lunes, 6 de octubre de 2014

VERANO INESPERADO


No escribía nada desde el mes de Mayo o Junio, pero como la realidad supera a la ficción, quiero contaros en este relato como ha sido un verano para mi algo raro y muy excitante.
Todo empezó a mediados de Abril, el grupo de amigos que aun quedamos solteros nos juntamos una noche de sábado, tras tomarnos unas copas empezamos a hacer planes para las vacaciones. Como de costumbre, dentro de esos planes no podía faltar la fiesta nocturna y la playa; los tres que estábamos trabajando coincidíamos una semana y los cuatro que estaban en el paro, solo pedían que fuéramos a un sitio algo más económico que otras veces ya que su situación no les permitía grandes excesos.

Tras varias reuniones para ver lo que hacíamos, quedamos en irnos cinco días a un pequeño pueblo de la zona de Santander. Ya habíamos ido hacia años de camping, pero esta vez iríamos a un hotel. Encontramos uno muy barato, de tres estrellas, con piscina, que nos gustó a todos incluidos los que no se podían permitir grandes gastos.
En el mes de Mayo Juan nos llamó por teléfono, había encontrado trabajo para el verano y no lo iba a desperdiciar. Una semana después ocurrió lo mismo con Edu y al día siguiente fue Carlos el que nos mandó un mensaje en el que decía que su padre le necesitaba en el pueblo para hacer una obra. Tres de los cuatro parados habían encontrado trabajo, lo cual era una alegría para todos y una pena, ya que no serían lo mismo las vacaciones sin ellos.
Metidos en despropósitos la madre de Víctor se había puesto muy enferma, otro que no venía, solo quedábamos tres. A Mario le habían cambiado las vacaciones y ya no coincidíamos y Jesús me dijo el treinta de junio que para ir los dos solos mejor se quedaba en Valladolid y así no gastaba el poco dinero que tenía. La verdad es que en otra época Jesús se habría venido solo de vacaciones conmigo con los ojos cerrados, pero esta vez los dos años que llevaba en el paro y ver que Juan, Edu y Carlos encontraban trabajo y él no, le había afectado mucho, sintiéndose incluso algo deprimido.
Así que nada, a una semana de salir de viaje me encontré cancelando las reservas y sin ningún plan para mis dos semanas de vacaciones. No tenía ninguna intención de quedarme en casa, algo tenía que hacer.
El viernes cuatro de Julio era mi último día de trabajo, al salir de la fábrica me fui a tomar una caña a una terraza cercana a donde vivo. Después de un rato allí sentado a solas, leyendo el periódico, se sentó en la mesa de al lado un grupo de chicas de unos cuarenta años, entre ellas una vecina con la que nunca había tenido trato por mi timidez pero que me gustaba mucho. Al verme me saludo con un gesto de  cabeza y se sentó con sus amigas.

Yo que ya estaba a punto de marcharme cuando ellas llegaron, pedí otra caña y hacia como que leía el periódico, mientras disimuladamente escuchaba la conversación que tenían las cinco amigas.
Hablaban de los últimos preparativos de un viaje a una pequeña aldea costera de Galicia, donde habían alquilado una casa por quince días para pasar las vacaciones.  Por lo que las escucho hablar el pueblecito se llama Donón, no está muy lejos de Vigo y según cuentan es un sitio muy tranquilo donde podrán olvidarse de los problemas diarios y desconectar de la vida en la ciudad. Rápidamente saco el teléfono móvil del bolsillo de mi pantalón, abro la aplicación del navegador y busco la aldea en el mapa. Efectivamente, es un pueblo pequeño, está situado entre la Ría de Vigo y la de Pontevedra, justo frente a las Islas Cíes, rodeado de playas y pequeñas calas, todo ello en una zona que parece preciosa, llena de vegetación verde que tanto echamos de menos en Castilla
Seguía escuchándolas, por fin dijeron el día de salida, sería el próximo lunes de madrugada, para así viajar de noche que se soportan mejor las temperaturas. Pague la cuenta y me fui de la terraza, despidiéndome de mi vecina con otro gesto de cabeza, pensando para mí mismo que era idiota por no atreverme a hablar con ella después de llevar viviendo el uno al lado del otro tantos años. También me fui con una cosa decidida, cogería la moto y me iría al mismo sitio que ellas de vacaciones, no la estaba persiguiendo, eso parecería acoso o algo así, no, lo que quería era intentar ser capaz de hablarla, de tratar con ella y sobre todo de ver si lo que yo había soñado tantas veces al cruzarnos en la calle era posible hacerlo realidad.
Durante el fin de semana prepare las cosas, en las maletas de la moto no entran muchas y diez días que iba a pasar en Donón suponen muchos cambios de ropa, así que hay que tener muy claro lo que va hacerse antes de salir de viaje. En lugar de ir el lunes como ellas, yo me iría el miércoles a primera hora de la mañana que aún no aprieta el calor y en vez de ir por la autovía aprovecharía el viaje para recorrer todos los puertos de montaña posibles, para que fuera más divertido el viaje en moto.
Dicho y hecho puse el despertador a las cinco de la mañana, deje en el garaje la moto cargada y preparada. Esa noche soñé de nuevo con mi vecina, como tantas otras veces. Nunca nos habíamos hablado, simplemente nos saludábamos al cruzarnos por la  calle, estoy seguro de que alguna vez se dio cuenta de que giraba la cabeza al verla pasar, pero yo también la había pillado mirándome a escondidas en varias ocasiones, por lo que tenía la pequeña esperanza de gustarla por lo menos tanto como a mí me gusta.

