miércoles, 28 de mayo de 2014

ROMA CIUDAD DEL DESEO

Corría el año 64 de nuestra era, Roma era el centro del mundo conocido, nadie se atrevía a combatir nuestras inmensas legiones, con lo que en el imperio reinaba la paz después de siglos de interminables guerras. Solo alguna revuela en Britania y Judea hacían que nos mantuviéramos en guardia.

Precisamente de este último lugar, Judea, venia yo, de ahí mi nombre José de Gezer, población a medio camino entre Jerusalén y el mar mediterráneo. Durante una de esas revueltas, siendo yo un niño, fallecieron mis padres. Fui conducido ante el gobernador de la zona y convertido en esclavo, me enseñaron modales, me dieron la educación necesaria para servir en Roma, con lo que a la edad de veinticinco años me trasladaron a ella bajo las órdenes de uno de los generales de las legiones Romanas.
 
En la ciudad eterna está situada la capital del imperio cuyas riendas maneja ahora Nerón, un déspota que nunca se mereció ser emperador. Hijo adoptivo del gran Claudio tras  casarse este con Agripina y marido de su hermanastra Claudia. Nerón llego al trono después de la sospechosa muerte de Claudio, supuestamente envenenado por la propia Agripina y con la muerte de Británico heredero del imperio. En sus primeros años como emperador manda asesinar a su esposa y a su propia madre.
Por todos los rincones de Roma se oyen cuchicheos sobre la locura del tirano emperador, pero nadie es capaz de hacerle frente por miedo a ser asesinado por sus hombres. Desde que llego al poder se ha dedicado a la diplomacia y al comercio, consiguiendo que las relaciones con los griegos se normalicen ya que hacía siglos que estábamos enfrentados. Construye teatros y promociona competiciones atléticas celebradas por todo el mundo. El Coliseo alberga también combates de gladiadores, es el lugar elegido para las ejecuciones sumarias de todos los traidores, siempre según el propio Nerón, que decide quién es culpable o inocente sin solicitar ni una sola prueba.
Al poco tiempo de llegar a la ciudad mi amo muere en extrañas circunstancias, soy vendido junto con la mayoría de sus esclavos a un consejero del emperador. Por mi educación asciendo rápidamente, me convierto en ayudante de cámara de mi nuevo amo, le acompaño a las reuniones del senado y tengo trato con los esclavos de más alto rango de Roma.
 
En una reunión secreta a las afueras de la ciudad, conocí a Carla, esclava perteneciente a la esposa de uno de los asistentes a dicha reunión. Era morena tanto de cabellos como de piel sin llegar al tono oscuro de los africanos, su melena completamente lisa y larguísima, sus ojos marrones claros llenos de expresividad, posee unas largas piernas, las caderas y los pechos son exuberantes, haciendo que mis deseos se desbordaran desde el primer momento en que la vi.

