Siempre era la misma canción, el trabajo, los
niños cuando me tocaban y cierta desesperación al ver que a mis 45 años la
rutina podía con mi vida. Líos en la oficina, clientes no solo insatisfechos
sino también pesados y aburridos. Todo eso tenía que cambiar rápido o mi
cabeza explotaría sin remedio, junto con toda mi forma de vida.
A través de un conocido descubrí ciertos
chats en la red, que me sacaban de mis pensamientos negativos. Conocía mujeres
de otros países, casi siempre, con las que mantenía cibersexo a diario. Primero
solo escribiendo, más adelante con la webcam, lo que se hacía muy complicado ya
que escribir y masturbarse a la vez es difícil; por ultimo todo era con la cam, auriculares y micrófono. Ese tipo de sexo es frio y llegado el momento aburrido,
siempre lo mismo, sin sentir el calor humano, sin ese tacto que a mí siempre
tanto me ha gustado. No poder tocar a la mujer con la que estas manteniendo una
relación sexual es muy duro y más aun no sentir sus manos, sus labios, sus
pechos sobre mi cuerpo.
Pero es lo que tenía y me conformaba en
cierta manera, me daba libertad para tener fantasías, para desahogarme
cuando me apetecía e incluso me ayudaba en mi propia vida sexual, más bien
escasa, ya que viendo a algunas de esas mujeres en la pantalla del ordenador se me ocurrían cosas que jamás pensé hacer con una mujer en la realidad y mucho
menos que ellas quisieran.
Esto funciono durante un tiempo más o menos
largo. Después como todo, rutina y más rutina. Llegar a casa solo como casi
siempre, ya que tras el divorcio los niños me tocaban días sueltos y un fin de
semana si y otro no, conectarme al portátil, entrar en el chat, elegir con quien
quería jugar y 5 minutos después tener la polla en la mano machacándome como un
mono, también se hizo aburrido. Además descubrí que muchas de las cosas que yo
quería experimentar con mis conocidas no las gustaban, simplemente unas fingían
para tenerme contento, otras directamente me consideraban un salido de lo más
guarro y por ultimo algunas se cansaban por mi falta de experiencia en esos
juegos y me pedían que parase, un polvo rápido y cada uno para su casa sin
volver a tener contacto. Con esto que cuento parecerá que soy un ligón
empedernido, pues no es así, en realidad hablo de seis o siete mujeres repartidas
durante dos años, con las cuales mi única relación ha sido sexual y no
precisamente divertida en todos los casos.
Así que lo deje, aparque el portátil, me
borre de los chats e intente mantener una vida aburrida y triste sin hacer daño
a nadie. Como es normal esto tampoco duro y más en un hombre que desea tanto el
sexo que no sabe vivir sin él. Pase por el porno una temporada, por las citas a
ciegas otra, esto último fue un completo desastre, todos tenemos sueños con
mujeres y hombres de cuerpos perfectos, que en la cama sean casi como los
actores porno, que hagan realidad todas y cada una de nuestras fantasías; pues
bien, esto no existe y más en la red. Lo único que hay en ella, normalmente son
desesperados y desesperadas por un polvo rápido que mienten en los perfiles con
descripciones y fotos falsas, no dicen una verdad ni aunque los maten y a la
hora de quedar no saben ni cómo actuar. Si lo que buscas es follar se directo,
no te inventes un personaje, se tú mismo o misma, en esas citas no hace falta engañar
a nadie, todos buscamos lo mismo, sexo, sexo y sexo; con un poco de fortuna
será disfrutado por ambas partes, sin compromisos, sin problemas, esos ya los
tenemos en la vida cotidiana. Todos en algún momento queremos follar por
follar, olvidarnos del amor, de las relaciones y de todos esos conceptos
anticuados y absurdos, que tenemos en la sociedad actual.
Pues bien, como del tema se trataba mi
último intento fue hacer caso a uno de esos anuncios que nos invaden a diario
en las televisiones; una de esas páginas web en las que por un módico precio te
encuentran tu pareja ideal, cosa que en parte no deseaba, a no ser que fuera mi
pareja de juegos y pudiera llegar a enamorarme. Unas horas después de
registrarme empezaron a llegar mensajes de mujeres que querían conocerme, no
penséis que cientos de ellos, la verdad es que con los cinco o seis que
entraron en mi correo la primera semana yo ya estaba ilusionado.
El trato era muy directo sin restricciones,
todo mensajes instantáneos dentro de la página con conversaciones entretenidas,
otra forma de conocer gente nueva sin salir de casa. El único problema fue que
todas esas conversaciones eran parecidas, ellas buscaban algo serio y yo no
sabía muy bien lo que buscaba.
Un lunes al ir a trabajar, parado en un semáforo,
note como el móvil vibraba en el bolsillo de mi chaqueta, lo saque y abrí el
correo. Tenía un nuevo mensaje de la página de contactos en el que se leía:
Hola soy Andrea, creo que buscamos
lo mismo, salir de nuestra vida y vivir una fantasía.
Sinceramente me sorprendió lo directo que era
y más aun habiendo tenido ya unas cuantas charlas en las que la presentación
del primer mensaje era algo así como “Soy fulanita, me gustaría conocerte”. La
curiosidad me puedo y en el siguiente semáforo conteste:
Hola
soy José, ¿De verdad crees que sabes lo que busco?
Unos minutos después llego la respuesta que
yo esperaba:
Por lo
que pones en tu perfil y lo que se sobreentiende, sí, creo que me necesitas a
mi tanto como yo a ti.
