Dos meses
saliendo con Sandra, para mí todo un éxito, ya que las relaciones rara vez me
duraban más de quince días. No era cuestión de físico ni de sexo, era cuestión
de que todas las mujeres que conocía tenían mi edad, cuarenta años o más y
todas y cada una de ellas buscaba algo demasiado serio para mí.
Con Sandra
era parecido y a la vez distinto, los dos hacia menos de un año que habíamos
salido de matrimonios que no funcionaban y por el momento con algo de diversión
nos conformábamos lo demás vendría más adelante. Al tener ambos un par de hijos
mayores que hacían su vida, no teníamos problemas para vernos a diario, el
único problema era donde podíamos tener relaciones sexuales, ya que siempre
había alguien en nuestras respectivas casas. Lo de los moteles eras carísimo y
en el coche ya no teníamos edad de andar tonteando.
Ella me
gusta, es de estatura media, con un físico que no destaca sobre otras mujeres
(del montón), pero sus ojos negros y muy expresivos me tienen hipnotizado, su
melena rubia rizada, la manera suave que tiene de hablar y lo fiera que es a
veces en la cama, son sus ases bajo la manga.
Solo hay una
cosa que no me atrae mucho de ella, no la gusta nada jugar en el sexo, es todo
muy básico y rutinario. En alguna conversación la he dejado caer que podríamos
jugar con velas, con la música, el ambiente en la habitación e incluso su ropa
interior, muy sencilla para ese tipo de juegos.
Por eso he
decidido regalarla algo de lencería fina, con mas fantasía, más inspiradora y
divertida. Aun no tengo claro que comprarla, un liguero, un conjunto mini, un
corpiño o un corsé, eso si no pueden faltar unas medias súper sexys, que a mí
me ponen muchísimo.
-Hoy por la
tarde no podremos vernos cielo, tengo que hacer unos recados por el centro, si
quieres esta noche quedamos y tomamos algo- la digo por teléfono a la hora de
comer.
-¡Tu recados!, miedo me das, José si no te gusta ir de compras, ¿Qué estarás
tramando?- me dice, -esta bien, además hoy yo tampoco puedo, Pedro (su hijo
mayor) está enfermo, con mucha fiebre y quiero dormir en casa por si se pone
peor.
Nos
despedimos con un simple “besos, chao”. Termino de comer y vuelvo al trabajo,
allí le comento a una buena amiga cual es regalo que deseo para Sandra. Una
hora después, ella muy amable, me manda al teléfono la localización de una
nueva tienda de lencería, que al parecer es muy exclusiva y tienen una sección
donde venden justo lo que yo necesito, me pone en el mensaje que pregunte por
la ropa “NIGHT & SEXY”, con ese nombre tiene que ser la bomba.
A las cinco
en punto salgo por la puerta del trabajo, al llegar al coche oigo como alguien
me llama desde lejos,-José, José,
espera un momento- al darme la vuelta veo como se acerca Rocío, la amiga que me
recomendó la tienta. -Ya pensaba que no te cogía, que rápido has salido-.
-¿Qué te
pasa?, te veo acalorada- la digo mientras ella se agarra las rodillas y respira
acelerada, intentando recuperar el aliento.
-Te he visto
salir desde la ventana de mi oficina y me he quedado sin batería en el móvil.-
me cuenta de manera entrecortada, aun sin recuperarse del todo.
- En la
tienda que te dije antes, trabaja una buena amiga mía. He estado hablando con
ella por teléfono, por eso se me ha fundido el móvil, así que cuando llegues pregunta por Carla.
Estoy segura que sabrá ayudarte con lo que buscas. A ella le gustan mucho los
juegos a los que te referías antes-. Me da dos besos y se aleja de nuevo,
riéndose en esta ocasión.
Durante el camino
no dejo de pensar, ¿de qué demonios se reiría Roció?, es una buena amiga. Nunca
ha habido nada entre nosotros, nos llevamos demasiado bien como para
estropearlo con un polvo, pero los dos sabemos que hubo un tiempo en que ambos
lo deseábamos. Nuestras conversaciones en el trabajo siempre terminan siendo de
sexo, nos gusta contarnos las aventuras que tenemos. Sé que suena raro y a mí
durante un tiempo me lo pareció, pero es una forma distinta de fomentar entre
un hombre y una mujer la amistad y confianza mutua. Sé que ella jamás contara
nada a nadie, porque yo nunca lo haría con su vida.
Al llegar a
la tienda de lencería, pregunto por Carla, la dependienta se me queda mirando y
me dice –Aun no ha llegado, suele hacerlo sobre las seis de la tarde- me mira
de arriba abajo y termina diciéndome –de todas formas si quieres te puedo
atender yo-. En lo que pasa en estos establecimientos normalmente, las
dependientas van a comisión y si pueden pisarle un cliente a otra compañera no
les importa en absoluto.