 El viaje fue más cansado de lo que yo esperaba, en la ruta que había preparado me pase tres pueblos con tanto puerto de montaña, sin calcular que quinientos kilómetros en esas condiciones al final se hacen muy duros. Llegando a Ourense salí de las carreteras secundarias y cogí la autovía para descansar un poco mí ya dolorido cuerpo, pero me dio lo mismo cuando llegue al hotel de Donón casi no era capaz de enderezar la espalda, las muñecas y los brazos me dolían horrores e incluso tenia calambres en las piernas de llevar tantas horas la misma postura sobre la moto.
Después de hablar con la amable recepcionista, subí a mi habitación y me deje caer sobre la cama exhausto. Dos horas después me desperté, ya algo recuperado, deshice las maletas, me pegue una buena ducha, salí del hotel para buscar un sitio donde cenar y visitar un poco el pueblo.
Era un sitio precioso, su arquitectura es la típica de la zona de Cangas, pueblos pequeños con casas de piedra. La orografía agreste, con el Monte De o Facho presidiendo el cabo conde me encuentro, al final de este y sobre un acantilado el faro, pintado completamente de blanco, que indica a los marinos la situación exacta de la costa para evitar accidentes. Por fin he descansado un rato, me siento genial, muy ilusionado, después de la cena doy un paseo, el aire con matices salinos es muy fresco, esto despierta mis sentidos aun amodorrados, subo hasta un pequeño mirador para contemplar el rugir de las olas y como estallan contra las rocas de la costa. Enciendo un cigarrillo, me siento sobre una piedra y dejo que mi mente y mi alma se vacíen por completo para disfrutar del momento a solas en este fantástico lugar.

