jueves, 12 de marzo de 2015

LA SORPRESA DE ANA (III parte y Fin)

¿Con cuál de los dos empezar?
 Es mi única duda, doy un par de vueltas alrededor de la cama, empezare suave. Paso la pluma por los muslos de Ana comprobando de inmediato que se la pone la piel de gallina, siempre tuvo muchas cosquillas. Subo por la entrepierna saltándome el sexo húmedo y cálido, hago unos pequeños círculos en su tripa, recorro la circunferencia de los pechos y ¡Zas!, un pequeño toque con la fusta en uno de sus pezones hace que se retuerza de placer y que la cúspide de sus tetas se erice de inmediato.

-Ummm-, Es el sonido que sale de su boca a la vez que se muerde el labio inferior.

-¿Te ha gustado?-, La pregunto.

-Sí, El otro también quiere-, Me dice retorciéndose un poco y apretando de nuevo los muslos.


Subo con la pluma por el cuello pasando de un lado al otro, haciendo un círculo en su rostro que la provoca cosquillas y una mueca arrugando la cara. Un suave latigazo en el otro pezón, esta vez por sorpresa no lo esperaba, al tenerlos tan sensibles chilla un poco.

-¿Quieres más? ¿Con más fuerza?-, Digo con una sonrisa pícara que ella no puede ver.

-Si más, mucho más, pero continua así de suave-, Dice Ana muy excitada.
Acerco la fusta a su cara pasando la punta por las orejas, bajándola desde la frente a la punta de la nariz.

-Saca la lengua-, La digo.

Obediente la saca, pongo la fusta en su lengua, Ana empieza a lamerla ávida de deseo. La sujeta unos segundos entre los dientes, soltándola solo para decime:

-Dame tu polla, quiero comértela de nuevo-, Dice casi gimiendo.

-Aun no, tranquila, saciare tu hambre muy pronto-, Contesto mientras me miro la verga que está a punto de estallar entre mis piernas.

Hago que chupe la punta de la fusta de nuevo, la pasó por su cuello, entre los pechos, sobre el abdomen; al llegar a su sexo doy unos golpes leves en el hinchado clítoris. Uno, dos, tres, cuento en voz alta, el cuarto un poco más fuerte. Ana levanta las caderas pidiendo más. Unos, dos, tres y golpeo un poco más duro dejando el juguete apoyado sobre el mojado sexo. Lo restriego por toda la largura de su vagina impregnándolo de los fluidos que de ella salen. Se la acerco de nuevo a la boca para que saboree su propio cuerpo, me encanta ver con que ansía la chupa.  De nuevo bajo por el cuello, esta vez dando un latigazo en cada pezón seguido de la suave sensación que produce la pluma azul, Ana gime con cada uno de ellos, con dos golpes más en cada muslo y otra vez la suavidad.


Cojo las llaves de las esposas que hay sobre la mesilla de noche, suelto una de sus manos que rápidamente se abalanza contra mi cuerpo buscando el objeto ahora más deseado por ella, mi polla. La dejo acariciarla y apretarla con fuerza unos segundos. Le agarro la muñeca suelta de la que aun cuelga un juego de esposas uno sus manos sobre la cabeza y la dejo así esposada con las manos juntas, pero aun amarrada al cabecero de la cama.

-No, otra vez no-, Me dice casi histérica.

Sin decir nada doy una vuelta alrededor de la cama, pensando que hacer ahora, la verdad es que deseo comérmela de nuevo, tan jugosa como esta, tan excitada, tan sensible. Me tumbo boca abajo entre sus piernas intentando no tocar ni un centímetro de su piel, Ana aun no me ve y quiero que el primer contacto de mi cuerpo con el suyo se únicamente mi lengua. Nada más sentirla empieza a chillar.

-Sí, sí, si amor mío comételo todo, así que rico-, Jadea como yo nunca la había visto.


Los suaves toques de mi lengua se aceleran, pasan a ser grandes lametazos por toda su raja terminando cada uno de ellos en el clítoris. El ritmo crece por momentos, cada vez más centrados en esa parte que a ella tanto le gusta, su respiración se entrecorta, la miro por encima de su sexo, comienza a convulsionar, estalla en un gran orgasmo como nunca la había sentido.

-Te quiero, te quiero, no pares, sigue mi amor-, Dice sin respiración.


Me incorporo de golpe colocándome encima de Ana, penetrándola con un solo empujón hasta lo más profundo, sintiendo como mi polla se empapa en ella como la pluma en un tintero. Deja de respirar unos segundos y enseguida vuelve a tener un gran orgasmo, pero yo no paro empujo tras empujón siento como su cuerpo se deshace bajo mi presión, como convulsiona, como goza de cada embestida; quiero correrme, llenarla de la cálida leche que llora por salir. En ese momento la invade un nuevo orgasmo es tremendo, tanto que la siento agotada bajo mi cuerpo. Paro de golpe, otra idea ha cruzado mi mente perversa.


