miércoles, 26 de marzo de 2014

PASION POR WHASAPP


No es por alardear y menos con la situación sentimental,  económica, laboral etc.… que tienen muchas personas en la actualidad, incluidos amigos íntimos y familiares míos, pero a mí en los últimos años me va muy bien.  El trabajo cada día es más interesante, el sueldo está bastante bien,  claro querría aun mas como todo el mundo, me pagan todos los meses y un ligero aumento de sueldo a finales del año pasado me permite vivir un poco más desahogado que antes. Eso sumado a que nos bajaron la hipoteca, hace que incluso ahora podamos salir de vez en cuando, cosa que no hacíamos en los últimos años.



Mi mujer Carla, también tiene trabajo y tampoco está mal pagado, además la encanta lo que hace. Ella es comercial de peluquería, aunque su profesión debería haber sido la estética que la apasionaba, distintas alergias a los productos que se utilizan normalmente hicieron que tuviera que aparcar su pasión y cerrar el pequeño negocio que tuvo los primeros años tras dejar de estudiar.
El trabajo que realiza ahora no es lo mismo, aunque sigue dentro del mundillo y en contacto con todas las amigas con las que estudio peluquería y estética, creo que gracias a esto es aun más feliz.
Hace unos años nació nuestro único hijo. Yo me resistía a tener  familia por mucho que Carla insistía,  los amigos y familiares nos daban el coñazo. No vivíamos mal en aquella época y la responsabilidad de tener un hijo me asustaba mucho. Cuando consiguió convencerme y por fin nació nuestro pequeño gamberro, lo primero que hice fue hacerme la vasectomía para no tener  más descendencia, de lo cual no me arrepiento ya que lo de dejar de utilizar preservativos es una grandísima ventaja ¡Los odiaba!
Nos queremos mucho, aunque como en cualquier matrimonio las discusiones son normales. Tenemos un truco cuando sentimos que la pasión se enfría. Es una forma distinta y a la vez muy nuestra de jugar el uno con el otro, siempre entre nosotros, nunca hemos dejado ni queremos hacerlo que terceras personas entren en nuestro mundo de pasión y deseo. No nos hace falta, con lo que hacemos solos la llama de la pasión sigue encendida tras catorce años de matrimonio.
Nuestros juegos son muy interesantes, en ocasiones hacemos como que no nos conocemos. Salimos de casa por separado, con un destino predeterminado, los dos vamos solos, en el punto de encuentro pactado, suele ser en un bar, nos colocamos cada uno en una punta de la barra y comenzamos a lanzarnos miradas, como si fuera la primera vez que nos vemos. Poco a poco vamos acercándonos y dependiendo de las ganas que tengamos de jugar incluimos la indiferencia para ver como actuaria el otro.
Este juego tiene la ventaja de que antes de empezar sabes el resultado, pero aun así es divertido.
Hemos llegado a salir en carnavales, sin que ninguno de los dos sepa de qué va disfrazado el otro. Nos hemos mezclado con la gente de una fiesta y hemos tenido que buscarnos para poder empezar nuestro juego particular.
También en un par de ocasiones nos hemos ido a un motel. Uno de esos que se alquilan por horas, donde las parejas van a lo que van. Eso cuando son pareja, ya que en estos sitios los clientes suelen ser amantes que buscan un lugar intimo y cómodo donde dejar rienda suelta a su imaginación. Además la primera vez que fuimos descubrimos que las habitaciones son temáticas, muy bien decoradas, con algun detalle para los huespedes y un enorme jacuzzi  donde siempre terminamos relajándonos después de haber hecho el amor durante toda la velada como salvajes.

