a una buena amiga cual es regalo que deseo para Sandra. Una hora después, ella muy amable, me manda al teléfono la localización de una nueva tienda de lencería, que al parecer es muy exclusiva y tienen una sección donde venden justo lo que yo necesito, me pone en el mensaje que pregunte por la ropa “NIGHT & SEXY”, con ese nombre tiene que ser la bomba.
A las cinco en punto salgo por la puerta del trabajo, al llegar al coche oigo como alguien me llama desde lejos,-José, José, espera un momento- al darme la vuelta veo como se acerca Rocío, la amiga que me recomendó la tienta. -Ya pensaba que no te cogía, que rápido has salido-.
-¿Qué te pasa?, te veo acalorada- la digo mientras ella se agarra las rodillas y respira acelerada, intentando recuperar el aliento.
-Te he visto salir desde la ventana de mi oficina y me he quedado sin batería en el móvil.- me cuenta de manera entrecortada, aun sin recuperarse del todo.
- En la tienda que te dije antes, trabaja una buena amiga mía. He estado hablando con ella por teléfono, por eso se me ha fundido el móvil,  así que cuando llegues pregunta por Carla. Estoy segura que sabrá ayudarte con lo que buscas. A ella le gustan mucho los juegos a los que te referías antes-. Me da dos besos y se aleja de nuevo, riéndose en esta ocasión.
Durante el camino no dejo de pensar, ¿de qué demonios se reiría Roció?, es una buena amiga. Nunca ha habido nada entre nosotros, nos llevamos demasiado bien como para estropearlo con un polvo, pero los dos sabemos que hubo un tiempo en que ambos lo deseábamos. Nuestras conversaciones en el trabajo siempre terminan siendo de sexo, nos gusta contarnos las aventuras que tenemos. Sé que suena raro y a mí durante un tiempo me lo pareció, pero es una forma distinta de fomentar entre un hombre y una mujer la amistad y confianza mutua. Sé que ella jamás contara nada a nadie, porque yo nunca lo haría con su vida.
Al llegar a la tienda de lencería, pregunto por Carla, la dependienta se me queda mirando y me dice –Aun no ha llegado, suele hacerlo sobre las seis de la tarde- me mira de arriba abajo y termina diciéndome –de todas formas si quieres te puedo atender yo-. En lo que pasa en estos establecimientos normalmente, las dependientas van a comisión y si pueden pisarle un cliente a otra compañera no les importa en absoluto.
-Tranquila, tengo otras cosas que hacer antes y prefiero esperarla a ella-. Salgo de el local y voy directo a la cafetería que hay enfrente, pido una cerveza y me siento en la ventana a esperar que llegue la hora.
A los pocos minutos de estar allí llega al comercio de enfrente una morena impresionante, o eso parece desde la acera de enfrente, será tan alta como yo y encima lleva puestas unas botas con un tacón impresionante. El resto de la pierna lo tiene cubierto con unas medias oscuras y una pequeñísima minifalda, con la que yo jamás dejaría que una hija mía saliera de casa. No puedo distinguir mucho más, solo que la melena negra prácticamente la llega por la cintura.
Inmediatamente decido ir a verla desde más cerca, la verdad, es más entretenido ver a una clienta tan atractiva, comprando ropa interior dentro de la tienda , que tomarme una caña aquí solo y aburrido.
Nada más entrar por la puerta, la dependienta que me atendió antes se acerca de nuevo, -espere aquí si lo desea, Carla ha ido a cambiarse, le atenderá enseguida, ya me ha dicho que le estaba esperando-.
Imagino que habrá entrado por la puerta de servicio, -prefiero ir mirando algo, por si encuentro lo que necesito, muchas gracias-, le contesto.
Doy una vuelta muy rápida haciendo que miro la ropa, no la veo por ninguna parte, hay varias clientas comprando, pero no es ninguna de ellas. ¡Vaya chasco!, no creo que mientras pagaba la consumición la haya dado tiempo a salir, pero está claro que aquí no la veo.
Alguien me da un toque en el hombro, me giro y no tengo palabras, es la mujer que he visto antes,  -¿Me buscabas?- pregunta, joder pues si que se me notaba.
-¡EHHH!, no, no, estaba mirando algo para una amiga- la contesto.
-¿No eres tu el que preguntaba por Carla?, mi compañera se habrá equivocado-.
Al escuchar esa palabras, Algo se vuelve a conectar de inmediato en mi cabeza, -Si, si, perdona, no sabía cómo eras, Roció no me dijo nada, solo que preguntara por ti-, que cara de payaso tengo que tener ahora mismo, noto un calor intenso en las mejillas y me tiembla un poco la voz, creo que incluso las rodillas.
-Pues ya sabes cómo soy, ¿Te parece bien lo que ves?-,  me dice mientras sonríe y da una vuelta sobre sí misma para que pueda contemplar todo su cuerpo. Es perfecta.
Me mira de manera muy picara, no deja de observarme y yo no sé qué decirla.
 
