Como
todos los jueves la pandilla de amigos salíamos de fiesta. La única diferencia
era que ese día las calles estarían llenas de gente de todas las edades y de un
montón de turistas. Las procesiones con sus pasos y miles de cofrades, son una
gran atracción en Valladolid todos los años, además esta vez hacía por fin buen
tiempo, los últimos años la Semana Santa había estado marcada por el frio y la
lluvia.
En
estas fechas los hoteles se llenan, el ambiente es agobiante, no hay forma de
comerse un pincho o tomarse ya que todo está a reventar. Por eso habíamos
quedado en el pueblo donde vivimos, para empezar con unos vinos y unas tapas.
Unas
horas antes de salir estaba trabajando, siempre me toca la mañana del jueves
Santo, cada año es lo mismo, solo tenemos mantenimientos preventivos en la fábrica
pero termino agotado de andar de un lado para otro. Al llegar a casa estaba
fundido, no tenía ni hambre, me tiro en la cama directamente y al despertar ya
es de noche. Me pego una buena ducha después de afeitarme y rebusco en el
armario; unos vaqueros con una camisa negra, que me queda genial, unos zapatos cómodos
y al bar donde hemos quedado.
Llego
como casi siempre el último, pero esta vez antes de la hora acordada así no
pueden echarme en cara que si soy un pesado, que si tardo un siglo en
arreglarme, ni que siempre cenamos tarde por mi culpa. Tras unos vinos y unos
canapés rápidos, montamos en dos coches ya que somos siete y nos dirigimos a la
ciudad.
Como
ya os había contado todo está lleno, damos unas cuantas vueltas con el coche
para nada, al final vamos al aparcamiento de la feria de muestras, y bajamos
andando al centro, total son diez minutos a pie y podemos charlar antes de
entrar en los bares, que con la música a tope casi no podemos ni hablar.
Al
llegar a la calle Platerías todo está cortado, no se puede cruzar ni andando,
es el momento justo en el que sale la procesión de la Iglesia de la Vera Cruz,
los cofrades preceden los pasos, son cientos, el primero es el que representa
mejor a iglesia, la Virgen sentada con su hijo Jesús ya muerto entre los
brazos, expresión triste, lágrimas en los ojos y las manos alzadas al cielo
pidiendo explicaciones a Dios por lo que ha pasado. Tengo que reconocer que las
tallas que salen en las procesiones de Valladolid son increíbles, la mayoría
del siglo XVI y están hechas por los mejores artistas imagineros de la época,
la sensación de realidad es total al verlas.
Después
de cuarenta minutos viendo los pasos y escuchando el silencio solo roto por tambores y trompetas, ¡me pone la piel de
gallina!, no soy nada religioso pero tengo que reconocer que esto es muy
bonito; conseguimos pasar a través de la gente y vamos directos al Pub Dublín
donde pedimos la primera ronda de copas.
Mientras hablamos entre nosotros y con gente
conocida de otras juergas, la veo a ella por primera vez. Es alta, delgada pero
con unas curvas increíbles, su melena negra y larga supera con creces la mitad
de la espalda, tiene unas piernas preciosas metidas dentro de unos pantalones
muy ajustados y unos tacones de vértigo. Cuando se da la vuelta, descubro que
su cara es increíble, parece tallada por los mismos artistas que hicieron el
paso que acabamos de ver, tiene unos enormes ojos marrones, una sonrisa
fantástica y unos labios que parecen pedir ser besados. Ella está tomando una
botella de agua, habla con un chaval que carga varias bolsas, a mi entender de fotógrafo,
más que nada por los objetivos que cuelgan de ellas y por la cámara súper
sofisticada que tiene encima de la barra.
No
soy el único que se ha fijado en ella, todo el Pub está atento a sus
movimientos, varios moscones se acercan para presentarse, ella da dos besos a
todo el mundo con una sonrisa, pero se nota en su mirada que la están
agobiando. En ese momento decido echarla una mano, nadie se acerca a una mujer
tan guapa si se creen que esta con otro hombre.
-Carlos,
¿Me ayudas?-, le digo al amigo que tengo más cerca.