Las salidas intimas también han aumentado, aunque solemos ir de fiesta con amigos siempre reservamos una noche o un fin de semana para nosotros dos. Esos días vamos a cenar a algún lugar tranquilo, nos tomamos unas copas sentados en una mesa, hablando continuamente, sin dejar de mirarnos a los ojos. Para terminar en alguna sala donde se pueda bailar muy agarraditos, a los dos nos apasiona el baile y hace ya muchos años que vamos a clases de bailes de salón, otra cosa para la que me tuvo que convencer Carla ya que yo siempre había odiado el baile, ahora no puedo vivir sin dar unos pasos de bachata o merengue a su lado.
Siempre íbamos al cine, a los dos nos apasiona; desde hace dos años empezamos a ir a actuaciones de monologuistas. Son mucho más divertidas y como se han puesto tan de moda, todos los meses hay en algún local un concurso, que sale más barato, no te cobran entrada solo un pequeño suplemento en las copas. Es más, seguimos a un par de actores locales que para nosotros son muy buenos y después de unos pinchos y unos cubatas, se agradece un buen rato de risas y diversión.
Esta última semana ha sido muy dura para mí. He estado de viaje por Europa con mi jefe el Señor Gonzalez,  nos hemos pegado una paliza tremenda, recorrer nueve países en cinco días no es plato de buen gusto para nadie. Prácticamente hemos dormido en los aviones, ya que nada más llegar a un aeropuerto, el se montaba en un coche de alquiler y yo en otro, para que nos diera tiempo a visitar a todos los clientes que teníamos previsto en la agenda.
Salí de casa el domingo pasado a las seis de la mañana con destino al Aeropuerto de Villanubla. Cuando llegue mi jefe me estaba esperando.
-¿Estás listo? ¿Te sientes con fuerzas?-, me dijo nada mas verme.
-Mas ilusionado que preparado, pero estoy dispuesto a aprender todo lo que pueda esta semana-, le dije pensando que iba a ser la primera salida importante de mi carrera profesional.
La verdad que iba con más miedo que vergüenza. Ya habíamos visitado a muchos clientes en España, siempre juntos para que yo me formara y aprendiera de él todos los trucos necesarios que utiliza para vender nuestro producto. Pero esta vez era distinto, yo domino muy bien el ingles y me defiendo en francés, estos idiomas se hablan de manera oficial en dos de los países que visitaríamos, mis dudas estaban en que pasaría en los otros siete. ¿Sabría hacerme entender y explicar las ventajas de nuestro producto con respecto a la competencia? ¿O seria todo un desastre?
Pronto descubriría que en España somos muy borricos, nadie quiere aprender idiomas y eso es un gran error, no sé si es culpa nuestra o del sistema educativo que tenemos. Pero una cosa es segura, en cuanto salí de España y sobre todo en cuanto llegue a los países del este, me di cuenta enseguida de que prácticamente todo el mundo, aparte de su idioma local, hablan   al menos otro y ya no te quiero decir nada el día que llegamos a nuestro primer destino, Lisboa. Los portugueses son increíbles, los cinco clientes que me tocaron a mi hablaban, por supuesto portugués y también francés, ingles, algo de italiano y español. Es más, el último con el que estuve, se había dedicado media vida al turismo y además de todos esos idiomas era capaz de defenderse en alemán y ruso, el tipo me quede boquiabierto con la demostración que me hizo.
A pesar del tremendo estrés que he vivido estos días y del agotamiento físico y mental que he tenido, vuelvo muy contento. Las expectativas que teníamos de venta se han multiplicado por tres y las felicitaciones que he recibido de mi jefe me hacen pensar que voy a estar en este puesto muchos años.
Todas las noches he hablado con mi mujer por teléfono, mejor dicho a través de mensajes telefónicos, con una de esas aplicaciones que todos tenemos instaladas en el móvil estos últimos tiempos y a las que los jóvenes son adictos, no hay ni uno por la calle que no vaya mirando al móvil, escribiendo a toda velocidad con los pulgares. Yo antes apenas usaba el whasapp, he descubierto su utilidad en este viaje internacional, con el teléfono de empresa tengo prohibidas las llamadas que no sean de trabajo y en el particular la tarifa europea vale una pasta. Así que por medio de esta aplicación y en cuanto pillaba una zona con wifi, me ponía en contacto con Carla para ver como les iba a ella y a nuestro pequeño.
Cuando llegamos al aeropuerto de Madrid esta anocheciendo. Esperamos una eternidad a que salgan nuestras maletas por la cinta de equipajes y vamos disparados a la ventanilla de alquiler de vehículos en la que la secretaria de mi jefe nos ha reservado uno para que volvamos lo antes posible.
Como siempre, yo tengo que ir de copiloto, este tío no confía en nadie en carretera y a mí se me hace eterna su forma de conducir, no pasa nunca de la velocidad máxima  y a pesar de ir por autovía los ciento veinte kilómetros por hora se hacen eternos en este tipo de vías.
Encima es de los que cada hora para a fumar, con lo cual aun tardare mas en llegar a mi casa. En la segunda parada está muy cansado y algo mareado, me lanza las llaves del coche y me dice.
-Llévalo tú, yo no me encuentro muy bien desde que ayer cenamos ese plato tan extraño en Rumania-, ni le respondo.
Monto en el asiento del conductor, arranco el potente BMW y salgo como una exhalación a la autovía. Vaya cambio, no bajamos de ciento cincuenta, los kilómetros pasan rapidísimo. En cuarenta minutos estamos en la puerta de la fábrica, dejamos el coche y la documentación de todas las ventas y tras despedirnos vamos cada uno hacia nuestro vehículo.
Antes de subir llamo a Carla por teléfono, no contesta nadie ¡que raro! A mitad de camino la llamo de nuevo, nada tampoco contesta. Es viernes, las diez de la noche y no coge el móvil, me empiezo a preocupar, comienzo a marcar el número del fijo y en ese momento entra un mensaje de Whasapp que dice lo siguiente:
No te asustes cariño, tengo una sorpresa preparada para ti, pero antes  tienes que hacerme un favor
No sé que pasa, me he quedado un poco paralizado, en el siguiente semáforo contesto:
                        Que pasa mi niña, esta todo bien?