En esa reunión nuestros amos arriesgando sus vidas planeaban como quitar de en medio al dictador, se discutía si matarle ellos mismos o contratar a alguien cercano a Nerón, si acuchillarlo o envenenarlo, con lo cual las reuniones eran largas y tediosas. A los esclavos les tenían apartados en otro edificio, a excepción de los de más confianza, el cual era mi caso, ya que nuestros amos no dejaban de comer y beber en las reuniones, así que allí nos tenían para servirles las viandas, el vino, sujetar sus cabezas cuando vomitaban por los excesos y de nuevo llenar sus platos y copas de oro para que pudieran continuar las discusiones.
Como era tradición en Roma, durante la noche se llamaba a esclavos sexuales con los que se mantenían relaciones delante de los demás invitados, haciendo que las veladas se convirtieran en autenticas orgias en las que los amos cambiaban de mujeres a hombres como si nada, llegando a un punto de embriaguez que se acostaban incluso entre ellos. Hacían llamar a sus esposas, las cuales también participaban de este divertimento.
Las esposas de los amos solían ser mujeres jóvenes, muy atractivas. Algunas estaban deseando que llegaran las orgias para disfrutar de los cuerpos musculados y potentes de los esclavos, ya que la mayoría de sus maridos eran viejos gordos que no conseguirían hacer disfrutar a una mujer ni en sus mejores sueños.
Para ser sincero del todo tengo que reconocer que era muy excitante ver a los amos, sus esposas y los esclavos sexuales en esas orgias. A mí me hacían continuar sirviendo, no podía reprimir en muchas ocasiones tener una erección por las escenas que veía y el sonido de jadeos que llenaban la sala. En ocasiones algún invitado había querido que me acostara con él, cosa que me estaba prohibida por mi dueño. A Carla la ocurría lo mismo pero su ama se encargaba enseguida de disuadir al señor que la quería.
Después de una de esas orgias ambos coincidimos en los pasillos del palacio, por mi parte estaba más preocupado de disimular mi erección que atento a lo que Carla me contaba, pero no era fácil ocultarlo después de lo que acababa de ver y del deseo que me producía esta mujer misteriosa. Ella se dio cuenta enseguida, metió la mano derecha por debajo de mi túnica corta, sujeto con fuerza el miembro y con una sonrisa me guio sin soltarme hasta un rincón oscuro lejos de la vista de los habitantes del palacio.
Al llegar al rincón me soltó, se bajo los ropajes dejando al descubierto su torso coronado por dos extraordinarios pechos que no tarde en lamer, se levanto mientras tanto la túnica dejando su sexo a la vista, volvió a agarrarme por la erección y la aproximo lo necesario para ser penetrada, lo cual hice con gran placer, por sus gemidos y como me clavaba las uñas en la espalda se que ella también lo disfruto, allí mismo contra la pared tuvimos nuestra primera relación sexual.
 
Durante muchos días continuamos con esa rutina, asistir a nuestros amos en lo que necesitaban hasta altas horas de la madrugada y encontrarnos en el mismo lugar de la primera vez, antes de irnos cada uno a nuestras habitaciones. Apenas hablábamos, aunque poco a poco nos íbamos conociendo. Lo más que la conseguí sacar, aparte de su nombre, fue su procedencia Germánica, su edad veintitrés años, su lugar de residencia en Roma muy cerca del mío y su estado civil, como no podía ser de otra forma o eso esperaba yo, soltera.
Al final nuestros amos no se pusieron de acuerdo si veneno o cuchillos, las reuniones terminaron, todos volvimos a nuestras casas, a hacerle la pelota al emperador que querían matar tan solo unos días antes y a las pequeñas fiestas que se celebraban en los palacios privados, ya que las más grandes eran en la propia casa de Nerón, a esas no nos dejaban asistir por miedo a que alguno de nosotros matara al dictador.
Echaba mucho de menos a Carla, por las noches me masturbaba en mi cama pensando en su cuerpo, escuchando en mi cabeza sus gemidos, sintiendo en mi espalda como se clavaban sus uñas, besaba la almohada como si fuera su boca, incluso creí en ocasiones escuchar su voz a mi lado diciéndome lo mucho que me deseaba y las ganas que tenia de mí.
Por razones que a un simple esclavo se le escapan fui vendido a los amos de Carla, en un principio me ilusiono mucho ya que pensaba que podría verla y continuar con nuestra particular historia de amor, pero pronto me di cuenta de que no iba a ser tan fácil. Los nuevos amos eran un matrimonio muy extraño, no hacían vida juntos, a él le gustaban mas los jovencitos que las mujeres con lo que pasábamos casi todas las noches lejos de casa; por otro lado ella vivía en su propio mundo, sabedora de los gustos de su esposo intentaba disfrutar de esclavos sexuales de todas las zonas posibles del mundo, para aprender de los distintos rituales de apareamiento. No tenía muchos problemas en cambiar de vez en cuando a mujeres, pero todas tenían que ser extranjeras que no conocieran nuestro idioma.
 Carla la acompañaba en sus aventuras nocturnas, igual que yo al amo, así que casi ningún día dormíamos en el palacio, en el cual cada uno de los señores tenía un ala completa reservada para ellos mismos, con sus habitaciones, comedores y servicio privado. En los tres primeros meses solo coincidí con mi amada un par de veces, siempre en fiestas con invitados de toda la ciudad, con lo cual estábamos muy vigilados, no había manera de estar juntos ya que ambos éramos la mano derecha de nuestro respectivo dueño. No podíamos distraernos en el servicio que les dábamos ni un momento o seriamos castigados.
En esas dos ocasiones no dejábamos de mirarnos a hurtadillas, por mucha distancia física que existiera entre nosotros el deseo continuaba estando ahí. Tenía que tener muchísimo cuidado, la excitación en mi joven cuerpo era total al tenerla tan cerca, su forma de mirarme, el contoneo de su cuerpo para que yo la mirase era impresionante, sabía muy bien utilizar sus armas de mujer cuando estábamos tan cerca.
Mientras todo esto sucedía Nerón continuaba con sus salvajadas, ahora la había tomado con los cristianos, le había dado por hacerlos combatir, en el Coliseo entre ellos. Las primeras veces sin conseguir nada, ya que una de las normas de esta nueva religión era “no matar a tus semejantes”. Cuando salían a la arena se arrodillaban y rezaban a su dios, tirando al suelo las armas que les habían dado. Entonces Nerón muy enfadado hacia salir a los Gladiadores y pasar a todos los cristianos a cuchillo, con lo que la afluencia de público bajaba día tras día.  
 