-Si
lo que quieres es conocerla olvídate, es demasiada mujer para ti, incluso para mí-,
me dice dándome un pequeño toque con el puño en el hombro y moviendo la cabeza
de manera negativa.
-No
macho, no me refiero a eso, fíjate como la acosan esos petardos, si vamos
nosotros y la rodeamos como si la conociéramos no irá nadie más a darla la
coña-, le cuento mi plan.
Carlos
habla con el resto del grupo, vamos todos a la zona de la barra donde ella y su
amigo fotógrafo están colocados. Edu otro buen amigo se acerca a ella se la
presenta y la dice que no se preocupe que nosotros la serviremos de muro ante
tanto niñato salido.
Sorprendida
no dice nada, mientras seguimos hablando de nuestras cosas, futbol, mujeres,
trabajo y más mujeres, no somos ni mucho menos unos ligones cada uno tenemos
nuestras historias, pero nunca llegan a ser nada serio, nos gusta demasiado la
juerga y estar juntos como para que ninguna mujer pueda aguantarnos; Edu nos la
presenta a todos, se llama Carla, la fotógrafa es ella no su amigo, el solo es
su ayudante, tiene un estudio en Valladolid, la han contratado para que haga un
reportaje sobre la Semana Santa de la ciudad, ahora se está tomando un descanso
ya que ha empezado casi al amanecer con la llegada de los pasos a las iglesias
después de una noche recorriendo las calles principales del centro y ha
continuado todo el día con las procesiones diurnas.
Cuando
llega mi turno noto que se fija mucho en mi. Charlamos un rato hasta que las
trompetas de otra cofradía suenan en la puerta del bar, coge su cámara, cambia
el objetivo y sale disparada casi sin tiempo para despedirse. Desde dentro veo
como se pone en medio de la calle y el flas de la cámara comienza a saltar cada
pocos segundos. Se puede poner en ese lugar gracias a la acreditación que lleva
colgada del cuello, por eso antes tuvimos nosotros que esperar a que toda la
cofradía pasara de largo, la policía no permite que nadie cruce la calle
mientras ellos pasan.
La
pierdo de vista varias veces, hasta que al final no la veo por ningún lado. Voy
a pedir otra copa a la barra, me doy cuenta de que se han dejado uno de esos
enormes objetivos junto a una de las columnas. Lo cojo a toda velocidad, aviso
a Edu que voy a devolvérselo, salgo a la carrera entre la gente, no es fácil
moverse, está todo muy lleno, voy mirando a la carretera sin tener suerte, no
la encuentro, cuando alcanzo al paso tampoco la veo por ningún lado. Tras dar
una larga vuelta para esquivar a todo el mundo descubro que se ha cruzado otra
procesión y que es probable que ella les haya seguido. Vuelvo a correr pero ha
desaparecido.
Tras
media hora de carreras vuelvo al Pub con mis amigos, el objetivo aun en la
mano. Pido la copa que antes no pude y les comento lo sucedido a todos. Me
miran con ojos sorprendidos.
-¿Seguro
que la seguías solo por eso José? ¿No quieres nada mas de ella, de verdad?-,
pregunta Víctor con cara de viciosillo como siempre.
-No,
no quiero nada, este cacharro vale una pasta y no puedo permitir que nadie lo
coja para hacer el tonto con el, ya verás que disgusto se lleva Carla cuando
descubra que lo ha perdido-, le cuento intentando que no se note lo mucho que
me ha gustado ella.
Después
de un par de copas más salimos todos juntos a la calle, ahora hay mucha menos
gente, imagino que todo el bullicio se habrá desplazado a otra zona. Yo sigo
llevando el objetivo en la mano por si acaso la encontramos otra vez esta
noche.
Nos
metemos en otro local, en el veo al joven ayudante de Carla, le doy el cacharro
perdido a uno de mis amigos y le digo que lo esconda, me acerco al chaval.
-Buenas
noches, ¿Me recuerdas de antes?-, le saludo.
-Sí
claro que te recuerdo ¿Eres José verdad?-, me contesta.
-Sí,
soy José, ¿Dónde has dejado a Carla?-, le pregunto.