-Tranquila,
tengo otras cosas que hacer antes y prefiero esperarla a ella-. Salgo de el
local y voy directo a la cafetería que hay enfrente, pido una cerveza y me
siento en la ventana a esperar que llegue la hora.
A los pocos
minutos de estar allí llega al comercio de enfrente una morena impresionante, o
eso parece desde la acera de enfrente, será tan alta como yo y encima lleva
puestas unas botas con un tacón impresionante. El resto de la pierna lo tiene
cubierto con unas medias oscuras y una pequeñísima minifalda, con la que yo
jamás dejaría que una hija mía saliera de casa. No puedo distinguir mucho más,
solo que la melena negra prácticamente la llega por la cintura.
Inmediatamente
decido ir a verla desde más cerca, la verdad, es más entretenido ver a una
clienta tan atractiva, comprando ropa interior dentro de la tienda , que
tomarme una caña aquí solo y aburrido.
Nada más
entrar por la puerta, la dependienta que me atendió antes se acerca de nuevo,
-espere aquí si lo desea, Carla ha ido a cambiarse, le atenderá enseguida, ya
me ha dicho que le estaba esperando-.
Imagino que
habrá entrado por la puerta de servicio, -prefiero ir mirando algo, por si
encuentro lo que necesito, muchas gracias-, le contesto.
Doy una
vuelta muy rápida haciendo que miro la ropa, no la veo por ninguna parte, hay
varias clientas comprando, pero no es ninguna de ellas. ¡Vaya chasco!, no creo
que mientras pagaba la consumición la haya dado tiempo a salir, pero está claro
que aquí no la veo.
Alguien me da
un toque en el hombro, me giro y no tengo palabras, es la mujer que he visto
antes, -¿Me buscabas?- pregunta, joder
pues si que se me notaba.
-¡EHHH!, no,
no, estaba mirando algo para una amiga- la contesto.
-¿No eres tu
el que preguntaba por Carla?, mi compañera se habrá equivocado-.
Al escuchar
esa palabras, Algo se vuelve a conectar de inmediato en mi cabeza, -Si, si,
perdona, no sabía cómo eras, Roció no me dijo nada, solo que preguntara por
ti-, que cara de payaso tengo que tener ahora mismo, noto un calor intenso en
las mejillas y me tiembla un poco la voz, creo que incluso las rodillas.
-Pues ya
sabes cómo soy, ¿Te parece bien lo que ves?-, me dice mientras sonríe y da una vuelta sobre sí
misma para que pueda contemplar todo su cuerpo. Es perfecta.
Me
mira de manera muy picara, no deja de observarme y yo no sé qué decirla.
-Roció
tenía razón, tienes un puntillo de timidez y a mí eso me pone mucho- se ríe se
acerca a mi oído y me susurra – ¿así que
quieres jugar un rato?-. De nuevo colorado como un tomate.
No
solo me estoy cortando más de la cuenta,
lo peor es que jamás me había sentido así y mucho menos me había quedado
sin decir una sola palabra. Es cierto que soy tímido pero si una mujer me da
pie, entonces soy yo el que se adelanta y comienza a jugar. Pero con ella no
puedo y no sé por qué.
Tartamudeo
y todo –claro que me gusta jugar- intento sonreírla, ¡qué desastre!, solo
consigo una mueca estúpida, estoy seguro que es de lo que se está riendo ahora
mismo.
-Nuestra
amiga común me ha dicho, que querías algo para jugar con tu chica, me refería a
eso ¿Qué te pensabas?- y comienza a reírse a carcajadas, yo suspiro
profundamente y la digo, –perdona, no sé en qué estaría pensando-, se acerca
mucho mas a mí, hasta rozarme con sus pechos y me dice –yo sí que lo sé y te
aseguro que te gustaría-.
La
verdad, no entiendo como lo ha hecho pero ya me tiene en sus garras. No solo es
lo buenísima que esta, sino que la forma de mirarme, de hablarme y de moverse, me han dejado completamente desarmado. Una
idea pasa por mi cabeza, no sé cómo va a terminar esto, pero no pienso cortarme
ni un segundo más.
-En
fin, es una pena, ya veo que no has venido por mí, ¿Qué es exactamente lo que
necesitas?- esa forma socarrona que tiene de hablarme, empieza a gustarme.
-No
lo tengo muy claro, Rocío me ha dicho que te preguntara por “NIGHT & SEXY”,
no sé exactamente que es-; creo que acabo de tocar su fibra sensible, por la
forma en que me mira ahora.
-¡Ummmm!, jueguecitos en la intimidad, con lo que a mí
me gustan. Sígueme por favor, mi amiga es muy lista-. Se da media vuelta y
comienza a caminar como las modelos de pasarela, el balanceo de la mini falda
con cada paso es espectacular, sus piernas son tan largas que parece que no
tengan fin, su cintura es el lugar perfecto por donde agarrarla para no
soltarla nunca y encima la americana corta que tiene puesta la hace aun más
hermosa toda vestida de negro.
