lunes, 7 de septiembre de 2015

CIBERSEXO II (Tras el espejo)

El viaje a Soria comenzó desde el mismo momento en que nos despedimos con la cita ya pactada. Quedaba una semana, que se me hizo eterna, durante esos siete días hablamos mucho por teléfono, chateamos en la página que nos habíamos conocidos, intercambiamos fotos subidas de tono y también muy explícitas mientras manteníamos cibersexo a diario. El deseo y las ganas de tenerla crecían casi tan rápido como mis continuas erecciones soñando con follar juntos.

En el trabajo las cosas eran normales, a excepción de que todos los días hacia escapadas al baño a masturbarme, varias veces, recordando nuestro último encuentro ante la pantalla del ordenador.

En la oficia frente a mi portátil, me llegaban continuamente imágenes de Andrea acariciando sus preciosos pechos, pellizcándose los grandes y duros pezones, pasando la mano de manera sensual por su escote, por sus labios, lamiendo su dedo corazón como si de mí polla se tratase, bajando la mano muy despacio por su vientre, enredando la goma del tanga en ella, dejando que su sexo se marcara en la ropa interior y consiguiendo enseñarme como estaba ya empapada de deseo. Para terminar masturbándose ante la cámara para que yo la viera, dedicándome jadeos, gemidos, gritos de deseo. Ante estas imágenes no podía evitar tener una erección y por supuesto me desahogaba yo solo en el baño de la empresa.


El jueves me acosté más temprano de lo habitual, quería estar descansado para lo que me esperaba al día siguiente. Me costó mucho dormirme, estaba nervioso. No sabía si estaría a la altura de las expectativas o si todo saldría como siempre habíamos deseado. El despertador sonó a las seis de la mañana, al mirar por la ventana de mi cuarto vi que llovía con fuerza y por los charcos que llenaban la calle sospeche que lo había estado haciendo toda la noche. Me afeite, apure la depilación integral de mi cuerpo, quería estar muy suave y prepare las cosas de trabajo antes de desayunar.

Al encender el móvil mientras me tomaba un café vi que entraban un montón de mensajes de Andrea. Casi se me cae de las manos al abrir el primero; una foto de sus maravilloso culo con tan solo un fular de seda rojo atada a la cintura. Ver ese culo, con los muslos un poco abiertos y poder apreciar su sexo a través de la fina tela, junto con la melena que caía por su espalda fue todo un estímulo, poco falto para con la mano derecha empezar una buena paja ante tan maravilloso espectáculo.

En las siguientes fotos Andrea jugaba con el mismo fular bermellón, en algunas lo usaba de bufanda dejando al descubierto sus pezones, en otras de mini falda, muy mini, sin dejar apenas nada a la imaginación. También me contaba que al estar sola decidió mandarme esas fotos para calentar el ambiente sexual entre nosotros, cosa que yo agradecía de corazón, ya que tenía todas las fotos guardadas desde el primer día y de vez en cuando hacia un repaso por ellas para estimular mis fantasías.


Me tuve que contener para no masturbarme, sentía como mi erección palpitaba dentro de los pantalones, me chillaba que la sacara y que la permitiera desplegarse si ataduras, me suplicaba que la tocara hasta eyacular y poder soltar toda esa presión; pero no, tenía que contenerme, todo mi deseo estaba en llegar a Soria, estaba en Andrea, entre sus brazos, entre sus caricias, sobre su piel y entre sus piernas.

En el camino más y más lluvia, no me lo podía creer, odio conducir así. El tráfico es más lento de lo habitual, la carretera está muy peligrosa y el batir continuo de los limpiaparabrisas me pone dolor de cabeza. Al paso por Aranda de Duero me para la guardia civil.

-Buenos días-, dice el amable agente mientras presiono el botón que hace bajar mi ventanilla.

-Buenos días-, contesto, -¿Sucede algo?

-Por las lluvias de esta noche, se han producido desprendimientos en la calzada a la altura del Burgo de Osma, ¿Hacia dónde se dirige usted?-, me pregunta.

-Voy a San Esteban de Gormaz-, le miento.

-Pues puede usted continuar sin peligro, que tenga buen viaje-.

Meto primera y me alejo del control. Si hay desprendimientos donde él me ha dicho ya se yo por donde tengo que ir sin que me hagan dar una vuelta tremenda como suelen hacer en estos casos. Al llegar a San Esteban de Gormaz me desvió hacia un pueblo llamado Ayllon, sigo hasta Almazán y de allí directo a Soria. Solo una parada en el camino. Un café me vendrá bien. Escribo un mensaje a Andrea y directamente me llama por teléfono.