Me
mira sonriendo, me cuenta que su trabajo ya ha terminado por hoy, que Carla se
ha ido al estudio que tienen para revisar todo el material, que estaba muy
cabreada porque han perdido un objetivo muy caro y no tenían ni idea de dónde.
-¿Me
podías dar la dirección del estudio? Por si alguna vez necesito unas fotos-, le
digo mintiéndole, por la cara con que me mira me doy cuenta de que no se lo
cree, pero de todas formas me da una tarjeta donde viene la dirección.
Aun
tardo un buen rato en poder escaquearme de mis amigos. Después de un largo
camino llego al estudio de Carla, en el hay un gran cartel donde pone “Estudio
de fotografía, todo lo que imagines se hará realidad”, y unas cuantas cosas
más, pero esta es la frase que me llama la atención. Desde la calle no se ve
luz de ningún tipo, creo que he llegado muy tarde, aun así golpeo con los
nudillos en el marco de la puerta, no contestan. Espero unos segundos y golpeo
de nuevo, ¡aquí no hay nadie! Me alejo unos pasos y de repente se me ocurre una
cosa.
Saco
del bolsillo la tarjeta que me ha dado el ayudante de Carla, del otro el
teléfono móvil, marco el número del fijo, a través de la puerta oigo como
suena, tras varios tonos escucho su voz al otro lado del teléfono, pero es el
contestador automático de la tienda. Solo me queda una oportunidad, marco el número
del móvil suenan ocho tonos y cuando ya no me quedaba ninguna esperanza alguien
contesta.
-¿Quién
es?-, su voz suena tan dulce como en el Pub.
-Hola
soy José, nos hemos conocido antes en el Dublín, os habéis dejado un objetivo y
venía a devolvértelo-, digo muy feliz porque me coja el teléfono.
-¿Dónde
estás?-, me pregunta sorprendida.
-En
la puerta de tu estudio, me dio la dirección tu ayudante-, contesto.
-Espera
uno momento, estoy en el cuanto de revelado y ahora no puedo salir-, me dice entusiasmada.
Espero
casi veinte minutos, en los que no dejo de pensar en su sonrisa, en su mirada y
en lo guapa que estaba cuando nos han presentado. En la calle hace frio y doy
paseos de un lado a otro para intentar que los pies me entren en calor ¡Los
tengo helados!
Escucho
a mi espalda como se abre la cerradura de la puerta, me acerco rápidamente,
Carla asoma la cabeza por ella.
-Buenas
noches José, muchas gracias por haber venido y siento mucho haberte hecho
esperar-, me dice dándome dos besos.
-Tranquila
no pasa nada, ya sé que estás trabajando y que durante el revelado no puedes
salir del cuarto oscuro-, su sonrisa es maravillosa.
La
doy el objetivo, ella se queda mirándolo y me da un gran abrazo de
agradecimiento.
-No
te puedes hacer una idea de lo caro que es esto y del disgusto que tenía, he
estado llamando toda la noche a las iglesias donde hemos trabajado, todos me
decían que nadie lo había visto, ya pensé que lo había perdido para siempre-,
la noto muy contenta.
-No
ha sido nada, es lo menos que puedo hacer después de lo amable que has sido
antes conmigo-, no dejo de dar pequeños golpecitos al suelo con los pies por el
frio que tengo.
-No
te quedes ahí, pasa dentro tienes que estar helado-, se aparta de la puerta y
entro rápidamente.
La
tienda es pequeña, con un mostrador de cristal donde tiene expuestos un montón
de útiles y cámaras fotográficas, las paredes están cubiertas de retratos, en una
estantería hay muchos álbumes de distintos tamaños y colores, aunque la luz
está apagada y es difícil ver, ya que solo ilumina la estancia la poca luz que
pasa por la cortinilla que sirve de separación entre esta zona y la trastienda.
-¿Qué
te parece mi antiguo lugar de trabajo?-, me pregunta Carla.
-¡Antiguo!
¿Por qué dices eso?-, la contesto sorprendido.
-Esta
semana es la última que trabajo aquí, hace tiempo que la gente no anda muy bien
de dinero y ya casi nadie revela sus fotos, las prefieren tener en el
ordenador-, se la nota triste al hablar del tema.
-¿Entonces
cierras o qué?-, me pica la curiosidad.