 De vuelta al hotel en una pequeña terraza veo el objetivo de mi viaje, aun no estoy preparado para acercarme, prefiero esperar al día siguiente, con lo cual me voy dando un pequeño rodeo a mi lugar de descanso, me acuesto y nada mas quedarme dormido ella aparece en mis sueños. El sueño es dulce, romántico, con un final húmedo muy agradable. Solo una duda me invade al despertar empapado en sudor, no reconozco a la persona con la que termino en el sueño, no es la misma a la que he venido a buscar y eso me deja un poco desconcertado, ¿Con quién he soñado?
A Primera hora de la mañana, tras un gran desayuno típico gallego, salgo del hotel con idea de ir en busca de la mujer que deseo. No sé muy bien dónde dirigirme, doy otro paseo con calma, pero no obtengo ningún fruto. Unas horas más tarde cojo en el hotel los trastos para ir a la playa y me dirijo a la más cercana al pueblo. Me aburro y doy paseos por la fina arena que se cuela a cada paso entre los dedos de mis pies, dándome un ligero masaje muy agradable. Decido meterme en el agua, un baño me vendrá bien.
 ¡Esta helada!, cuando me llega por la altura de las rodillas una pequeña ola hace que me moje por encima de la cintura, automáticamente mi virilidad desaparece y un gritito agudo sale de mi garganta, miro a mi alrededor sorprendido por la reacción que he tenido, hay poca gente y están muy alejados, creo que nadie me ha escuchado, salgo del agua, no me hace falta más baño, he tenido de sobra. Me tumbo en la toalla para secarme con los rayos del sol, espero cerca de una hora más y me marcho decepcionado por no haber visto a quien quería ver.
Al pasar por una cafetería del pueblo me doy cuenta que es la misma donde ellas estaban sentadas anoche, entro pido una caña y decidido preguntarle al camarero.
-Buenos días, ayer por la noche vi a un grupo de amigas sentadas en la terraza-, le digo.
-Sí, son las chicas que han alquilado la casa de Marina, mi abuela, son muy simpáticas y agradables-, me dice con ganas de charlar ahora que no tiene clientes.
-Te lo pregunto porque me parecían conocidas, yo soy de Valladolid ¿No sabrás si son de esa zona?- le pregunto haciéndome un poco el tonto.
-Sí señor, son todas de Valladolid, han venido de vacaciones para relajarse y pasar unos días de turismo gastronómico, cultural y con algo de fiesta por supuesto- me contesta con una sonrisa de oreja a oreja.
-Qué casualidad coincidir aquí, estaba seguro de haber reconocido a alguna de ellas, pero con las sombras de la noche pensé que me había equivocado, ¿No sabrás donde se encuentran hoy?- pregunto, pensando que podre sacarle la información necesaria.
-Lo siento mucho, anoche me preguntaron que si había alguna cala tranquila por la zona y les señale en el mapa unas cuantas, no tengo ni idea a cual habrán ido hoy. También me preguntaron por los pueblos de la zona y cuál de ellos estaría en fiesta, así que no puedo ayudarte-, al decirlo parece sinceramente triste por no poder decirme donde están.
-Está bien, no te preocupes, seguro que vuelvo a coincidir con ellas en tu bar uno de estos días-, apuro mi caña, mientras me como la tapa que me ha puesto el amable camarero, un pequeño trozo de pan con un poco de pulpo atravesado con un palillo, pago la cuenta dejando algo de propina y salgo del local.
Unos pasos más adelante escucho como alguien grita a mi espalda.
-Señor, señor- es el camarero, -Creo que esto le puede servir para localizar a sus amigas-, extiende la mano y  me da un tríptico típico de las oficinas de turismo en el que por la parte de atrás hay un mapa con unos lugares marcados a bolígrafo en distintas zonas de la costa.
-¿Qué son estas marcas en el plano?-, le pregunto.
-Son las calas que anoche indique a sus amigas, por si quiere ir a buscarlas-, me contesta.
-Muchas gracias, lo haré encantado-, le doy la mano en agradecimiento, nos giramos y cada uno seguimos nuestro camino.
Recorro con la moto tres de las cuatro calas marcadas en el mapa, sin dar con ellas por ninguna parte. Ya había perdido la esperanza cuando al llegar a la ultima veo a las cinco saliendo del acantilado por una estrecha pasarela de madera que da a unas escaleras talladas en la roca del acantilado por las que se baja a la arena.
Mientras aparco la moto y apago el motor veo como María, el objetivo de mi viaje, me mira sorprendida, creo que ha reconocido la moto, ya que aun no me he quitado el casco y no puede verme la cara.
Con un poco de pausa me quito los guantes, los dejo sobre el depósito y me saco el casco, hago como que no la he visto, quito las llaves del contacto, las meto en mis pantalones y la escucho por primera vez.
-¡Hombre vecino! ¡Qué casualidad! ¿Qué haces tú por aquí?- dice María sonriente mientras se acerca a mí.
Levanto la vista y ahí está ella, con su corta melena rubia, sus grandes ojos azules clavados en mi, su pequeña estatura pero con un cuerpo de escándalo lleno de curvas y más aun en bikini como viene ahora.
-Pero bueno, eso digo yo que casualidad, no esperaba verte tan lejos de casa. He venido a pasar unos días a Donón, me habían hablado de este sitio y no imaginaba que sería tan maravilloso-, la contesto haciéndome el sorprendido.
Recorro los pocos pasos que nos separan y sorprendentemente al llegar a su altura me da dos besos en las mejillas, creo que me he puesto colorado y todo.
-Qué casualidad de verdad, a nosotras nos hablaron en Valladolid de este sitio y decidimos pasar unos días juntas, ¿Has venido solo?-, me dice. Esta  distinta más guapa que nunca, tiene la piel dorada por el sol, con un brillo distinto en los ojos.
-Sí, he venido solo, teníamos planeadas las vacaciones un grupo de amigos, las circunstancias han hecho que los planes cambiaran y al salir así decidí venir a conocer esta zona-, la cuento sin poder dejar de sonreír por la emoción.
-Estamos en una casita al lado de la plaza del pueblo, después de cenar iremos a tomar algo a la terraza de la plaza, ¿Si te apetece unirte a nosotras? estaremos encantadas de tu compañía-, me invita María con ilusión.
Nos despedimos con otros dos besos, se suben en el coche y se alejan de mí, dejándome con cara de bobo en la entrada de la pasarela por donde ellas venían hace unos minutos.
Cuando las pierdo de vista monto en la moto espero un poco, arranco y voy directo al hotel, estoy muy nervioso, me doy una buena ducha, me cambio de ropa, ceno algo rápido en la cafetería del hotel y me dispongo a ir a buscar a María a la terraza de la plaza. Al girar la esquina busco con la mirada al grupo de amigas, aun no han llegado, me doy la vuelta y paseo intranquilo por las afueras del pueblo dándolas tiempo para que lleguen y no parezca que soy yo quien las espera. No dejo de mirar la pantalla del móvil para ver la hora, los minutos no pasan, se me hacen eternos. En mis pensamientos esta todo calculado, que hacer, como actuar. Al recordar al grupo de amigas me percato de que también conozco a una  de ellas pero no se dé que. Una hora más tarde decido ir al bar y que sea lo que dios quiera.
Giro de nuevo la esquina de antes, allí están, María me ve enseguida, se levanta de la silla, y comienza a andar con grandes zancadas hacia mí. Algo pasa, no trae buena cara, no sé que será pero algo ha cambiado en las últimas horas.
Al llegar a mi altura se detiene en seco, en sus ojos veo un gran enfado.
-Me has mentido-, me suelta de golpe,- El camarero nos ha contado que esta mañana has preguntado por nosotras, ya sabias que estábamos aquí- está muy cabreada.
-Yo, eh, yo no quería, perdón-, no sé ni que decirla.
-No quiero volver a verte, eres un tipo muy raro, no sé cómo te has atrevido a seguirme tan lejos, así que desaparece de mi vista ahora mismo-, me chilla en medio de la plaza mientras toda la gente de la terraza mira hacia mí.
Me doy la vuelta y salgo casi corriendo, voy camino del hotel mirando al suelo, apunto estoy de estamparme contra una farola. He cometido un gravísimo error, lo sé, igual que sé que todos mis sueños se han esfumado. No creo que sea capaz de mirarla a la cara nunca más. Me meto en la habitación, me tiro sobre la cama y paso la noche en vela, ¡No puedo dormir!, ¡como he podido ser tan estúpido! Todo el día siguiente estoy sin salir de mi dormitorio, mirando con melancolía por la ventana, no deja de caer una lluvia muy fina típica de Galicia, el tiempo se ha aliado con mis sentimientos y esta triste. Pido la comida y la cena al servicio de habitaciones, me moriría de vergüenza si salgo y me encuentro con ellas o con cualquier persona que anoche estuviera en la terraza escuchando lo que sucedió.
El tercer día de encierro voluntario, sale por fin el sol, después de todo lo sucedido saco fuerzas de flaqueza y decido ir a la primera playa donde las busque, si desde el acantilado veo que no están bajare a darme un baño, tomar el sol y disfrutar de los pocos días que me quedan de vacaciones.
Al llegar con la moto, descubro que solo hay cinco personas, separadas entre sí por bastante distancia, no distingo quienes son pero el grupo de amigas no está y con eso me vale. Bajo por las estrechas escaleras de roca con mucho cuidado ya que resbalan muchísimo, sujetándome con fuerza a la soga que hay anclada a la pared. Aunque la playa es pequeña me puedo alejar lo suficiente de cualquiera de las personas que están tomando el sol. Saco la toalla de la mochila, me quito los vaqueros dejando al descubierto el bañador que ya tengo puesto y junto con la camiseta lo guardo en la mochila.
Lo primero que hago es dar un paseo por la arena, la cala es muy pequeña, en diez minutos la he recorrido cuatro veces entera de punta a punta, la sensación en los pies al contacto con la arena hace que me relaje. En el ultimo paseo hacia la toalla me meto en el agua hasta las rodillas, a diferencia del primer día disfruto del contacto con el océano, es refrescante y estimulante a la vez, por lo que doy unos pasos más hacia el interior y me tiro de cabeza sin pensarlo. Nado un rato, dejo que mi cuerpo flote inerte mirando al cielo, con los brazos y las piernas abiertas, las pequeñas olas me balancean despacio, me siento muy bien.