Un antiguo soldado le comento en una ocasión al emperador, que si quería que lucharan tenía que encadenar a cada cristiano con un gladiador, hacer que combatieran juntos como un equipo. Pues dicho y hecho, les ataban muñeca con muñeca, dejando a ambos una mano libre con una espada corta uno y un escudo el otro. La emoción aumento, hasta que los gladiadores encadenados decidieron matar a su compañero y cortarles el brazo al que estaban encadenados, para poder luchar en solitario con lo que de nuevo el espectáculo empezó a decaer.
 La última gran idea del Emperador fue hacer los combates como siempre habían sido, Gladiador contra Gladiador, en los descansos sacaban a unos pocos cristianos desarmados y a las fieras, normalmente tigres, leones e incluso osos, que después de días sin comer se tiraban a la carne humana sin ningún miramiento. Esta última atracción empezó a llenar de nuevo el Coliseo, ¡estos romanos están todos locos!, como es posible que les gustara semejante animalada;  eran tiempos difíciles, a las personas con tal de ver sangre y muerte les daba lo mismo que fueran fieras o gladiadores, solo querían ver morir a otros humanos y los cristianos por aquel entonces estaban muy mal vistos por los grandes señores de la ciudad, ya que entre otras cosas estaban en contra de la esclavitud.
 