-Roció tenía razón, tienes un puntillo de timidez y a mí eso me pone mucho- se ríe se acerca a mi oído y me susurra  – ¿así que quieres jugar un rato?-. De nuevo colorado como un tomate.
No solo me estoy cortando más de la cuenta,  lo peor es que jamás me había sentido así y mucho menos me había quedado sin decir una sola palabra. Es cierto que soy tímido pero si una mujer me da pie, entonces soy yo el que se adelanta y comienza a jugar. Pero con ella no puedo y no sé por qué.
Tartamudeo y todo –claro que me gusta jugar- intento sonreírla, ¡qué desastre!, solo consigo una mueca estúpida, estoy seguro que es de lo que se está riendo ahora mismo.
-Nuestra amiga común me ha dicho, que querías algo para jugar con tu chica, me refería a eso ¿Qué te pensabas?- y comienza a reírse a carcajadas, yo suspiro profundamente y la digo, –perdona, no sé en qué estaría pensando-, se acerca mucho mas a mí, hasta rozarme con sus pechos y me dice –yo sí que lo sé y te aseguro que te gustaría-.
La verdad, no entiendo como lo ha hecho pero ya me tiene en sus garras. No solo es lo buenísima que esta, sino que la forma de mirarme, de hablarme y de moverse,  me han dejado completamente desarmado. Una idea pasa por mi cabeza, no sé cómo va a terminar esto, pero no pienso cortarme ni un segundo más.
-En fin, es una pena, ya veo que no has venido por mí, ¿Qué es exactamente lo que necesitas?- esa forma socarrona que tiene de hablarme, empieza a gustarme.
-No lo tengo muy claro, Rocío me ha dicho que te preguntara por “NIGHT & SEXY”, no sé exactamente que es-; creo que acabo de tocar su fibra sensible, por la forma en que me mira ahora.
-¡Ummmm!,  jueguecitos en la intimidad, con lo que a mí me gustan. Sígueme por favor, mi amiga es muy lista-. Se da media vuelta y comienza a caminar como las modelos de pasarela, el balanceo de la mini falda con cada paso es espectacular, sus piernas son tan largas que parece que no tengan fin, su cintura es el lugar perfecto por donde agarrarla para no soltarla nunca y encima la americana corta que tiene puesta la hace aun más hermosa toda vestida de negro.
Se detiene y me pregunta -¿qué talla de pecho tiene tu amiga?- hago un gesto con los hombros en señal de,  ¡no tengo ni idea!, suelta los botones de su chaqueta, coloca las manos en su cintura para sujetarla y me pregunta -¿más o menos así?-, sonrió, -ni mucho menos, las tuyas son perfectas, me encantan- solo estamos empezando a jugar y tengo la sensación que va ser divertido.
Entramos en otro apartado de la tienda, por una puerta en forma de arco, jalonada por dos columnas rojas, al pasar por la primera línea de perchas, Carla coge una de ellas, tiene colgada la tanga más pequeña que yo he visto en mi vida, de encaje rojo. Por su forma de mirarme creo que está a punto de comenzar el juego, tengo que seguirla la corriente, me pone muchísimo.
-¿Esto te gusta?- me pregunta, la miro con detenimiento y la contesto con otra pregunta,    – ¿no te parece demasiado pequeña?-, ¡para que abriré la boca!
–No te creas es la misma que tengo puesta yo ahora, es muy cómoda, ¿quieres ver cómo queda?-, mira a su alrededor, ve que nadie está cerca y sin esperar a que yo responda me da la espalda. Coloca su cuerpo en un perfecto ángulo de noventa grados, pasa muy despacio una mano por sus glúteos y levanta la faldita lo justo para que vea hasta donde llegan sus medias.
-¿Qué te parece?- dice sin cambiar de posición, ahora es mi turno  -no las he visto muy bien-. Se agacha un poco más y ante mis ojos aparece la inflamación de su vulva completamente cubierta de encaje rojo. Tengo que tocarlo, no me molesto ni en mirar a ver si hay alguien cerca, estiro el brazo, acaricio su culo, es muy suave, paso los dedos entre sus piernas muy despacio, escucho un pequeño ronroneo que sale de su boca. Esta muy mojada y yo muy excitado.
Justo en ese momento se oye un ruido al fondo, -alguien viene- la digo, se levanta de un salto y me pregunta con la percha aun en la mano  -¿es esto lo que buscaba?-, se a que se refiere y quiero seguir con ello, -no, quiero algo más atrevido-. Ahora es ella la que se sonroja, no sé si por timidez o por haber dado con la horma de su zapato.
-Entonces creo que vamos a tener que mirar más a fondo-, los dos nos estamos riendo, de momento es divertido, atrevido y muy excitante. He tomado una decisión, voy a llegar hasta el final y ella creo que también.
Coloca la percha en su lugar, con un gesto hace que la siga. En la pared del  fondo están los probadores y un pequeño almacén cerrado con llave, según nos acercamos agarra varias perchas y sin detenerse entra en uno de los probadores,  coloca las perchas en el interior, mira de nuevo alrededor  y  me pide que entre, cierra la cortina tras nosotros, me empuja contra el espejo y comienza besarme con mucha fuerza.