 Al llegar al lugar donde deje la toalla y tras secarme un rato bajo los rayos del cálido sol, saco un pitillo de la mochila, me lo fumo con calma mirando a mí alrededor. De repente descubro que a unos cinco metros de distancia, se ha colocado una chica. Tiene una larga melena castaña, una figura de modelo con curvas increíbles, largas piernas y un culo redondito que por lo que se ve desde aquí es muy duro. Está de espaldas a mí, por lo que no puedo apreciar mucho más.
Después de un rato no puedo dejar de mirarla, hasta que se gira y me doy cuenta que es una de las amigas de María. Me doy la vuelta de inmediato, me muero de vergüenza, no sé si recogerlo todo y salir corriendo. Tengo que echarle valor, yo he llegado antes y no puedo largarme, solo veo una solución hacerme el tonto como si no la conociera y pasar de todo. Pero si que la conozco en la chica del grupo que me suena de algo, durante un buen rato intento saber de que sin conseguir ningún resultado.
Unos minutos después la estoy mirando de nuevo, tiene un ebook en la mano, lee sin prestar atención a lo que tiene alrededor, ahora me fijo en su rostro, es preciosa, la melena la cae por un costado sobre los pequeños pechos, para mi gusto perfectos, tiene los ojos marrones pequeños; en ese momento veo que me mira y rápidamente giro la cara para que no me reconozca. 


Estoy muy nervioso, saco otro cigarro de la mochila y lo enciendo a toda prisa, en cuatro caladas lo he consumido por completo, al apagarlo contra la arena aprovecho para echar otro vistazo, nuestras miradas se cruzan ahora con una diferencia, ninguno de los dos gira la vista, pasamos así unos segundos maravillosos, hasta que yo no puedo mas y bajo la mirada hacia mi toalla. En ese momento me doy cuenta de una cosa, un escalofrió recorre todo mi cuerpo, es la chica con la que soñé la otra noche, ¡No lo entiendo! ¿Por qué he tenido un sueño erótico con esta chica a la que nunca había visto?
La siguiente vez que tengo el valor de mirarla descubro que ella también lo hace y ahora me sonríe de una manera que mi corazón se acelera. Me saluda con un ligero gesto de cabeza y baja la vista a la lectura que la tiene tan entretenida. María no llego a presentarme a sus amigas en ningún momento con lo que no tengo ni idea de su nombre y no me atrevo a decirla nada. De repente tengo una idea, saco el móvil del bolsillo lateral de la mochila y hago como que marco un número, me lo pongo en la oreja y comienzo una conversación fingida intentando tener el volumen de voz necesario para que ella lo escuche, pero sin que parezca que estoy loco.
-Hola que sorpresa, ¿Qué tal estáis todos?-, digo sin mirarla pero sabiendo que me está escuchando.
-Yo bien gracias, las vacaciones un poco raras por estar solo pero tranquilo y descansando-, continuo con la farsa.
-Sí, el sitio es precioso gracias por recomendármelo, hoy he descubierto una cala muy bonita y seguramente los días que me quedan, si no llueve, venga todas las mañanas a disfrutar del mar y la tranquilidad porque apenas hay gente- mientras lo digo la miro de reojo y ella aparta la mirada para que no me dé cuenta de que está escuchando.
Termino la conversación despidiéndome como que hablaba con un compañero de trabajo y guardo el teléfono en la mochila, al hacerlo la miro de nuevo, descubriendo que ella también me observa y que me mantiene otra vez la mirada sin ni siquiera ruborizarse.
Recojo las cosas, me visto y al alejarme de ella veo como sus ojos me siguen hasta el mismo momento que desaparezco por la parte superior del acantilado. No sé porque pero estoy emocionado, el simple juego de miradas e incluso de complicidad me ha hecho olvidar todo lo mal que lo he pasado estos últimos días. Arranco la moto me pongo el casco y después de unos quilómetros conduciendo me doy cuenta que no puedo dejar de sonreír ¡Mira que soy idiota!
Me acuesto temprano y nada más cerrar los ojos empiezo a soñar con ella, el sueño como ya imaginareis es muy caliente. Comienza viéndola cerca de mí, en la arena, mirándome, sonriéndome. En un momento estamos juntos nos besamos apasionadamente, la poca gente de la playa no nos quita ojo, nos escondemos tras unas rocas al final de la playa, los besos dan paso a las caricias, ella mete la mano en mi bañador y agarra con fuerza el miembro ya erecto, la beso el cuello, los pecho.


 Me pongo de rodillas, suelto el lazo lateral que sujeta la braguita del bikini, lamo su vagina con muchísimo placer. Al incorporarme es ella quien se arrodilla y se mete en la boca mi miembro, estoy muy cachondo. La pido que se levante, que me bese, al hacerlo la penetro profundamente. Esa posición no me permite moverme bien, la doy la vuelta, quedando de espaldas a mí, ella se agacha y la penetro desde atrás, un par de azotes en el culo me dicen que eso la gusta, así que el tercero se lo doy con más fuerza. 