-¿Cómo lo llevas? ¿Por dónde estás?, yo estoy terminando de prepararme y saldré para el hotel en una hora más o menos—me dice muy ilusionada.

-A 15 kilómetros de Soria, he parado a tomar algo, he de confesarte que estoy algo nervioso-, digo con voz temblorosa.

-Yo también lo estoy, pero seguro que se nos pasa en cuanto tenga tu rica verga en mi boca-, escucho una ligera risa al otro lado del teléfono.

-Eso espero, poder comerte yo a ti disfrutando de cada lametazo, lo deseo con todas mis fuerzas-, contesto mientras un escalofrío recorre mi nuca.

Es una de las cosas que más me gustan, el sexo oral, hacerlo y que me lo hagan, sin prisa, muy tranquilo, saboreando cada parte de su cuerpo, sintiendo como se excita, como se moja, como se corre en mi boca.


-Te esperare a eso de la una en la cafetería del Parador, ¿Crees que te dará tiempo?-.

-Creo que si Andrea, no te preocupes te mandare un mensaje si termino antes-.

-Ni se te ocurra hacerlo, no quiero que aparezcas hasta la una empunto, solo me escribirás en caso de que llegues más tarde, tengo cosas que preparar primero-. Vuelvo a escuchar su risita por el auricular.

Durante la reunión estoy nervioso, no dejo de mover la pierna derecha continuamente, apenas participo en las charlas. En el descanso para el café miro continuamente el teléfono, Andrea me ha prohibido llamarla o escribirla, pero ella podía ponerme algún mensaje o lo que fuera, estoy ansioso, angustiado e histérico. Terminamos unos minutos antes de la una, sin despedirme salgo corriendo de las oficinas donde era la reunión. Saco el coche del aparcamiento y escucho las indicaciones del navegador, programado previamente, que me llevan a la entrada principal del hotel. Bajo del coche, pregunto en recepción por la cafetería y entro en ella como una exhalación. 

Nadie en la barra, tampoco en las mesas. Una voz a mi espalda me dice algo que no entiendo. Me giro y veo a un camarero de uniforme sonriente hablándome. Tardo unos segundos en reaccionar y escucharle con algo de atención.

-Buenos días señor, ¿Desea usted algo?-, me pregunta varias veces.

-¿Se encuentra usted bien?-, insiste.

-Sí, buenos días, perdón había quedado aquí con una persona y llego tarde, parece que ya se ha marchado-, le contesto.

-No caballero, hace unos minutos que ha llamado por teléfono preguntando por usted, bajara enseguida, que se tome usted algo y que le ponga a ella un Martini-, me cuenta muy amable.

Le miro con la boca abierta, estoy sorprendido de como Andrea lo tiene todo previsto, eso me asusta tanto o más que el simple hecho de ir a conocer a una mujer que tantísimo deseo.

-Su mesa está preparada, me acompaña por favor-, continua el camarero.

Le sigo entre las mesas de la cafetería hasta un pequeño reservado en el que solo hay una mesa perfectamente preparada y un par de sillas, retira una de ellas y me ayuda a acomodarme, le pido un Martini como ella. Unos minutos después vuelve el camarero, sirve las dos bebidas y sale del reservado dejándome completamente solo. Me sudan las manos, el bailecito de mi pierna derecha vuelve rápidamente y un nudo en el estómago hace que mi bebida caiga a plomo en él.

Saco el teléfono del bolsillo del pantalón, ya han pasado quince minutos y acabo de pedir el segundo Martini, escucho un ruido tras de mí, me giro pensando que es el camarero y casi me caigo de la silla al ver que es Andrea con mi copa en mano. Esta increíble, lleva un vestido negro corto, ceñido a la cintura por un cinturón y abotonado de arriba abajo, unos zapatos de tacón precioso, una sonrisa nerviosa a la vez que fascinante y el pelo suelto dejando caer la rubia melena por la espalda. Su piel brilla de manera espectacular, nada más verla deseo tocarla pero en vez de eso me pongo en pie, me acerco a ella y la doy un beso en la boca mientras la digo:

-Estas impresionante-.

Ella sonríe tímidamente –Gracias José, tú también lo estas, estoy muy nerviosa, sentémonos por favor-.

Aparto la silla de la mesa para ayudarla, su perfume inunda mis fosas nasales, es fresco, suave, muy agradable, con un toque a flores recién cortadas. Para tranquilizarla un poco apoyo mis manos en sus hombros la doy un beso en la coronilla y la digo:

-Yo también estoy nervioso, pero también muy agradecido de estar aquí con una mujer tan deliciosa como tú-.