-Sí,
pasa dentro y lo veras tú mismo-, dice indicándome que la siga.
Entramos
en la otra sala, es mucho más amplia, con los típicos paraguas de iluminación,
algún foco colgado del techo de distintos colores y varias cámaras de fotos en
sus trípodes apuntando a una pared de color blanco. Colgando del techo junto a
esa pared hay distintos rodillos con ladrillos pintados, un cielo azul, una
imagen típica de Paris etc… que se utilizan como fondo para reportajes
fotográficos a petición del cliente o según la inspiración que tenga ese día el
profesional. En un rincón se almacenan infinidad de cajas de cartón
precintadas, en ellas está escrito a rotulador lo que tienen dentro. Ahora lo
tengo claro, están desmontando el estudio para cerrarlo.
-Espera
un momento tengo que hacer una cosa-, me dice alejándose de mí y entrando en lo
que parece el cuarto oscuro.
Espero
a que vuelva; mientras observo de nuevo todo lo que hay allí, no me puedo creer
que esto se cierre, aunque pensándolo bien es cierto que yo, por ejemplo, no
revelo una fotografía hace más de seis años, si todo el mundo hace lo mismo
este negocio no puede funcionar.
-Ya
está ¿Quieres ver el proceso que sigo para revelar un carrete?-, me pregunta
desde la puerta.
-Por
supuesto que si-, estoy entusiasmado, solo lo he visto en películas y en algún
documental.
Entramos
juntos en el cuarto oscuro. Carla cambia de la luz blanca del fluorescente a
una pequeña bombilla roja que cuelga del techo, de un bote pequeño saca un
carrete de fotos y lo abre tirando de la película por completo, a continuación
sumerge el rollo en un líquido que según me va diciendo ella es el líquido
revelador. La magia comienza en un minuto, la película se llena de imágenes, en
ese momento la coge con unas pinzas y la introduce en otro recipiente con agua
y ácido acético, a esto se le llama detenedor. Los negativos pasan a otro
recipiente con líquido fijador y después de aclararlos los deja colgados unos
minutos en un pequeño cable que va de una pared a otra del habitáculo.
Aprovechamos
este rato de secado para charlar un poco, Carla me cuenta que está muy triste
porque se va de nuestra ciudad, pero que por otro lado la hace mucha ilusión su
nueva vida en Madrid, donde un gran estudio la ha contratado para hacer
reportajes de prensa, que tiene miedo también ya que el sueldo fijo es muy bajo
y que solo lo compensara dependiendo del precio que los medios de comunicación
paguen por sus fotos, de las cuales ella se llevara una comisión. También me
dice que en los periodos de vacaciones va a recorrer mundo haciendo fotografías
que venderá como Freelance o agente libre cuando regrese a España.
Mientras
habla no puedo dejar de mirarla, sus facciones se acentúan con esta luz roja,
sus ojos se han convertido en dos puntos negros que me atraen sin remisión, a
pesar de estar muy atento a todo lo que me cuenta no puedo hacer otra cosa que
desearla cada vez más.
Suena
un despertador que ella antes había programado.
-Ya
tienen que estar secos, ahora vamos a positivar-, la miro sin entender nada, -vamos
a poner la imagen del negativo sobre papel como en las fotos de toda la vida-,
me explica y sonríe.
La
magia continua, de cada negativo va saliendo su copia en papel, todas las fotos
en blanco y negro, las va dejando colgadas para que se sequen después de haber
pasado también por varios líquidos.
Cuando
salimos del cuarto oscuro siento frio, dentro la humedad, el calor y los
productos químicos hacen que la atmosfera sea asfixiante.
-¿Te
apetece una copa? Creo que hay algo de ron por aquí y estoy segura de que tengo
refrescos, hielo y vasos en algún sitio-, acepto con un gesto, ella busca en
una de las cajas los vasos, mientras yo saco los refrescos y la botella de ron
del frigorífico.