No paró hasta que se corre, muerde sus labios para que nadie escuche el grito de placer. Hace que salga de su cuerpo, se apoya en otra roca, esta vez de frente a mí y abre un poco las piernas diciéndome “Te toca a ti”. Rápidamente entro otra vez en ella, el placer es tal que las rodillas me tiemblan con cada envestida. No tardo en eyacular y permanezco en su interior unos segundos más. ¡Ufff! esto sí que es un sueño agradable.

 A la mañana siguiente mientras me apuro la barba, veo que quien se refleja en el espejo, está muy distinto a como estaba ayer por la mañana. Me sonríe y se le ve más feliz que en todas las vacaciones. Desayuno rápidamente y me voy de nuevo a la cala donde ayer vi un ángel. Cuando llego no hay nadie, miro la hora en el teléfono móvil y veo que son las diez y media de la mañana, ¿Quién leches va a ir a la playa a esas horas?, pues yo el tonto de José, que como siempre mete la pata. Ya que estoy aquí no me voy a volver al pueblo, bajo las escaleras me quito la ropa y me doy un largo baño, nadando de un lado a otro como si pretendiera batir un récord.
Cuando los brazos y los hombros me arden por el esfuerzo salgo a la toalla, al llegar a esta y secarme miro a la escalerita de roca;  la veo bajar sin dejar de mirarme ni un solo segundo, al tocar la arena bien directa a mí, me tiemblan las piernas, como en el sueño, no sé dónde meterme. Pasa a mi lado y me dice:
-Hola buenos días, veo que es cierto que te gusta esta playa- continua su camino sin detenerse y coloca la tolla solo unos metros más allá de la mía.
 Mientras se quita el vestido no deja de mirarme, y yo no puedo apartar la vista de ella, me tiene completamente hipnotizado, ha cambiado de bikini, este es mas minúsculo que el de ayer sin llegar a lo obsceno, pero a mí me hace excitarme solo con ver como contonea las caderas mientras va hacia el agua. Tengo que contenerme después de la cagada del otro día, seria de tontos volver a meter la pata con esta mujer que me gusta tanto, a la que deseo tanto y que me da un morbo tan especial. Ha conseguido en solo unas horas que me olvide casi de lo ocurrido y lo mejor de todo que no pienso nada en María. Cuando vuelve a la toalla lo hace sin apartar los ojos de mí y yo hago exactamente lo mismo. Se sienta saca el ebook de ayer y comienza a leer. No dejo de observarla ni un segundo, ella de vez en cuando levanta la mirada de la pantalla y la dirige hacia mi sosteniéndomela durante unos segundos, creo que incluso minutos.
Una de las veces saca un pulverizador marrón de su bolsa, rocía sus piernas con el aceite solar y lo extiende por ellas de manera muy sensual ¡Desearía que fueran mis manos!, cuando se lo echa por el torso siento como una erección crece entre mis piernas, lo está haciendo adrede y esta consiguiendo lo que quiere, estoy muy excitado, hasta el punto de tenerme que poner boca abajo en la toalla.
Pasamos toda la mañana así, me hace pensar que debería acercarme y decirla algo, pero no me atrevo. Me pego otro par de baños, es la única manera de sacarla de mi mente durante unos minutos, eso tampoco funciona, desde el agua tampoco la quito ojo constantemente y en esos ratos ella deja a un lado la lectura y observa como estoy nadando. Saca un tupper de la bolsa, lo abre y comienza comerse pequeñas rajas de melón es muy sensual observarla y me tiene completamente loco. Voy corriendo al agua para intentar que el frio baje la hinchazón de mi pene, pero ni aun así.

Al medio día no puedo más, pero no os penséis que voy a hablar con ella ni mucho menos, recojo todo medio cabreado conmigo mismo y me largo de la playa al hotel.
El enfado que tengo es monumental ¡Cómo puedo ser así! encima esto no es nuevo, siempre me ha pasado algo parecido con las mujeres, pero no con todas ni mucho menos, solo con las que me gustas que es aun peor. Almuerzo en el hotel y sin pensar  con quien me encontrare voy a tomar un café al bar de la plaza, donde tan solo hace cinco días me montaron una escena que casi hace que me pierda el resto de mis vacaciones y sobre todo que me hubiera perdido a semejante mujer.
Al entrar en el bar el camarero me da una palmadita en el hombro y me pide perdón por haberlas contado que pregunte por ellas, me dice que entiende que la siguiera por media España si de verdad me gusta y que si le llego a avisar el no habría metido la pata. Que me olvide de María, que fue un gesto muy bonito por mi parte intentar conquistarla y que también entiende que ella se asustara porque hay mucho tío raro por el mundo. Me pone el café y se mete en la cocina del local.
Cuando estoy terminando mi taza de café, veo que la chica de la playa entra en el bar, me saluda desde lejos y se sienta al otro lado de la barra, cuando el camarero sale de la cocina le pide un café y sus amigas incluida María hacen acto de presencia, este las  sirve rápidamente, ya no me da vergüenza, ninguna de fija mucho en mi y se van todos menos la que yo deseo a la terraza; es en ese momento cuando se me ocurre otra locura, pero ya a estas alturas de perdidos al rio. Le pido un trozo de papel y un bolígrafo, escribo mi nombre y mi número de teléfono en el, pago la cuenta mía y la de ella, me dispongo a salir del bar, al pasar al lado de la desconocida la digo:
-Estas invitada-, no me atrevo ni a mirarla.
-Y eso, ¿A qué se debe la invitación?- me pregunta sin dejar de mirarme a los ojos.
-Es en agradecimiento por las estupendas vacaciones que gracias a ti he pasado estos dos días- ¡Madre, que mal suena eso en mi cabeza después de soltarlo!
-No lo entiendo, ¿Qué tienes que agradecerme?- me pregunta ahora sorprendida.
-Eso son cosas mías, pero gracias- me tiembla todo el cuerpo, tengo que salir ya de allí, pero aun me queda una última cosa.
-Toma si de verdad quieres saberlo utiliza esto-, extiendo la mano y la doy el papel donde he apuntado mi número de teléfono, al rozar su piel los dos sentimos un escalofrió, lo veo en sus ojos, salgo como una exhalación el local con dirección a mi habitación.
Por el camino siento que me tiembla todo el cuerpo. Al cruzar la puerta del hotel suena en mí móvil el tono que tengo para los mensajes, en el solo pone “Sorpresa”. Automáticamente añado el número a mi agenda y así puedo ver la foto de quien me lo envía, es ella, me hace tanta ilusión que parezco un crio de quince años. Subo rápidamente en el ascensor y la contesto “Gracias”.
Después de eso comenzamos una conversación que dura toda la tarde y gran parte de la madrugada. Hablamos de nuestras miradas, de nuestras vidas y la cuento lo mucho que me gusta, ella me responde que yo también le gusto, que lo que hice por María la pareció muy bonito, ¡Porque si todo el mundo piensa lo mismo a María la pareció tan mal, no lo entiendo!, pero ahora me da lo mismo, ya solo pienso en Carla, ¡Os sonara el nombre de otros relatos, cosas del destino!
A eso de las cuatro de la mañana damos por terminada la conversación, los dos emocionados pero muertos de sueño, quedamos para el día siguiente en la misma cala que nos conocimos.
No sé porque pero no pego casi ojo. Por la mañana la mando un mensaje de buenos días y su respuesta es “Buenos días José, cuando llegues a la playa no te pongas conmigo, por ahora quiero seguir sintiendo tus ojos sobre mi mientras nos hablamos por aquí”, sonara raro pero me pareció una idea fantástica.
Es lo que hicimos el resto del día hasta que la batería de mi móvil dijo basta, tras lo que nos quedamos durante un buen rato mirándonos. Llegado el momento Carla se levanto de la toalla, recogió sus cosas y al pasar a mi lado me acaricia el brazo diciendo:
-Gracias a ti, no quiero que me las des mas, tu también me has hecho muy feliz-, juntamos nuestros labios en un suave beso y se marcha de la playa.