Se
detiene y me pregunta -¿qué talla de pecho tiene tu amiga?- hago un gesto con
los hombros en señal de, ¡no tengo ni
idea!, suelta los botones de su chaqueta, coloca las manos en su cintura para
sujetarla y me pregunta -¿más o menos así?-, sonrió, -ni mucho menos, las tuyas
son perfectas, me encantan- solo estamos empezando a jugar y tengo la sensación
que va ser divertido.
Entramos
en otro apartado de la tienda, por una puerta en forma de arco, jalonada por
dos columnas rojas, al pasar por la primera línea de perchas, Carla coge una de
ellas, tiene colgada la tanga más pequeña que yo he visto en mi vida, de encaje
rojo. Por su forma de mirarme creo que está a punto de comenzar el juego, tengo
que seguirla la corriente, me pone muchísimo.
-¿Esto
te gusta?- me pregunta, la miro con detenimiento y la contesto con otra pregunta,
– ¿no te parece demasiado pequeña?-,
¡para que abriré la boca!
–No
te creas es la misma que tengo puesta yo ahora, es muy cómoda, ¿quieres ver
cómo queda?-, mira a su alrededor, ve que nadie está cerca y sin esperar a que
yo responda me da la espalda. Coloca su cuerpo en un perfecto ángulo de noventa
grados, pasa muy despacio una mano por sus glúteos y levanta la faldita lo
justo para que vea hasta donde llegan sus medias.
-¿Qué
te parece?- dice sin cambiar de posición, ahora es mi turno -no las he visto muy bien-. Se agacha un poco
más y ante mis ojos aparece la inflamación de su vulva completamente cubierta
de encaje rojo. Tengo que tocarlo, no me molesto ni en mirar a ver si hay
alguien cerca, estiro el brazo, acaricio su culo, es muy suave, paso los dedos
entre sus piernas muy despacio, escucho un pequeño ronroneo que sale de su
boca. Esta muy mojada y yo muy excitado.
Justo
en ese momento se oye un ruido al fondo, -alguien viene- la digo, se levanta de
un salto y me pregunta con la percha aun en la mano -¿es esto lo que buscaba?-, se a que se
refiere y quiero seguir con ello, -no, quiero algo más atrevido-. Ahora es ella
la que se sonroja, no sé si por timidez o por haber dado con la horma de su
zapato.
-Entonces
creo que vamos a tener que mirar más a fondo-, los dos nos estamos riendo, de
momento es divertido, atrevido y muy excitante. He tomado una
decisión, voy a llegar hasta el final y ella creo que también.
Coloca
la percha en su lugar, con un gesto hace que la siga. En la pared del fondo están los probadores y un pequeño
almacén cerrado con llave, según nos acercamos agarra varias perchas y sin
detenerse entra en uno de los probadores,
coloca las perchas en el interior, mira de nuevo alrededor y me
pide que entre, cierra la cortina tras nosotros, me empuja contra el espejo y
comienza besarme con mucha fuerza.
Baja
la mano y aprieta con fuerza mi erección, -sabía que el juego te estaba
gustando, pero no pensaba que ya estuvieras así-, nos besamos durante unos
minutos, mientras la he quitado la chaqueta y he desabrochado su blusa. Tienes
los pechos duros y redondos, por supuesto que mi chica no usa su talla, Carla
tiene al menos una cien y mi novia no llena una noventa. Se las muerdo muy
despacio, paso mis dedos de nuevo por su entrepierna, esta vez apartando el
tanga e introduciéndolos en su cuerpo.
Comienza a jadear, -nos van a pillar, no puedo
perder el trabajo-; me aparto, la miro a los ojos – ¿no querías jugar?-, me
dejo caer de rodillas, coloco una de sus largas piernas en mi hombro y delante
de mi aparece los labios que mas me gustan, se los beso mientras con la lengua
acaricio su clítoris y la masturbo con los dedos que aun están en su interior.
Estoy
seguro, de que si hay alguien en esta zona de la tienda, la está oyendo gemir. No
paro, hasta que siento como sus uñas se me clavan en el hombro. Su orgasmo ha
sido contenido, muy intenso. Hace que me incorpore, de nuevo me besa con
pasión. Se coloca la ropa con una mano, mientras con la otra acaricia mi miembro
de otra vez.
Abre
un poco las cortinas, muy despacio, al ver que no hay moros en la costa, coloca
de nuevo la lencería en su lugar. Saca del bolsillo de la americana una llave, abre la puerta del pequeño almacén –Vamos rápido- dice, me apresuro a hacerlo,
ella va justo detrás de mí. Nada más entrar, cierra por dentro sin sacar la
llave, así se asegura de que nadie pueda abrir, pero no de que nos puedan oír desde
fuera.