No
encuentro el hielo que Carla decía pero con el alcohol frio y las latas aún más
frías tampoco nos hace falta. Preparamos juntos dos copas, brindo con ella por
una velada maravillosa y una lección de revelado magistral. Durante la
conversación siguiente se me ocurre decir, sin ninguna intención, que a mí
nunca me ha hecho nadie un reportaje fotográfico, que odio salir en las fotos. Carla
me cuenta que a ella tampoco, que siempre ha estado del otro lado de las
cámaras, deja su segunda copa apartada a un lado y enciende toda la
parafernalia que suele utilizar para sus reportajes.
-Hoy
va a ser el día de tus primeras fotos, primero te las hare yo a ti y luego me
las harás tu a mí y si quieres después nos fotografiamos juntos-, la idea me
parece genial.
Me
levanto de la butaca donde he estado la última hora escuchándola hablar y me
dispongo a ayudarla en todo lo que necesite. Mientras lo preparamos nuestras miradas se encuentran en varias
ocasiones, la forma de mirarnos ha cambiado, ahora es más
intensa por parte de los dos. En un momento dado nuestros rostros están tan
cerca que solo con estirar los labios creo que la podría besar. Estoy seguro de
que Carla me desea tanto como yo a ella, nuestros cuerpos empiezan a
necesitarse y a experimentar cambios agradables.
Cuando
ya está todo listo me pide que me coloque en el centro de los focos, y que
empiece a improvisar poses, soy un desastre para eso pero poco a poco me animo
e intento sacar lo mejor de mí, sin dejar de mirarla ni un segundo para
sentirme inspirado. Cuando la toca a ella sus ojos no se apartan de los míos
mientras acaricia su cuerpo y hace que una erección comience a aparecer en mi
entrepierna, hay un momento en el que sin darme cuenta dejo pulsado el
disparador durante unos segundos y cientos de fotos saltan de continuo.
Carla
me pide que me acerque a ella con el mando a distancia que hace funcionar las
tres cámaras colocadas alrededor nuestro. Nada mas dárselo comienza a pulsarlo
mientras me besa con pasión y deseo. Yo no puedo dejar de acariciar su cuerpo
mientras la voy desnudando veo como los flases se disparan. Saco la camiseta
que tiene puesta por su cabeza, me agarro a sus pechos y los beso a través del
sujetador, ella echa la cabeza hacia atrás y comienza a respirar con más
fuerza.
Lentamente
desabrocho sus pantalones, meto las dos manos por detrás, aprieto con fuerza
los glúteos atrayéndola hacia mí y rozando mi erección contra su cuerpo, la
excitación aumenta, los dos ronroneamos sin dejar de besarnos. Con habilidad
suelto el sujetador que oprime sus redondos y duros pechos, lamiendo y
mordiendo los grandes e inhiestos pezones, mi boca se llena de ella, con la
lengua los acaricio, los presiono y siento su calor.
Pongo
a Carla de espaldas a mí, bajo poco a poco los pantalones que cubren sus largas
piernas, besando su espalda, sus glúteos, sus muslos. Cuando los tiene
completamente quitados empiezo el recorrido inverso haciendo una pausa larga
entre sus nalgas, ella pone el culo en pompa y mi lengua llega a su vulva
caliente. La tela del tanga me deja sentir lo mojada que esta, la aparto un
poco y saboreo sus fluidos salados. Rápidamente me quito el pantalón y la ropa
interior, sin cambiar de postura y sin quitarla el tanga la penetro con fuerza,
aparto con ambas manos sus nalgas para entrar todo lo que puedo y una vez allí
me agarro con fuerza a sus pechos sin dejar de empujar.
Mis
sentidos están disparados, mi piel está completamente erizada con el roce de su
cuerpo, mi olfato disfruta con el olor a sexo que flota en el ambiente, mis
oídos escuchan el ritmo de sus gemidos para acompañarlos con mis movimientos de
cadera, mi gusto aun lleno de su sabor y mi vista, algo estresada por los
continuos flases que lo llenan todo, se sorprende al vernos reflejados en un
espejo cercano, esta ultima sensación es increíble ya que al verme con ella es
como si pudiera observar desde fuera de mi cuerpo como hago el amor con alguien
que siempre habría deseado.