Me siento frente a ella, al principio hablamos con timidez pero enseguida nos soltamos con la misma confianza que tantas veces hemos tenido en nuestros chats o por teléfono. Es una mujer apasionada, educada, morbosa. Durante la conversación nos tiramos indirectas picantes, a los dos nos gusta ese juego. Deseo besarla, quiero y necesito acostarme con ella pero reconozco que estoy muy a gusto en nuestro reservado sin dejar de mirarla. 

Con su tercera copa pedimos algo de picar, el alcohol embota los sentido y yo quiero sentirte por completo, la digo y ella sonríe a la vez que descalza su pie y lo apoya con delicadeza en mi entre pierna por debajo de la mesa.

-Ahora empezaras a sentirme, yo también quiero sentir tu polla después de verla tantas veces en la pantalla del ordenador, necesito que sacies mi hambre de ti-, Andrea ronronea las palabras haciendo que me excite rápidamente.


El juego sexual ha empezado y de qué manera. Andrea se suelta el botón del escote y deja a la vista la curva de sus pechos, no son muy grandes pero parecen perfectos, pasa un dedo entre ellos y lo introduce por dentro del sujetador de puntilla.

-Tengo los pezones durísimos ¿Quieres tocarlos?-, sus palabras atraviesan mi pantalón y siento un latigazo en la entrepierna.

-Lo deseo desde la primera vez que te vi pellizcártelos para mí en el chat-, digo mordiéndome el labio inferior.

-Subamos a nuestra habitación-, me dice con un susurro incorporándose en la silla.

Me levanto rápidamente, le ofrezco mi mano para ayudarla, ella la acepta, salimos de la cafetería, pasamos por recepción, cogemos nuestra llave y entramos en el ascensor de manera apresurada. Andrea se pone contra la pared del fondo, con una rodilla levantada y con actitud de gatita en celo, me abalanzo sobre ella ansioso por besarla, los dos nos fundimos en un abrazo cálido, apasionado, lleno de deseo y de ganas por llegar a nuestra habitación.

Al entrar nos miramos sorprendidos al ver que tiene un gran espejo en el techo justo encima de la cama, nos reímos y creo que los dos sentimos en ese momento lo mismo, excitación y morbo por el espejo que será mágico.
Andrea me pide que me fume un cigarro tranquilo y se mete en el baño. De tranquilo nada, prácticamente en tres caladas me lo ventilo, me siento a esperar la y no dejo de mover de nuevo una pierna por los nervios.

Cuando sale mi corazón hace un redoble de tambor, lleva los tacones increíbles, pero además un picardías de encaje color coral que realza su tono moreno de piel, es tan fino que adivino sus curvas por el contraste de la luz del baño, me quedo con la boca  abierta, mi niña se sonríe al ver como la miro. Se da la vuelta dándome la espada y mirándome a través del gran espejo que hay en la pared, pone el culo en pompa dejado que el picardías se levante lo juntos para ver la curva de sus glúteos, con las piernas semiabiertas apreciar su rico sexo. Me pongo en pie acercándome  a ella sin dejar de mirar su maravilloso cuerpo, y la caída que hace en sus caderas la gasa finísima que lo recubre. 


Al llegar a su lado la acaricio con cuidado. Es muy suave, muy agradable al tacto. La abrazo por detrás rodeándola con mis brazos por la cintura, aprieto mi erección contra su culo, y siento su calor a través el pantalón, Andrea inclina la cabeza hacia atrás, nos besamos, dejando que nuestras lenguas bailen juntas, no puedo resistirme, agarro con ganas sus pechos, consiguiendo sacar el primer gemido de su garganta.

Mueve los glúteos arriba abajo, derecha izquierda, apretándolos contra mi polla, sintiéndola cada vez más dura, se da la vuelta me besa con pasión, amor y lujuria, se sienta en el borde de la cama dejándome a mí de pies frente a ella, suelta el cinturón y los botones de mi pantalón, lo baja un poco y se da de morros con la sorpresa que sale disparada de ellos, no tengo ropa interior, un “guau” sale de su boca justo antes de entrar mi polla en ella. Se relame, me masturba, me masajea los huevos, me pone a mil por hora. Es maravilloso verla en esa posición con el miembro en la boca, mirándome a los ojos, no resisto la tentación, sujeto a Andrea por la cabeza y empiezo a mover las caderas follandome su sensual boca.