Nuestros amos fueron llamados al palacio imperial, Nerón quería enseñar a todos los altos cargos su nueva gran idea, una Roma diferente, moderna y llena de grandes obras tanto arquitectónicas como artísticas en toda la ciudad. Por lo que le pude entender a mi señor cuando regreso al palacio la idea era muy buena, pero el precio sería grandísimo; para empezar media ciudad tendría que ser desmantelada, para poder construir la nueva urbe y en segundo lugar, el coste sería desorbitado por lo que la mayoría de los señores pusieron pegas y escusas para quitarle la idea al emperador de la cabeza.
El problema del que pocos se percataban es que a Nerón cuando se le mete una cosa en la cabeza es muy difícil sacársela y sin ayuda de los nobles comenzó él solito su gran proyecto de la nueva ciudad. En un principio mando construir en su palacio grandes maquetas, con las que poder jactarse de su tremenda imaginación. Si algún arquitecto le llevaba la contraria era lanzado a la arena con los cristianos y las fieras en pocos días. En lugar de manzanas con tres o cuatro edificios, lo que hacia el emperador era sustituir estos por un grandioso palacio, por plazas inmensas o estatuas gigantescas.
Nadie en su sano juicio apoyaría jamás una idea similar, la única opción era quitarles a los señores los edificios y tirarlos abajo para poder continuar con la locura del emperador. Fue en ese momento cuando Nerón se dio cuenta de los problemas burocráticos que iba a tener y la cantidad de tiempo que se perdería en el proyecto, lo que le hacía pensar que él nunca lo llegaría a ver con sus propios ojos. Esto le atormentaba, los rumores sobre la salud mental del monarca eran cada vez menos rumores y mas una especie de grito en la calle.
Poco a poco la ciudad era más ingobernable y Nerón lo sabía, el miedo de los señores a las más que seguras subidas de impuestos en todas las zonas del imperio para costear semejante bestialidad hacían peligrar la paz romana. Los avisos sobre posibles revueltas en los países conquistados por Roma se hacía cada vez más patente, las cartas de los Gobernadores de esos países hicieron que de cara a todo el mundo Nerón desestimara el proyecto, aunque nadie se podía fiar de semejante maniaco. Mando retirar las maquetas ya construidas de la vista, ocultarlas en los sótanos de palacio para que sus arquitectos y escultores trabajaran sin ser molestados. Esto último lo sabía yo, porque mi amo triplicaría sus terrenos si el proyecto se mantenía, por eso apoyo al emperador y visito junto a mí en varias ocasiones las maquetas, invitado a palacio por el demente.
Lo que mi amo no se imaginaba era que se había llegado al mismo acuerdo con varios señores en secreto, solo para que comenzasen a aportar fondos al mismo, tampoco ninguno de ellos se imaginaba que las verdaderas intenciones del emperador eran matarles a todos y quedarse con sus posesiones para financiar su locura.
Nuestros amos salieron por primera vez sin nosotros de palacio, iban a un espectáculo de teatro invitados por el propio Nerón, con lo que los únicos esclavos que podrían estar presentes eran los suyos, así que durante todo el día hice lo posible por encontrarme con Carla, para pedirla que nos viéramos esa misma noche. Fue del todo imposible, mi amada no se pudo separar de la señora que encerrada en sus aposento decidía que ropajes, joyas y maquillajes llevaría al evento, Cuando por fin se marcharon ya era de noche y tampoco logre encontrarla por ningún sitio. Desilusionado volví a mi dormitorio, me desnude después de comer algo y me metí en la cama esperando por lo menos soñar con ella.
No hizo falta, nada mas acostarme por mi pequeño balcón entro Carla que se había descolgado desde el piso superior, con una soga prestada por otro esclavo de las caballerizas. Cuando escuche el ruido que venía de la terraza en un principio me asuste, pero enseguida su imagen, coronada por el precioso cielo estrellado, apareció entre las dos columnas de mármol blanco que jalonaban el balcón, rápidamente se introdujo en mi cama, empezamos a besarnos tan apasionadamente como el primer día que nos conocimos, pero con mucho mas deseo por la tardanza en nuestro reencuentro.
La desnude a toda prisa, lamiendo sus pechos, apretándolos entre mis manos temblorosas por la emoción, al palpar su sexo lo encontré ya húmedo, cálido, receptivo a mí. Enseguida mi excitación llego al máximo, como aquella primera noche Carla me agarro con fuerza el miembro masturbándome con calma y lentitud. Mi respiración se aceleraba por segundos, los latidos de mi corazón eran tan potentes que se escuchaban a través de la carne y huesos que lo protegían, intentaba zafarme de la presa que Carla ejercía sobre mi cuerpo, quería que esta vez durase más que las anteriores, que siempre habías sido rápidas, a escondidas y sin ni siquiera posibilidad de desnudarnos por completo.
 