Tras
varios minutos en la misma posición y sin parar de penetrarla Carla tiene un
orgasmo espectacular. Ella coge una silla cercana, me pide que me siente en
ella, momento que aprovecho para quitarme la ultima prenda de ropa, no hay nada
menos excitante que un hombre desnudo con los calcetines puestos; se coloca
entre mis piernas de rodillas, tras besármela con delicadeza, como pidiendo
permiso para algo, se la mete en la boca haciendo que sus labios la rocen desde
la punta hasta el final, la agarra con
las dos manos apretando con muchísima fuerza, siento cada latido de mi corazón
con si fueran a reventarme las ya hinchadísimas venas del pene. Acaricia con
los dientes el glande haciendo que sienta escalofríos, para a continuación pasar
por el mismo lugar la lengua caliente, haciendo que el escalofrió se convierta
en placer, se la traga entera y vuelve a empezar.
Carla
se monta a horcajadas sobre mí, aun estoy sentado en la silla, se la clava
entera y la saca casi por completo de su cuerpo, esta tan mojada que siento
como un liquido cálido escurre por mis muslos. No tarda en tener otro orgasmo y
a mí tampoco me queda demasiado, pero ella se da cuenta y baja tanto el ritmo
que tengo la sensación de que apenas se mueve.
-¿Quieres
ver cómo me follas?-, me pregunta ella.
Yo
solo asiento con la cabeza. Me pide que me tire en el suelo boca arriba, ella
desaparece entre las sombras de la sala y vuelve enseguida con un gran cojín
que coloca detrás de mi cabeza, se pone en cuclillas sobre mi dándome la
espalda y tras penetrarse con mi miembro
de nuevo comienza ha mover el culo de arriba abajo, al principio lo hace
muy lento y por supuesto en esta postura veo como entra por completo en su
vagina y como sale justo hasta el glande. Va aumentando el ritmo hasta que yo
no puedo mirar, de tanto placer he echado la cabeza hacia atrás y he cerrado
los ojos.
-Carla
me voy a correr, no puedo mas-, la digo entre las convulsiones de mi cuerpo.
Se
levanta de golpe, lo para todo dejándome a medias pero con una sensación de
placer increíble. Se coloca de nuevo en cuclillas pero esta vez sobre mi cara
dejando que me la coma entera o mejor dicho follandose mi cara, llena mi boca,
mi nariz y mi barbilla de su jugo, siento como gotea por la comisura de mis
labios, lo único que tengo que hacer es sacar la lengua y moverla con velocidad
cada vez que su clítoris pasa por mi boca, no tarda nada en tener otro orgasmo.
Sin
detenerse a descansar se monta de muevo sobre mi erección, la introduce hasta
el fondo de su sexo, comienza a moverse salvajemente yo aprovecho para agarrar
de nuevo sus pechos y pellizcarla los pezones. En el momento que siento sus
gemidos con más fuerza la sujeto por las nalgas y comienzo a marcar un ritmo
acelerado a la vez que me dejo llevar. La eyaculación y su orgasmo se
acompasan, van de la mano, siento que el corazón se me va a salir del pecho y
Carla se deja caer sobre mi agotada.
Nos
besamos y acariciamos durante un largo rato, sin que las cámaras dejen de
disparar ni un solo instante. Apuramos las copas que tomábamos antes de empezar
con todo esto y Carla me dice que tiene muchísimo trabajo, que por favor me
vaya.
Me
ha dejado sorprendido, no me lo esperaba, me visto y me despido de ella que
parece no inmutarse. No entiendo nada y no sé si habré hecho algo mal, pero es
su deseo, así que nos despedimos y tras salir ella cierra la puerta por dentro
y la pierdo de vista en el interior de la tienda. Me voy andando, pensando en
que errores puedo haber cometido, en lo que he disfrutado y en lo mucho que
ella parecía disfrutar también. Tres calles más adelante me encuentro con dos
de los amigos con los que había salido esa noche, los demás ya se han marchado,
me invitan a una copa y decido emborracharme, no sé si para olvidar o para no
sentir.
De
todo esto hace ya seis meses, casi he olvidado a Carla aunque cuando paso por
una tienda de fotografía aun me siento extraño.