Suelto sus brazos del cabecero, sin separar aun las muñecas, desato las ligaduras de sus piernas;  Ana no se mueve apenas la quedan fuerzas, le digo al oído:

-¿Podrás con otro cariño?-, Sonriendo de manera maliciosa.

-Si mi amor, quiero más, está siendo increíble-, Me contesta mientras intenta que su respiración vuelva a calmarse.

Beso sus labios con ternura y a la vez con mucho deseo, le ayudo a incorporarse y ponerse de pies junto a la cama, la tiemblan un poco las rodillas. Me siento en el borde del colchón colocando a Ana sobre mis rodillas boca abajo, dejando que pies y manos cuelguen sin tener ningún punto de apoyo. Acaricio sus blancas nalgas con la mano derecha.

-¿Has sido buena chica?-, Pregunto.

-No mi amor, he sido muy mala-, Contesta ella.

Separo la palma de mi mano de sus glúteos y un chasquido sonoro sale de su piel al golpear con fuerza.

-¿Cómo has sido de mala mi amor?-, Pregunto de nuevo.

-Muy, muy mala, merezco un castigo-, Dice de nuevo excitada.

Dos azotes más rompen el silencio.
-Otro, dame otro-, Grita.

Otro no, otra media docena la doy repartidos en grupos de tres en cada nalga ya de un color rojo chillón. Hago que se tumbe boca abajo sobre la colcha, con los brazos extendidos por encima de la cabeza, con las piernas muy juntas. Me monto sobre ella a horcajadas, coloco el miembro entre sus muslos, rozando levemente la entrada al sexo de Ana, una envestida seguida de otra y otra y otra más. Ella intenta abrir las piernas pero yo no le dejo haciendo presión con mis muslos, sin parar de empujar. Tiene la cara de lado, veo como muerde la tela, como sus manos se agarran con fuerza a la colcha, escucho su respiración acelerada y me dejo llevar.


 Los dos tenemos el mejor orgasmo de nuestra vida de manera simultánea, los dos chillamos a la vez “Te quiero”, los dos estamos empapados en el sudor de la pasión.

Me dejo caer a su lado, la siento agotada, exhausta, reventada. Suelto el lazo de la venda de sus ojos, ni siquiera los abre, se queda así quieta boca abajo mientras libero las esposa y me doy cuenta de que una ligera marca rosácea aparece en las muñecas de mi amada. 

Estiro el brazo y saco del Cajon de la mesilla un aceite de hamman. Echo un poco sobre las palmas de mis manos, me coloco a su lado de rodillas y masajeo sus doloridas nalgas, el interior de los muslos aun rojos donde la fusta golpeo, sus preciosos gemelos tallados durante años por altos tacones.

Siento como su piel se calienta por el aceite, la habitación se llena de un intenso aroma árabe como en los baños turcos donde descubrimos esta esencia. Echo un poco más directamente sobre su espalda y prosigo mi delicado masaje, subiendo despacio sin mucha presión, siguiendo con los pulgares la columna vertebral, hasta llegar a los hombros doloridos por haber estado atada por encima de la cabeza tanto tiempo; los acaricio con mimo, con todo cariño. Veo en su piel el reflejo de las velas, los destellos del aceite. Sin dejar de dar el masaje empiezo a decirla en un susurro:

Mi amor eres mi luz, mi tesoro, mi joya y como tal quiero que brilles como lo hace ahora tu piel. Quiero que brilles de felicidad, ver las chispas del amor en tus ojos, sentir el deseo en tus labios al besarlos. Quiero ver el brillo de tu sonrisa y el reflejo de tu felicidad. Quiero ver como brillas cuando me hablas, cuando me amas, cuando me tocas, cuando lloras de emoción. Mi amor te quiero, gracias por una noche maravillosa.
De los labios de mi amada sale solo una frase “Gracias mi amor por una noche increíble, Te quiero”.



J.M. LOPEZ



4 comentarios:

  1. Sin comentarios. Una entrega tan perfecta como sublimen.
    He sentido esa sensación de Ana y he percibido cada una de tus intenciones como si fuera en mi propio cuerpo separado en dos.
    Impresionante y tan real.. que penetra.
    Sumisión, dominación... Clave perfecta.
    Un beso.

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    1. Muchísimas gracias, es un placer que sintieras todo esos al leerme.
      Besos de pecado

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