 Unos minutos más tarde en otro mensaje me dice que podíamos quedar en el bar de siempre a eso de las diez de la noche. Recojo todo me voy al hotel y me preparo para ir a verla, ya en una mesa sentados juntos charlamos de manera muy animada, sin dejar de reírnos, incluso hacemos manitas y piecitos por debajo de la mesa sin dejar de mirarnos a los ojos ni un instante.
El camarero nos saca de nuestra fantasía diciéndonos que son casi las tres y que tiene que cerrar, no queremos separarnos, pero tampoco sé donde podríamos ir.
-¿Si quieres podríamos ir a tu hotel?-, dice Carla.
Me ha pillado por sorpresa, aunque era la única forma de estar con ella que se me ocurría, pero yo no me habría atrevido a decírselo.
-¿Estás segura cariño?-, la pregunto aun algo descolocado.
-No estoy segura de nada José, solo se una cosa, lo deseo- al decirlo me da un gran beso en la boca que hace que mi libido estalle en deseo.
La agarro por la cintura, nos fundimos en un largo beso abrazándonos, rozando nuestros cuerpos con pasión, sintiendo su calor y sus ganas de mí. En cada esquina del camino nos detenemos y nos volvemos a besar. Sus labios son cálidos, húmedos, nuestras lenguas van de una boca a otra, se entrelazan sin descanso. Comienzo a sentir una erección apretándose contra mis vaqueros, ella también la siente y aprieta su entrepierna contra la mía, se aparta un segundo.


-Cariño, esto promete-, me dice y acaricia el bulto con la mano, agarrándose a el mientras me sonríe de manera picara.
-Cielo, tu estas muy jugosa-, la contesto metiendo por debajo de su minifalda la mano y acariciando su mojada tanguita con la yema de los dedos.
Cuando entramos en mi habitación las palabras sobran. Los besos se intensifican, el abrazo en el que nos fundimos es todo pasión. Cojo a Carla fuertemente por el culo, aprieto su cuerpo contra el mío, subo las manos despacio por su espalda sintiendo cada curva de su cuerpo, al llegar a la nuca aparto la larga melena mordiéndola ligeramente el cuello, un gemido se escapa de su boca.
-No pares mi vida-, dice en un susurro.
Continuo besando y lamiendo el lóbulo de su oreja, un escalofrió recorre todo su cuerpo.
-¡Umm!, me pone la carne de gallina cariño, me gusta-, susurra en mi oído.
-Solo quiero que disfrutes del momento cielo-, la digo sin dejar de besarla.
Suelto el cinturón de cuero marrón que ciñe a su cintura el vestido negro corto que lleva puesto, lo lanzo sobre una silla de la habitación, ella sola se lo saca  por la cabeza y lo tira en el mismo lugar. Su ropa interior consiste en un sujetador negro semitransparente que deja ver sus duros pezones, un tanga muy pequeño que en la parte trasera forma un triangulo, en el que hay unas piedrecitas brillantes cosidas que desprende destellos multicolor, por delante también es transparente, veo sus labios a través de la tela o por lo menos eso imagino, rodeados de un poco de bello muy rasurado, es precioso, no se ha quitado aun los zapatos de tacón que hacen que sus piernas sean aún más largas que en la realidad dándola un toque muy sexy.