Nada más arrancar entra el siguiente mensaje:
Tranquilo, todo va bien. A partir de ahora no me contestes, solo te pido eso y que hagas caso a todo lo que te diga. Estas de acuerdo? Si es correcto mándame tu localización ahora mismo.
Aunque sigo algo mosca la contesto afirmativamente, mando el punto donde me encuentro y me aparto del tráfico en cuanto es posible para poder leer sus instrucciones sin tener ningún problema por ir con el teléfono. Tarda unos minutos en llegar el siguiente, que dice así:
Cuando llegues a casa no enciendas la luz del pasillo, vete directamente al salón y espera que yo te escriba sin hacer nada, ni siquiera encender la televisión.
Por el camino voy pensando que puede estar pasando, no se me ocurre nada. Al llegar a casa meto el coche en el garaje, saco las maletas y entro por la puerta que da acceso a un pequeño pasillo, dejo los bultos en el suelo y sin dar la luz entro en el salón impaciente, aquí no hay nadie. Otro mensaje:
Lo estas haciendo muy bien cariño. Ahora quiero que te quites toda la ropa incluida la interior y que te pongas el batín que tienes sobre la mesa. Cuando estés listo vete a la cocina y espera allí.
Tengo la sensación de que esto me va a gustar, sin más me desnudo completamente, menos mal que tenemos suelo radiante y que Carla ha encendido la calefacción si no me habría quedado helado. Sigo sus órdenes, el batín es de raso negro muy suave, la sensación al contacto con mi piel desnuda es agradable, voy a la cocina. Allí una vela ilumina dos copas  vacías situadas una a cada lado de ella, sobre la encimera una cubitera llena tapada con un trapo, una botella de vino blanco en su interior.
Suena el teléfono, es otro mensaje:

Quita el sonido del móvil, se pierde todo el romanticismo. Llena las copas de vino y saca del frigorífico la bandeja que tiene los fresones preparados. Ven al piso de arriba y espera al final de la escalera.

Con las copas en una mano y la bandeja en la otra subo las escaleras, al llegar arriba veo que todo el pasillo está iluminado con dos hileras de velas una a cada lado, que terminan en la puerta de nuestro dormitorio. La pantalla del teléfono, ya silenciado, se ilumina, un mensaje nuevo:
No tengas prisa mi amor, ven despacio al dormitorio, la puerta esta abierta. Entra en la habitación deja las copas sobre la mesilla junto con los fresones, quítate el batín y túmbate en la cama boca abajo mirando hacia el televisor.
En esto último no la puedo hacer caso, lo siento, con grandes zancadas tardo unos segundos en llegar a la habitación. Al abrir la puerta me da un vuelco el corazón, ella tampoco está allí. Todo el dormitorio está lleno de pequeñas velas encendidas, el ambiente huele a incienso que veo quemándose en un útil especial para ello sobre la cómoda.
 