Cuando por fin se soltó de mi erección la tumbe boca arriba en la cama, la sujete los brazos por encima de su cabeza y la pedí un poco de tranquilidad, ella me sonreía de manera picara, en sus ojos se percibían las llamas del deseo. Conseguí que detuviera las arremetidas de sus caderas, que pedían guerra con movimientos bruscos buscando mi entrepierna. Fui deslizándome suavemente bajo las sabanas hasta alcanzar con la lengua el sexo de Carla, acariciando su clítoris con la punta de esta, sintiendo como se hinchaba, haciéndolo cada vez más sensible al roce.
Sentía como por la barbilla y el cuello escurrían sus jugos mezclados con mi saliva, al mirar hacia arriba me di cuenta de cómo se apretaba los pechos, entre los dedos índice y pulgar de cada mano tenia fuertemente sujetos ambos pezones que pellizcaba con cada lametazo que recibía por mi parte. Esta visión me excitaba aún más, comenzaba a tener la necesidad de penetrarla, de descargar en ella mi semen caliente.
 
Los gritos de Carla durante su gran orgasmo me sacaron enseguida de esos pensamientos, cuando termino aparto su cuerpo del mío para poder introducirse a sí misma dos dedos que antes paso por mi boca para que se los mojara, masturbándose ante mi cara a toda velocidad, no tardó mucho en tener otro orgasmo, pero quería más. Como ya empezaba a ser tradición en nuestras relaciones físicas, me agarro por el miembro, tirando de él hizo que me incorporara un poco en la cama, colocándome a la altura necesaria para penetrarla, sin soltarme guiaba mi virilidad hacia su monte de Venus, al llegar a el no me dejaba entrar, simplemente lubricaba mi glande pasándolo por su vagina.

 
-Hazlo despacio, por favor-, me dijo sin yo entender muy bien a qué se refería.
Empecé apretando muy despacio mi erección contra ella, durante unos segundos no entendía por qué me costaba tanto entrar en su cuerpo, hasta que me di cuenta de que ella había dirigido mi erección a su culo, a partir de ese momento tuve más cuidado, con cada pequeño empujón su ano de dilataba un poco más, al dejar de ejercer presión Carla lubricaba, en su sexo, de nuevo mi verga, así hasta conseguir entrar por completo por la puerta de atrás, era mi primera vez y me parecía placentera e increíble la sensación de estar allí metido.

 
Lo que no sabía es que aparte de disfrutarlo yo, ella también lo disfrutaría de esa manera hasta el punto de tener un nuevo orgasmo. Me dio la vuelta sobre la cama dejándome boca arriba se montó sobre mí, me cabalgo con tal locura y frenesí que pensaba que en algún momento conseguiría partir mi dura erección, pero por supuesto no fue así, volvió a tener un orgasmo esta vez con algún gesto de dolor propio de la intensidad de la cabalgada.
De nuevo me agarro por donde siempre la gustaba hacer y comenzó a subir y bajas sus caderas consiguiendo que en cada uno de esos movimientos la penetrase por un orificio diferente.
-¿Dónde te apetecería terminar mi amor?-, me pregunto entre jadeos de placer.
-Ya que he probado un nuevo agujero, querría poder llenártelo-, la conteste entre gemidos ya que no había dejado de moverse.
Dicho y hecho la introdujo en su culo por completo con idea de dejarla ahí hasta el final. Sus movimientos pasaron a ser espasmódicos haciendo que yo no consiguiera coger el ritmo necesario para eyacular.
-Apriétame fuerte los pechos amor-, me decía.
Enseguida coloque las manos sobre ellos, los estruje con gran deleite de mis sentidos. La empujé para que se colocara completamente vertical sobre mi verga y así poder penetrarla aún más profundamente, se dejó llevar. Dándose cuenta enseguida de lo poco que yo podría aguantar semejante experiencia y la necesidad por mi parte de terminar cuanto antes. Aumento el ritmo, en el mismo momento que sentí como su cuerpo se estremecía sobre mí, libere ni néctar en su interior en una explosión que llego a ser incluso dolorosa. Los dos chillamos de placer al conseguir un orgasmo simultaneo de esa manera.
Carla se dejó caer sobre mi pecho, poco a poco mi miembro salía de su cuerpo sin necesidad de movernos, la erección había terminado, nos besamos con locura durante un buen rato, hasta que los dos caímos rendidos en un profundo sueño.
 