Carla me abraza, me besa y me dice: ¡José follame, lo necesito!
Agarra mi mano llevándome hasta el borde de la cama, saca mi camiseta por la cabeza, me acaricia el torso lamiendo y mordisqueando mis pezones. Desabrocha el cinturón de mis pantalones, los botones; rápidamente termino de desnudarme y tiro la ropa sobre la misma silla de antes, solo me dejo puesto el bóxer.
-¿Eres tímido? ¿No me vas a dejar ver lo que tanto abulta ahí debajo?- dice sonriendo.
-Es todo tuyo preciosa, pero prefiero que lo descubras tu misma-, la digo guiñándola un ojo.
Me derriba sobre la cama, quedando tumbado boca arriba, con movimientos felinos se coloca sobre mí, me besa en la boca, pero se aparta enseguida.

 -¿De verdad es todo mío y puedo hacer lo que quiera con esto?-, dice sujetándome con fuerza por el paquete.
Solo puedo asentir, mientras un gemido mezcla de dolor y placer sale de lo más profundo de mi garganta.
Carla comienza a moverse sobre el miembro que está deseando salir del bóxer, solo se ha quitado los zapatos de tacón, aun sigue con la ropa interior. Roza el pubis contra mi pene haciendo que la desee aun más. Se baja los tirantes de sujetador y masajea sus preciosos pechos dejándolos al descubierto, los acerca a mi boca, los beso, los lamo y les doy un ligero mordisco tirando de ellos para que pueda verlo con sus propios ojos; están hinchadísimos, agradecen el roce de mi lengua, Carla echa la cabeza hacia atrás disfrutando de los movimientos de mi lengua.

 Se aparta otra vez de mi, aprieta su sexo contra mi erección masturbándose con ella, mientras poco a poco va bajando por mi torso desnudo, dejando un rastro de saliva por todo el. En un rápido movimiento me quita el bóxer, me la agarra con fuerza y comienza a besármela, pasa la punta de la lengua por toda su longitud haciendo círculos con ella alrededor del glande. ¡Me quiero morir, cuanto placer!
Se la mete en la boca, realizando la mejor felación que me han hecho en mi vida, masturbándome y masajeándome los testículos a la vez, no creo que pueda soportarlo mucho tiempo, el placer hace que incluso se me nuble la vista. En un par de ocasiones consigo no eyacular, pero no se cuanto podre resistir.
-Bésame, ven aquí, bésame-, la digo, como en mi sueño, es la única manera de que pare.
Gracias a dios obedece, mientras me besa se quita por completo el sujetador, yo aprovecho el momento para darla la vuelta y dejarla a ella tumbada boca arriba sobre la cama. Ahora soy yo quien besa sus pechos, quien lame sus pezones, quien los muerde. Bajo por el abdomen, juego en el ombligo, saco su tanga muy despacio por las piernas y me quedo unos segundos disfrutando de la vista de su pubis, como dije antes precioso y apretadito.
Me coloco en cuclillas entre sus piernas, me meto un dedo en la boca para lubricarlo con mi saliva, abro los labios vaginales y un color rosa intenso aparece ante mí, no me habría hecho falta ni mojarme el dedo, esta empapada. Comienza a jadear de inmediato, juego con el dedo en su clítoris, Carla contonea las caderas pidiendo más. ¡La doy más!, introduzco un dedo en su cuerpo, buscando rápidamente el punto G, los jadeos se convierten en una respiración muy acelerada y entrecortada. 

 Meto otro dedo y aumento el ritmo de mi mano, por un momento pasa por mi mente parar y dejarla así, que sufra un rato. Pero eso sería ser cruel, además sus caderas se mueve a toda velocidad haciendo círculos sobre el punto de apoyo que representan mis dedos, por ello la idea se va rápidamente de mi cabeza y hago que tenga un grandisimo orgasmo. Sin dejar que su respiración se calme, agacho la cara y dejo que mi lengua empiece a saborear su sexo. Carla no puede reprimir un grito.
-¡Sigue, no pares, sigue! Me corro otra vez-, chilla de tal manera que seguro que la escuchan, pero eso me excita aun más.
Dejo de lamerla y me centro en hacer círculos sobre el clítoris, primero hacia un lado, después hacia el otro, en el cuarto cambio de dirección echa sus manos a mi cabeza y aprieta mi boca contra su sexo corriéndose de nuevo.

 No me suelta, mantiene mi cabeza sujeta, aunque ahora es para llevarme hasta su boca y besarla. Apoyo mis manos contra la sabana para no cargar mi peso sobre ella. En la punta del pene siento su humedad, suavemente contoneo mis caderas para colocarme en posición, empujo con fuerza y entro hasta el fondo. Carla abre los ojos de par en par, sorprendida por el fuerte impulso y la penetración total. Me quedo hay dentro sin moverme unos segundos, el tiempo justo para que sea ella quien se mueve , su ritmo es lento al principio, cuando acelera comienzo a penetrarla, sacándola casi por completo y volviendo a metérsela entera de nuevo.
Ella se agarra con una mano un pecho apretándolo con fuerza entre los dedos, con la otra mano me agarra por una de mis nalgas y marca el ritmo que desea con ligueros movimientos. ¡No puedo más!
-Cariño ya no puedo parar-, digo entre jadeos.
-No pares mi vida yo también estoy apunto-, dice ella aumentando el ritmo de su mano.
Los dos estallamos a la vez en un orgasmo intenso y prolongado, disfruto tanto que aun continuo un rato moviéndome en su interior, hasta que me dejo caer sobre su cuerpo.

 Carla esta tan sudada como yo, tardamos un buen rato en recuperar el aliento, nos besamos y acariciamos mutuamente. Vamos al baño a darnos una ducha en la que nos lavamos el uno al otro con suaves caricias y muchísimos besos, antes de terminar de secarnos, con la piel perlada de gotitas de agua la hago de nuevo el amor de pies contra la pared del aseo. Y un rato después a cuatro patas contra la cómoda.
Terminamos destrozados, dormidos, abrazados sobre la cama después de una larga conversación llena de mimos mutuos.
Con los primeros rayos de sol que entran por la persiana medio abierta, me despierto, busco a Carla sobre el lecho de nuestra pasión y no la encuentro. Me levanto sobresaltado, miro en el baño y tampoco esta. Sobre la mesilla de noche hay una nota la abro rápidamente y la leo.      