Carlos,
Edu y Víctor han venido a buscarme a casa, acaba de terminar el verano, entre
vacaciones y demás apenas nos hemos visto. Después de unos pinchos y unos vinos
les llevo en coche al centro, volvemos al Pub Dublín, no entraba desde aquel día,
después de la primera consumición vemos como un grupo de pringaos agobian a una
tía que esta buenísima, nos miramos y decidimos hacer la misma maniobra de hace
seis meses. Esta vez el que se queda hablando con la chica es Víctor, los demás
después de tomar la copa salimos a la calle a que nos dé el aire y a fumar un
cigarro.
-José
¿Ese tatuaje del cartel, no es parecido al que tienes tu en el brazo?-, me
pregunta Carlos.
-No,
no es parecido, es el mío-, le digo mientras miro la fotografía alucinado.
-¿Y
qué hace en el cartel que anuncia una exposición?-, pregunta ahora Edu.
-No
tengo ni idea, pero me gustaría saberlo-, les digo.
-Es
fácil, la exposición es cuatro calles más allá, vamos a verlo y así nos
enteramos-, propone Carlos.
Sin
contestarle, vamos todos hacia la galería de arte que se anunciaba en el
cartel. Al llegar mi sorpresa aun es mayor. Flanqueando la puerta de entrada
hay dos carteles, uno con el tatuaje del brazo derecho que ya habíamos visto y
el otro con el que tengo en el brazo izquierdo, como si fueran columnas
decoradas. Nada más entrar en galería me quedo con la boca abierta, por todas
partes hay fotos mías colgadas, en algunas estoy solo, en otras con Carla.
En
ninguna de ellas se ve mi cara, pero sé que soy yo y mis amigos también lo
saben. Las paredes de la galería son completamente blancas y las fotografías
son en blanco y negro, con lo que el contraste hace que sean preciosas, pero yo
me muero de vergüenza.
-No
decías que aquella noche no había pasa nada, pues no es lo que a mí me parece-,
dice Carlos con los ojos como platos.
-Pues
dirás lo que quieras pero a mí me parece que fue una de las mejores
experiencias de tu vida-, dice Edu con sorna.
La
verdad es que estoy impresionado, a la vez que halagado. Las fotos son
preciosas en ninguna se ven nuestros órganos genitales con lo que la
pornografía no existe por ningún lado, es más, solo de verlas me llegan muchos
recuerdos a la mente que hacen que incluso me excite un poco.
Unas
manos me cogen por detrás de la cabeza, una voz conocida y sensual suena en mi
oído.
-Espero
que te gusten y me alegro de que hallas venido-, me dice Carla.
-Yo
no lo sabía, ha sido toda una sorpresa-, la digo mientras la miro de arriba
abajo.
Esta
aun más guapa que la noche que la conocí, sus ojos juegan con los míos, cuando
veo que mira hacia la botonera de mi pantalón, donde se empieza a adivinar una
erección.
-Veo
que las fotos te traen buenos recuerdos, no te vayas muy lejos y esta noche
hacemos otro reportaje-.
J.M.LOPEZ
Voy a compartir en Tumblr los relatos de un paisano que me ha permitido recorrer mi pequeño gran centro histórico de mi ciudad natal
ResponderEliminarMuchísimas gracias, me alegro que te gustara.
EliminarTremendo!!!!
ResponderEliminarHa merecido la pena esperar,me encantó.
Enhorabuena.
Hasta el miércoles. Besis,;)
Es lo bueno que tiene una larga espera, nunca sabes con que te vas a encontrar.
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado, seguro que el del próximo miércoles también te gustara.
Besos.
Hola, José. ¡Por fin llego! He leído detenidamente este relato tuyo... que va desde dentro hacia fuera.
ResponderEliminarMe gusta la variedad de tus ideas y como las plantas sobre el papel.
Felicidades de nuevo. Buen trabajo.
Besos de Pecado.
Muchísimas gracias, me encantan tus comentarios y los agradezco de corazón. Intentó que las historias sean distintas aunque cada vez cuesta un poco más.
EliminarBesos de pecado.
Me ha gustado bastante cómo llevas al lector por la historia. Y también tu manera de describir escenas sexuales, de un modo explícito pero sin caer en la chabacanería vulgar que tanto abunda. Un saludo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario, intento no ser vulgar y reconozco que hay muchas veces que es difícil.
Eliminar