Horas más tarde, los gritos en la calle me hicieron despertar, me levante a toda prisa, al asomarme a la terraza pude comprobar el desastre, un tremendo incendio llenaba toda la avenida de humo, apenas podía respirar. Corrí a la cama, desperté a Carla,  los dos salimos a toda prisa del palacio de nuestros amos que también ardía por los cuatro costados.
 
Intentamos llegar al final de la calle pero la fachada de un edificio cayó casi sobre nosotros, matando a los transeúntes asustados. Dimos la vuelta, conseguimos escapar de las llamas por un pequeño callejón al que aún  no había llegado el fuego. Al salir a la plaza que se situaba detrás de nuestra residencia, empezamos a poder respirar con algo más de tranquilidad, el humo había quedado atrás. En cuanto se me aclaro la vista descubrí con horror que los guardias de Nerón tenían la plaza cortada para que nadie pudiera entrar en ella y lo que es peor para detener a todo aquel que consiguiera escapar de las llamas, cosa que hicieron de inmediato con nosotros separándonos en dos grupos, por un lado hombres y niños,  por el otro solo las mujeres, a todo aquel que intentaba escapar lo atravesaban con sus lanzas sin hacer preguntas.
Desde mi posición podía ver a Carla, prácticamente estábamos los dos en paralelo en nuestras respectivas filas, nos escoltaron al Coliseo, nos dejaron durante dos días encerrados en la arena, separados los dos grupos por una reja de hierro protegida por los guardias del Emperador. No nos dieron ni agua ni comida, algunos ancianos y niños intoxicados por el humo murieron enseguida, los menos afortunados eran los que presentaban alguna quemadura en su cuerpo, las infecciones les atacaban rápidamente y morían bajo las fiebres con tremendas convulsiones.
Al tercer día las gradas se llenaron de curiosos, toda Roma quería saber que había pasado durante el incendio, quien lo había provocado y que castigo recibiría esa persona. Pero Nerón tenía sus propios planes desde el principio, yo tenía muy claro que había sido él quien había incendiado la ciudad, era muy sencillo, la parte quemada coincidía casi a la perfección con lo que el necesitaba para construir su nueva ciudad. En los planes del caudillo había que echarle la culpa a alguien que fuera fácil de sacrificar en aras de su propia grandeza.
Cuando el propio emperador se sentó en su palco privado yo ya sabía que seriamos todos condenados a muerte. Después de leer el secretario del caudillo las acusaciones, en las que decía que los cristianos habían incendiado la ciudad por venganza, que tenían testigos y pruebas de los hechos. Nerón se puso en pie, ordeno que quitasen las vallas que nos separaban y que sus guardias despejasen la arena dejándonos solos a los condenados. Carla y yo nunca profesamos dicha religión, pero al tirano eso no le importaba, entre los condenados muchos tampoco lo eran, simplemente éramos esclavos prescindibles para poder cumplir sus deseos.
-Que suelten las fieras para que esta escoria cristiana pueda purgar sus pecados ante ese dios al que ellos adoran-, fueron sus únicas palabras.
Yo corrí hacia Carla que ayudaba a una anciana sin ninguna posibilidad de poder levantarla, la sujete como pude y me abrace a ella, un golpe en la espalda de la multitud enloquecida nos tiro al suelo. Caímos abrazados sin dejar de mirarnos, besándonos apasionadamente. De repente un terrible dolor en la espalda me hizo abrir los ojos de par en par, algo me arrastraba por la arena separándome de mi amada, al levantar la vista vi como una enorme criatura se abalanza sobre ella, era un tigre, que de un solo zarpazo la arranco media cara, cerré los ojos para no ver la escena pero otro golpe en mi espalda lleno de mi cuerpo de dolor e hizo que los abriese de nuevo para ver como el felino devoraba el cadáver de Carla.
En ese momento, solo durante unos segundos sentí que algo me agarra por el aire, eran las mandíbulas de un enorme oso pardo que me levantaba por el cuello poniéndose en pie justo antes de con un giro de mandíbula romperme la espalda, en ese momento todo termino, no sentía como la bestia se comía mis extremidades inferiores, lo único que notaba era como la vida se escapaba de mi cuerpo por la tremenda hemorragia sufrida.
Cuatro años más tarde Nerón es perseguido por toda Roma para ser apresado por su propia guardia pretoriana, al verse acorralado, decide suicidarse haciendo desaparecer así la mítica dinastía Julio-Claudia y diciendo como últimas palabras “Que artista muere conmigo”.
 