Buenos días cariño, espero que descansaras bien y que disfrutaras tanto como yo anoche. Como ayer me dijiste, hoy tienes que empezar tu viaje de regreso, solo te pido que tengas mucho cuidado en la carretera y que nunca me olvides mi vida. Ten paciencia estos días no creo que pueda hablar mucho contigo. Mil besos”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         CARLA

No me puedo creer que esto se termine así, pero tiene razón, hoy tengo que dejar la habitación del hotel y volver a Valladolid, mañana trabajo. Preparo las maletas de la moto y la mochila que llevo sobre el depósito, mientras lo hago mando a Carla varios mensajes, no responde a ninguno. Antes de salir del hotel decido llamarla al móvil, pero está apagado o fuera de cobertura. Paso por la casa que tienen alquilada, cerrada y el coche no está en la puerta. Al pasar por la el bar le pregunto al camarero por el grupo de amigas, con una sonrisa picara en la cara me dice que se han ido a pasar los dos últimos días de vacaciones que las quedan a Santiago de Compostela y que solo volverán a recoger las maletas que el mismo ha guardado.
El camino de vuelta es largo, cruel, me siento fatal por no haberme podido despedir de Carla y decirla todo lo que he sentido y que aun siento estos días a su lado. Cuando llego a casa no tengo ganas ni de deshacer las maletas, me doy una ducha, ceno algo ligero, pongo el despertador a las fatídicas siete de la mañana e intento dormir un poco. Con lo cansado que estoy no tardo en hacerlo, paso muy mala noche, sueño con ella y me despierto varias veces sudando y pensando que nunca la volveré a ver.
La semana de trabajo pasa lenta, aburrida, triste. Todos los días la mando algún mensaje al móvil sin recibir respuesta, la doy por perdida, me queda el único consuelo que lo vivido ha sido un amor de verano, intenso, comprimido en solo unos pocos días y una noche de pasión desenfrenada, pero se que es engañarme ya que la amo.
El viernes al salir de trabajar los compañeros me dicen que vaya con ellos a tomar unas cervezas, no tengo ganas, me marcho directo a casa.
Después de cenar me tiro en el sofá y me quedo medio adormilado, vuelvo a soñar con Carla. El teléfono suena dándome un gran susto, en la pantalla aparece un mensaje, lo abro rápidamente y lo leo a toda velocidad.
            “Acabamos de llegar a Valladolid cariño, no he podido responderte a los mensajes y llamadas por que no quería que mis amigas supieran lo mucho que te quiero y lo enamorada que estoy de ti, lo siento”.
Estoy alucinando pero no puedo dejar de leer.
            “Lo pase de maravilla contigo y si tu quieres me gustaría continuar con nuestra historia de amor”
Contesto a toda prisa.
            “Por supuesto que quiero continuar, te he echado mucho de menos estos días y he llegado a pensar que no querrías volver a verme. Carla te amo"
Estoy cada vez más nervioso y me equivoco varias veces al escribir, teniendo que borrarlo y rehacer el mensaje.
El móvil suena de nuevo, pero esta vez es una llamada suya.
-Hola cariño-, contesto.
-Hola vida mía, si quieres verme dime en que piso vives, estoy en el portal y te necesito en mi vida para siempre- me dice y la escucho reír. 

Yo también rio de manera incontrolada, es la felicidad que nos llena el corazón a los dos y que seguirá así el resto de nuestras vidas.

                                                                                              J.M. LOPEZ

12 comentarios:

  1. Como siempre la realidad supera y mejora la ficción, me ha gustado mucho el relato, transmites muy bien los sentimientos encontrados.
    Te deseo que es felicidad encontrada te dure para siempre.
    Un saludo.

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    1. Muchísimas gracias por el comentario. Es un auténtico placer saber que te ha gustado la historia.
      Mil besos

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  2. Ya había puesto yo una cruz en el calendario... Ya la puedo quitar.
    Tenía ganas de saber de ti y la ausencia ha sido larga pero ha merecido la pena porque veo que el regreso ha sido superior.
    Besos de Pecado.

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    1. Muchísimas gracias. Lo bueno se hace esperar jajaja.
      En serio gracias por el comentario, ya tenía muchas ganas de escribir y sobre todo de que disfrutarais de las historias de este humilde aprendiz de escritor.
      Pronto habrá mas aunque en esta ocasión serán publicados cuando este convencido que que me gustan y no uno por obligación a la semana.
      Besos de pecado

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  3. Me a entretenido y lo he tenido que leer del tirón. Trasmites bien pero te cortas bastante a la hora de los detalles, eso da más morbo al asunto. Encantado y sigue adelante campeón.

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    1. En eso consiste, entretener y hacer que la imaginación vuele.
      Muchas gracias.
      Espero que los demás tambien te gusten.

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  4. Y donde continua la historia?

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    1. La continuación, uffff, esta por ver jajaja
      Gracias, si quieres mas es que te ha gustado.
      Un saludo.

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  5. Upsss nuestro Jose meloso y enamorado.... ; me encanto !!! Espero ansiosa el siguiente.besis

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  6. No te creas todo lo que lees, la ficción y la fantasía son igual de importantes.
    Besos

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  7. Menuda historia enhorabuena !!
    Es realmente un relato apasionante..lleno de sentimientos y sensaciones .

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    1. Gracias por el comentario, solo escribo lo que siento en cada momento. Aparte de los sentimientos y las sensaciones hay en el mucho amor y pasión, que tras el otoño y el invierno continuarán.

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