 
Baja la mano y aprieta con fuerza mi erección, -sabía que el juego te estaba gustando, pero no pensaba que ya estuvieras así-, nos besamos durante unos minutos, mientras la he quitado la chaqueta y he desabrochado su blusa. Tienes los pechos duros y redondos, por supuesto que mi chica no usa su talla, Carla tiene al menos una cien y mi novia no llena una noventa. Se las muerdo muy despacio, paso mis dedos de nuevo por su entrepierna, esta vez apartando el tanga e introduciéndolos en su cuerpo.
 Comienza a jadear, -nos van a pillar, no puedo perder el trabajo-; me aparto, la miro a los ojos – ¿no querías jugar?-, me dejo caer de rodillas, coloco una de sus largas piernas en mi hombro y delante de mi aparece los labios que mas me gustan, se los beso mientras con la lengua acaricio su clítoris y la masturbo con los dedos que aun están en su interior.

 
Estoy seguro, de que si hay alguien en esta zona de la tienda, la está oyendo gemir. No paro, hasta que siento como sus uñas se me clavan en el hombro. Su orgasmo ha sido contenido, muy intenso. Hace que me incorpore, de nuevo me besa con pasión. Se coloca la ropa con una mano, mientras con la otra acaricia mi miembro de otra vez.
Abre un poco las cortinas, muy despacio, al ver que no hay moros en la costa, coloca de nuevo la lencería en su lugar. Saca del bolsillo de la americana una llave,  abre la puerta del pequeño almacén  –Vamos rápido- dice, me apresuro a hacerlo, ella va justo detrás de mí. Nada más entrar, cierra por dentro sin sacar la llave, así se asegura de que nadie pueda abrir, pero no de que nos puedan oír desde fuera.
Ahora soy yo quien la empujo contra la pared, no puedo dejar de besarla; aprovecha para soltarme el cinturón y los botones del pantalón. Mete una mano dentro y me la coge con mucha fuerza, comienza a masturbarme. ¡No puedo más!, la pongo de cara a la pared con las manos por encima de la cabeza, me bajo los pantalones y la ropa interior, levanto un poco su falda, aparto el hilillo del tanga, ella pone su culo en pompa y en un solo movimiento se la meto hasta el fondo.