Me concentro para no correrme muy rápido, el placer es inmenso, los micro orgasmos llegan uno tras otro, ella me dice:

-Siento como palpita en mi boca, sabes a leche, que rico-, se relame y me mira con cara de vicio.

No creo que resista mucho más, así que decido pararla. Hago que se tumbe boca arriba, me mira enfadada por quitarla la golosina de la boca, pero yo también tengo hambre , me termino de desnudar, colocó mi lengua sobre los dedos de su pie derecho y recorro toda su pierna con un gran lametazo, me detengo en el mojado clítoris, está chorreando de ganas por ser follado, pero prefiero comérselo, besos sus labios mayores, lo abro con mi lengua, besos los labios menores, me entretengo jugando con la punta de la lengua en su clítoris. Los gemidos se convierten en jadeos, estos en gritos y para terminas varios “síes” seguidos y un chillido de placer me dan su primer orgasmo, quiero más. Sin esperar ni un segundo me coloco en posición y la penetro profundamente. Las alabanzas a mi polla son continuas, eso me excita aún más, procuro concentrarme en lo que hago, en cada movimiento, en cada penetración, en cada envestida, cambio constantemente el ritmo para que no se corra aun.


Cuando siento que ya está a punto salgo rápidamente de su vagina, introduzco dos dedos y la masturbo con velocidad haciendo algo de presión en el clítoris interno. Un chapoteo empieza a sonar en la habitación, Andrea eyacula de manera salvaje, su cara es un poema pero quiere más, sigo hasta dejarla seca, el líquido escurre por sus muslos por sus glúteos, su coño resuda deseo, vuelvo a penetrarla con mi polla y no tarda en tener otro orgasmo. Esta tan cachonda que me tira sobre la cama y me cabalga con desenfreno, otro orgasmo y otro, los dos perdemos una cuenta que nunca hicimos, es la mejor follada de mi vida y lo mejor de todo con la mujer que más deseo del mundo.


Se pone a cuatro patas ofreciéndome lo que quiera, culo o coño, me decido por este último, deseo correrme ya, no dejo de darla fuertes envistiéndolas, siento como se está masturbando con una mano. Me pone cardiaco. La tumbo completamente boca abajo, cambio el ángulo de la penetración para rozar con mi pene la misma zona que la hizo antes eyacular. Golpeo con mi polla en su interior, sin bajar el ritmo, más y más dentro Andrea chilla:

-Sí, si no pares-, tiene otro orgasmo súper mojado.


Me dejo llevar y estallo en su interior, el placer hace que ponga los ojos en blanco, que convulsione todo mi cuerpo, que me dé un ataque de risa. Me dejo caer sobre su espalda, estamos empapados en sudor, llenos de amor, llenos de ganas de seguir, pero toca descansar, apenas me puedo mover, beso su espalda y poco a poco sin voluntad por mi parte mi polla sale sola de su cuerpo. Después de asearme un poco ella entra en el baño. Me tumbo en la cama mirándome en el espejo del techo, pensando en si la habrá gustado, en si querrá repetir. Salgo de dudas enseguida, Andrea se tumba a mi lado, apoya la cabeza en mi pecho mira al espejo y dice:

-Amor mío, ha sido increíble, estaría haciéndolo a todas horas contigo-, sonríe.

Nos quedamos unos minutos mirándonos en el espejo, jamás esa imagen se borrara de mi mente, dos cuerpos desnudos, aun con convulsiones, aun excitados, amándose, deseándose apasionadamente, Andrea empieza a acariciarme la entrepierna, no tarda en querer ponerse dura, se la lleva a la boca para saborearla y en ese momento mi mente viaja fuera de mi cuerpo. Entro en el espejo, nos veo desde arriba, siento el calor que sube desprendido por los dos y contemplo tras el cristal como hacemos el amor otra vez, siempre distinto, como sus orgasmos, siempre apasionado.

Desde ese día cierro a menudo los ojos cuando estoy solo, vuelvo tras el espejo y nos veo tumbados en la cama, desnudos, sin dejar de besarnos y acariciarnos, con un brillo especial en los ojos, y el amor inmenso que aun ahora, un tiempo después, sigue creciendo día a día por ella. Una prueba en mi muñeca, medio corazón tatuado, ella tiene la otra mitad, cuando no vemos una vez al mes mas o menos los juntamos formando uno solo como nuestros cuerpos unidos por la pasión y el deseo, recordamos aquella primera vez con una sonrisa en los labios.





2 comentarios:

  1. Una historia de amor intensa y muy muy excitante..!!!!
    Realmente apasionante.

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