                                                                                              J.M. LOPEZ

7 comentarios:

  1. Uyyyy!!! ¿¿¿¿Y ya hacían ese tipos de "cozaz" en aquellos años??? Jejejejeje

    Muy buen relato.. Como siempre...

    Un abrazo...

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    1. Muchas gracias por el comentario, como siempre jejeje.
      Hacían eso y cosas aun mejores.
      Un beso.

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  2. Conteniendo la respiración hasta el último punto y final.
    Emocionante historia. Bien narrada que me ha atravesado hasta el punto de seguir cada no de tus pasos poder mirar con tus propios ojos.
    El final, muy desgarrador, en todos los sentidos pero aún has sido suave.
    Me gusta cuando te transportas a otras épocas. Me da la sensación de que te sientes más cómodo... o es que a mí me gustan estos viajes en el tiempo...
    Te felicito.
    Besos de Pecado.

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    1. No te haces una idea de cuanto me gusta tu comentario y lo hacer tasa que estas en todo. Me siento muy a gusto en la narrativa histórica, es otra forma de imaginar las cosas pudiendo dar rienda suelta amis pensamiento.
      Que te traslades a esas épocas siguiendo mi relato me emocina ya que es lo mismo que hago yo al escribirlos.
      Muchísimas gracias por todo. Besos de pecado.

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  3. Hola José!!
    Un relato fascinante, que mantiene la intriga de principio a fin... Relatando con detalles palpables la antigua Roma... Ha sido como estar ahí en esa época y en ese momento... Muy buena tu pluma para este tipo de historias... Consigues catapultarnos allí y meternos de lleno... Mi aplauso y mi enhorabuena!!! Un placer leerte... :)

    Besinos!!

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    1. El placer es mío por tener lectores como tu, después del éxito de los dos últimos relatos voy a intentar continuar con los históricos ya que por lo que veo os gusta trasladaros a esas épocas.
      Gracias.
      Besinos.

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  4. No se si sigas con este foro, me gusto el relato de amor y fue un curioso final que decidieras acabar con los amantes de esa forma. Me gustaría leer más de ti, solo dos cosas, el verdadero nombre del Coliseo era Anfiteatro Flavio y fue construido por los emperadores Vespaciano, Tito y Domiciano, quienes se apoderaron del trono un año después de la caida de Nerón y fueron emperadores, por alrededor de 20 años. Y en segundo, no me quedó claro si Jose estaba circuncidado o no. Supogno que quedaba sobreentendido. Una cosa más, puede que los Flavios construyeran el Coliseo, pero se llamaba así en honor de una gigantesca estatua que Nerón mandó a hacer de si mismo, la cual estaba al lado del lago artificial donde se construyó el mas grande anfiteatro del mundo antiguo.

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