 
-Sí, así, dámela toda-, no puedo parar de empujar, en su perfecto culo suenan los golpes de mi cuerpo como si fueran cachetes dados con la mano, estoy casi a punto.
-No, no termines déjame a mi-, se gira se pone de rodillas y comienza a hacerme una felación increíble, -Carla para por favor-, se detiene un momento -¿no quieres correrte en mi boca?, -no, no quiero, necesito que me folles bien follado.

 
Me pide que me tumbe en el suelo, mientras lo hago me quito los pantalones y el bóxer, ella se quita el tanga y la americana, se monta sobre mi y comienza a cabalgar de manera salvaje, -no creo que pueda aguantar mucho mas-, me mira a los ojos y me dice ente jadeos –yo tampoco, córrete cuando quieras-.

Consigo hacer que tarde unos minutos más, lo justo para que ella tenga otro orgasmo, en el momento que lo siento dejo que mi cuerpo se vaya con ella. Ha sido fantástico, los dos terminar a la vez, como si estuviéramos sincronizados. Durante unos segundos, nos besamos, sin dejarme salir de su cuerpo, hasta que se escucha una voz fuera.
 
–¿Carla estas ahí?-, coloca el dedo índice en mis labios para que no haga ni un ruido, la voz continua llamándola, ahora más lejos. La saca muy lentamente, ¡Que placer!, se incorpora al igual que yo nos besamos de nuevo, me visto mientras ella se coloca el pequeño tanga y adecenta su uniforme.
Un último abrazo con un intenso beso es nuestro definitivo acercamiento. Con mucho sigilo abre la puerta, -no hay nadie, sal ahora-. Lo hacemos a la vez, efectivamente la tienda está vacía.
Me siento acalorado y sus mejillas coloradas me indican que ella también, nos acercamos al mostrador en el mismo momento que su compañera baja las escaleras del piso superior, nos mira extrañada.
-¿Dónde estabas Carla?, el jefe quiere que subas inmediatamente por algo de un pedido que ya ha llegado-, Carla la contesta –voy enseguida, el señor aun no tiene claro lo que quiere-, me mira de nuevo con esa sonrisa picarona.
Y yo la digo –perdona, en eso te equivocas, tengo muy claro lo que quiero- ahora soy yo el que la sonríe, la miro descaradamente de arriba abajo y acercándome un poco a su oído la susurro – quiero la misma lencería que tu llevas puesta-.
Los dos, ante la mirada desconcertada de su compañera estallamos en carcajadas. Me trae lo que la he pedido, lo pago con la tarjeta y en vez de firmar el recibo escribo mi número de teléfono.
Al día siguiente quedo para ir a cenar con Sandra, después de los postres, la doy el paquete con su regalo, lo abre y tras mirar en el interior me dice -José, sabes que a mi esta lencería no me va demasiado-, se la guarda en el bolso y continuamos la velada.
Como siempre todo muy normal y rutinario, cuando se ha desnudado y he visto su conjunto color carne, ya no he dudado mas, mañana iré a la tienda de lencería de nuevo y lo mío con Sandra se ha terminado.

 

                                                                                  J.M. LOPEZ

8 comentarios:

  1. buenísimo, pobre Sandra que se lo montara con las dos estaría mejor

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  2. SANDRA-buena mujer.......ROCÍO-mala mujer...... CARLA -MUJER MUY MALA MALOTA... Ok estupendo. ;-)

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    1. el siguiente te va a gustar, seguro que hay cosas que te suenan

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  3. cada dia mejor como sigas asi no me podre quitar el enganche que tengo.
    uno a la semana me parece poco

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    1. Ni se te ocurra quitarte el enganche, intentare que no lo consigas. Gracias

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  4. muy buen relato, sigue asi
    ya los he leído todos y la evolucion es impresionante
    para cuando el libro jijiji
    y para cuando el próximo

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    1. Lo del libro complicado. Los relatos de momento son gratis y semanales, así que hasta el miércoles que viene, no habrá ninguno nuevo. Gracias

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