Ahora
soy yo quien la empujo contra la pared, no puedo dejar de besarla; aprovecha
para soltarme el cinturón y los botones del pantalón. Mete una mano dentro y
me la coge con mucha fuerza, comienza a masturbarme. ¡No puedo más!, la pongo
de cara a la pared con las manos por encima de la cabeza, me bajo los
pantalones y la ropa interior, levanto un poco su falda, aparto el hilillo del
tanga, ella pone su culo en pompa y en un solo movimiento se la meto hasta el
fondo.
-Sí,
así, dámela toda-, no puedo parar de empujar, en su perfecto culo suenan los
golpes de mi cuerpo como si fueran cachetes dados con la mano, estoy casi a
punto.
-No,
no termines déjame a mi-, se gira se pone de rodillas y comienza a hacerme una felación
increíble, -Carla para por favor-, se detiene un momento -¿no quieres correrte
en mi boca?, -no, no quiero, necesito que me folles bien follado.
Me
pide que me tumbe en el suelo, mientras lo hago me quito los pantalones y el bóxer,
ella se quita el tanga y la americana, se monta sobre mi y comienza a cabalgar
de manera salvaje, -no creo que pueda aguantar mucho mas-, me mira a los ojos y
me dice ente jadeos –yo tampoco, córrete cuando quieras-.
Consigo
hacer que tarde unos minutos más, lo justo para que ella tenga otro orgasmo, en
el momento que lo siento dejo que mi cuerpo se vaya con ella. Ha sido fantástico,
los dos terminar a la vez, como si estuviéramos sincronizados. Durante unos
segundos, nos besamos, sin dejarme salir de su cuerpo, hasta que se escucha una
voz fuera.
–¿Carla estas ahí?-,
coloca el dedo índice en mis labios para que no haga ni un ruido, la voz
continua llamándola, ahora más lejos. La saca muy lentamente, ¡Que placer!, se
incorpora al igual que yo nos besamos de nuevo, me visto mientras ella se
coloca el pequeño tanga y adecenta su uniforme.
Un
último abrazo con un intenso beso es nuestro definitivo acercamiento. Con mucho
sigilo abre la puerta, -no hay nadie, sal ahora-. Lo hacemos a la vez,
efectivamente la tienda está vacía.
Me
siento acalorado y sus mejillas coloradas me indican que ella también, nos
acercamos al mostrador en el mismo momento que su compañera baja las escaleras
del piso superior, nos mira extrañada.
-¿Dónde
estabas Carla?, el jefe quiere que subas inmediatamente por algo de un pedido
que ya ha llegado-, Carla la contesta –voy enseguida, el señor aun no tiene
claro lo que quiere-, me mira de nuevo con esa sonrisa picarona.
Y
yo la digo –perdona, en eso te equivocas, tengo muy claro lo que quiero- ahora
soy yo el que la sonríe, la miro descaradamente de arriba abajo y acercándome un
poco a su oído la susurro – quiero la misma lencería que tu llevas puesta-.
Los
dos, ante la mirada desconcertada de su compañera estallamos en carcajadas. Me
trae lo que la he pedido, lo pago con la tarjeta y en vez de firmar el recibo
escribo mi número de teléfono.
Al
día siguiente quedo para ir a cenar con Sandra, después de los postres, la doy el
paquete con su regalo, lo abre y tras mirar en el interior me dice -José, sabes
que a mi esta lencería no me va demasiado-, se la guarda en el bolso y
continuamos la velada.
Como
siempre todo muy normal y rutinario, cuando se ha desnudado y he visto su
conjunto color carne, ya no he dudado mas, mañana iré a la tienda de lencería de
nuevo y lo mío con Sandra se ha terminado.
J.M.
LOPEZ
buenísimo, pobre Sandra que se lo montara con las dos estaría mejor
ResponderEliminarUna idea que ya ronda mi cabeza, para dentro de poco.
EliminarSANDRA-buena mujer.......ROCÍO-mala mujer...... CARLA -MUJER MUY MALA MALOTA... Ok estupendo. ;-)
ResponderEliminarel siguiente te va a gustar, seguro que hay cosas que te suenan
Eliminarcada dia mejor como sigas asi no me podre quitar el enganche que tengo.
ResponderEliminaruno a la semana me parece poco
Ni se te ocurra quitarte el enganche, intentare que no lo consigas. Gracias
Eliminarmuy buen relato, sigue asi
ResponderEliminarya los he leído todos y la evolucion es impresionante
para cuando el libro jijiji
y para cuando el próximo
Lo del libro complicado. Los relatos de momento son gratis y semanales, así que hasta el miércoles que viene, no habrá ninguno nuevo. Gracias
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