La cama,  cubierta por una preciosa funda completamente blanca y llena de pétalos de rosa, me siento abrumado y muy enamorado. Se enciende otra vez la pantalla del móvil, otro mensaje:
José haz el favor de seguir todas mis instrucciones, cierra la boca y termina con lo que te he pedido.
Tiene razón, lo que pasa es que al entrar y verlo todo así, he tenido la sensación de que ni siquiera estaba en mi dormitorio. Dejo las copas y las fresas en la mesilla, me desnudo y me tumbo en la cama en la posición que ella me ha dicho.
Nada más hacerlo se enciende el televisor, en la pantalla aparece Carla, está en nuestro salón. Preciosa con el pelo largo y rizado con mechas de tres tonos distintos, tiene puesto un picardías rojo muy ceñido que hace que sus pechos estén perfectos y apretados, de fondo se escucha una canción instrumental muy bonita que me recuerda a la banda sonora de alguna película que vimos no hace mucho tiempo juntos. Carla empieza a hablar.
“Hola José, amor mío, esta semana hemos estado más lejos que nunca desde que nos conocemos, te he echado mucho de menos, tus sonrisa, tus caricias, tus besos, esa forma tan especial que tienes de mirarme, las conversaciones diarias e incluso ese punto de mal genio que tienes algunas veces. Hoy quería que fuera una noche especial, el niño está con mis padres, aunque sé que tenias muchas ganas de verle, eso tendrá que esperar a mañana. No te preocupes esta noche te lo voy a compensar con creces. Si te preguntas ¿Por qué todo esto? La respuesta es muy sencilla, porque te amo, te deseo y eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. Soy feliz a tu lado y quiero que nuestra relación dure toda la vida que espero que sea muy larga. Te quiero mi niño y esto es para que lo disfrutes”.
El televisor se apaga, estoy emocionado, una lagrima asoma en mi parpado, tengo que aguantar esta emoción, Carla se merece que esté atento a lo que me ha preparado.
Se enciende el equipo de música, con las primeras notas enseguida se que tema es, una canción de Beyonce, para la que se grabo un video con una coreografía impresionante, que cada vez que ponían en la tele me quedaba mirando embobado.
En cuanto empieza a cantar se abre la puerta del baño, por ella con pasos de modelo y al ritmo de la música sale mi mujer guapa e igual vestida que en el video que vi antes en el televisor, ahora además del picardías rojo tiene puestas unas medias del mismo color y va maquillada de manera muy agresiva, la línea de sus ojos la da un aspecto felino.

Baila al ritmo de la música, se ha aprendido todos y cada uno de los pasos, pero con una diferencia, Carla exagera y hace más sugerentes los movimientos sensuales. No hace como que se acaricia el sexo, se lo acaricia, no hace como que se toca los pechos, se los toca y aprovecha para pellizcarse los pezones también. En cuanto me dio la primera vez la espalda y se agacho para mostrarme su pubis desnudo supe que quería penetrarla. El baile continua, cuando se acerca a mi intento tocarla y ella me lo impide y me hace un gesto negativo con el dedo delante de mis narices. Cada vez se acerca mas, siento su calor, su olor especial.
Durante las últimas notas de la canción por sorpresa se monta sobre mi sin dejar que me mueva. Acaricia mi espalda y solo soy capaz de decirla.

-Gracias mi vida-, tengo la voz algo entrecortada por la emoción, ¿o es por el deseo?
-No me las des aun cariño, esto acaba de comenzar-, me contesta susurrándome al oído y aprovecha que esta tan cerca para darme un lametazo y un mordisco en la oreja. -Relájate y cierra los ojos.
La hago caso lo siguiente que siento es algo liquido, frio, goteando sobre mi espalda. Un escalofrió me recorre el cuerpo entero, no digo nada. Enseguida comienza a darme un masaje muy despacio, ejerciendo una ligera presión sobre mis músculos. Carla va pasando del cuello a los dorsales, lumbares y por ultimo aprieta con fuerza mis glúteos donde me da un buen mordisco.
Yo estoy muy excitado, ella continua bajando tras masajear mis piernas, me tira a la cabeza el picardías, esta completamente desnuda. El masaje continúa pero ahora no utiliza las manos, lo hace con todo su cuerpo rozándolo contra el mío, es maravilloso sentirla así. Cada vez que se acerca a mi oído me susurra.
-José, mi amor, te quiero, te deseo, quiero hacerte feliz-, su voz es cada vez más suave y jadeante.
Me pide que de media vuelta y que cierre de nuevo los ojos. Tumbado boca arriba me coloca los brazos en cruz.
-Cariño no puedes tocarme-, una sonrisilla picara sale de su boca.
De nuevo sobre mi pecho la sensación liquida y fría, el masaje es aun más audaz, comienza también en el cuello pero tras pasar las manos por mi pecho llega directamente a mi pene erecto. En el se entretiene, lo acaricia, lo aprieta con fuerza, pasa el dedo pulgar aceitado por el glande haciendo circulos, me masturba sin prisa.

Cuando para son sus pechos lubricados los que se frotan contra mi cuerpo. Hacía mucho que no estaba tan cachondo, ¡no puedo más!, la agarro por las caderas, ella me detiene.
-Quieto aun no es el momento-, me conoce bien y sabe que no puedo esperar mucho más.
Sigo con los ojos cerrados y los brazos en cruz, se baja y de inmediato se monta de nuevo, esta vez de espaldas a mi.
-Saca la lengua mi amor-, me pide de nuevo entre risas.
Abro la boca y saco la lengua de su escondite, noto como Carla se mueve, enseguida noto en la punta de la lengua el roce de su sexo, me lo hace desear y por mucho que la saque ella se aleja lo suficiente como para que solo pueda rozarla.
Poco a poco me va dejando que la coma, acercando el clítoris a mi lengua, sus jadeos van  a más y se apoya completamente sobre mi pecho. Es toda mía o eso pensaba yo, mientras lamo con locura, noto como de nuevo se agarra a mi erección y como se la mete en la boca. Es un perfecto sesenta y nueve, cuanto mejor lo hace ella y mas se la traga; mas profundizo yo con mi lengua, con las manos abro sus glúteos y me aferro a ellos, ya no me dice que pare, eso es señal de que la está gustando. La prueba definitiva es que de repente deja de chuparme, oigo su respiración muy acelerada, sus gemidos con cada pasada por su clítoris, hasta que por fin termina en un orgasmo largo.

Respira profundamente, viene a mi boca y me besa.
-Que bien sabes-, me dice y me muerde el labio inferior. Se coloca a cuatro patas sobre la cama. – ¿Que quieres hacer y por donde quieres entrar?- ahora se ríe, pero creo que es porque nunca pensó decime algo así.
-Tranquila sé lo que quieres y te lo voy a dar-, al decir esto me pongo de rodillas justo detrás de ella.
La imagen es fantástica, paso dos dedos por su mojada vulva, acariciándola también el ano para lubricarlo. Introduzco en el un dedo, no parece molestarla, así que voy con el segundo y al ver como la gusta meto el tercero. Cuando la tengo ya apunto la penetro la vagina,  ¡que calor más agradable!, con el miembro empapado de su néctar, saco los dedos del culo y con cuidado me meto todo lo que puedo en el. Estoy impresionado y muy excitado, con cada empujón, siento que no voy a tardar demasiado en correrme, así que decido tomármelo con más calma, sin llegar a salir de ella en ningún momento, bajo el ritmo y se la clavo muy despacito desde la punta hasta el fondo.
Es ella la que empieza a moverse, quiere más y a la velocidad que voy yo no va a llegar al orgasmo nunca por mucho que la guste. Con cada penetración golpea contra mi cuerpo, se azota ella sola contra mi pubis.
-Cariño sácala, métemela en su sitio, quiero correrme ya, vamos-, no me lo pide, me lo está gritando sin darse cuenta.
En un solo movimiento cambio de ubicación, con solo tres empujones Carla chilla de nuevo.
-Si, si, no pares ahora no pares-, detrás de eso llega otro orgasmo.

El que no puede para ya soy yo, rápidamente vuelvo a su culo, donde eyaculo con espasmódicos movimientos, palpitar dentro de ella es maravillosos y sentirme tan feliz y tan amado es mejor aun.

Después de unos abrazos y unos besos, me coge de la mano y me lleva al cuarto de baño. Dentro hay cientos de velas encendidas, la bañera está llena de agua, el aroma que se respira es de velas aromáticas y a las sales que ha echado en la bañera. 


Los dos entramos juntos, nos sentamos frente a frente, aun esta el agua caliente, no sé que decirla, solo puedo mirarla sin parar, la veo sonreír y sé que es feliz , que está contenta de lo que hemos hecho y sobre todo de cómo lo hemos hecho.
Lo único que puedo hacer es decirla.
-Te quiero mi amor, siempre te querré, gracias-.


                                                                                                          J.M. LOPEZ

8 comentarios:

  1. wow que tierno, excitante, sensual, erotico y tan lleno de amor!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, eso es lo que pretendo y parece que he acertado

      Eliminar
  2. Así se hace, José. Cuando dos se quieren y luchan por mantener muy vivo lo suyo, todo viene como has descrito, solo hay que tener voluntad y ganas siempre de más. Ella se lo ha currado muy, muy bien... Te aseguro que me he puesto en el pellejo de ambos y la sensación es fantástica :-)
    Besos de Pecado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me hace mucha ilusión que te guste tanto. Cuando los escribo intento ver ante mi las escenas completas para que al leerlos vosotros sintáis lo mismo que yo. Gracias besos de pecado.

      Eliminar
  3. Así es como escribo yo también. Metiéndome en la piel de cada uno para sacar todo de ellos y transmitir. Creo que es la mejor manera. Besos de Pecado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En eso siempre vamos a coincidir, Gracias.
      Besos de pecado.

      Eliminar
  4. Con los sentimientos a flor de piel bien hecho q nunca muera la pasión...

    besos

    ResponderEliminar

Se agradecerán los comentarios que sirvan para mejorar.