Durante el resto del día mantuvimos una conversación
muy interesante sobre nuestros deseos, nuestras fantasías y que nos
planteábamos el uno al otro; resumiendo, follar para salir de nuestra vida
insípida durante unas horas, sin ataduras, sin riesgos, todo de mutuo acuerdo. El
asunto se calentó de tal manera que al terminar la conversación me sentía muy
excitado y tuve que desahogarme en los baños de la oficina, por supuesto
imaginándome a una mujer súper atractiva entre mis brazos, de larga melena
negra, sonrisa perfecta, con pechos redondos y apretados aunque no demasiado
grandes, con un culo duro, piernas largas muy definidas, atrevida y activa en
el sexo.
En realidad cuando termine me di cuenta de
que con Andrea solo había hablado de sexo y cuatro pinceladas de nuestras
vidas, como que los dos estábamos divorciados, que ambos teníamos hijos, lo que
nos costaba conocer gente no solo atractiva físicamente sino también
intelectualmente; el único inconveniente era que vivíamos a más de dos horas de
viaje el uno del otro. Esto último era un problema en parte, ya que ella podía quedar ciertas noches y yo en mi trabajo me podía escapar de vez
en cuando para ir a verla, con lo cual la única excusa para no vernos serían
las cuatro horas perdidas de ida y vuelta que separaban nuestras ciudades.
Los días pasaban, las conversaciones se
hacían más y más calientes, el deseo recorría la distancia que nos separaba a
toda velocidad, viajando por la fibra óptica de internet Nos mandábamos fotos
semi-desnudos, tocándonos en distintos lugares, algunas en nuestros propios trabajos. En
una semana saltamos de la red al móvil, donde la temperatura subió rápidamente.
No solo era una mujer inteligente y muy atractiva, también era divertida,
sensual, juguetona… La voz de Andrea era cálida, susurrada, ronroneaba para mí,
hablábamos de todo, siempre con algo de picardía para mantener esa tensión
sexual que tanto nos gustaba. Quedábamos en llamarnos a horas en las que nadie
nos molestara, para tener nuestro tiempo, para no tener prisa y sobre todo para
dejar que todo fluyera sin forzarlo. Empezábamos hablando del trabajo y
terminábamos contándonos nuestra última experiencia sexual con todo tipo de
detalles.
Pronto ese deseo empezó a dar paso a algún
sentimiento más profundo, a una necesidad de contacto, sentía que hacía años que
nos conocíamos, la complicidad entre nosotros era increíble, la química
especial y los momentos de sexo al teléfono muy excitantes. Pero las cosas no
habían surgido como esperábamos, ya hacía casi un mes de nuestra primera
charla, yo recorría Castilla y León por todas las ciudades y pueblos
presentando el nuevo producto de la empresa en la que trabajaba, nuestras
agendas eran muy difíciles de cuadrar, veía que nunca llegaba el momento de
estar juntos en la realidad y olvidarnos del móvil. A diario miraba una y otra
vez las fotos que me había mandado Andrea, no solo las más explicitas, también
las normales que todos tenemos en nuestro álbum particular, con amigos, de
cena, con la familia… Me gustaba mucho y por lo que me decía yo a ella también.
Un día sonó el teléfono de camino a León, por
trabajo, en la pantalla del coche apareció su nombre, accione el botón del
volante mediante el cual descolgaba y conteste:
-Hola Andrea, que sorpresa, no esperaba
escuchar tu voz a estas horas-, conteste amablemente.
-Buenas tardes José, sabía que estarías de viaje solo
y aburrido; pensé que algo de compañía te vendría bien para hacer más ameno el
camino- dijo Andrea desde el otro lado del teléfono con su voz suave.
-Se agradece guapa, hace demasiado calor y
estaba a punto de parar a refrescarme en algún bar de carretera-.
-¿De verdad tienes calor?, yo me estaba
quedando fría, sobre mi cama completamente desnuda-, dice ella casi en un
gemido.
Esa imagen recorrió mi mente como un rayo.
-Ummm, ¿Estas desnuda?, me gustaría verlo-,
intente picarla, quería que me enviara una foto tal y como estaba.
Unos segundos después el teléfono vibra, abro
el mensaje que me acaba de llegar y me encuentro un torso desnudo en
la pantalla. Sus pechos son más pequeños de lo que parecía en otras ocasiones,
pero los pezones son grandes, estan duros y tienen pinta de ser muy sabrosos,
me encantan.
-¡Guau!, que pinta tienen, ¿Me dejarías
lamerlos?-, la digo mientras siento en mi entrepierna el principio de una
erección.
El teléfono vibra de nuevo, es otra foto,
esta vez es su pubis, perfectamente depilado a excepción de una pequeñísima
parte muy bien cuidada y rasurada.
-Andrea estoy conduciendo, esto va a ser
peligroso-, le digo ya muy excitado.
-No hablare más ni mandare fotos hasta que
deje de oír el motor del coche, así que ya sabes detente y continuare-, el
silencio se hace al otro lado de la línea.
Miro en todas direcciones, sin encontrar
donde parar el vehículo, estoy en una autovía y no es tan fácil. Cambio a la
pantalla del navegador, veo que en cuatro kilómetros llegare a una gasolinera.
-En unos minutos puedo parar, ¿quieres seguir
mientras?-, digo muy exaltado.
-No, seguiré cuando pares, ¿A qué vas a León?-,
me pregunta.
-¿En serio, me has preguntado eso?-, me
mosqueo.
-José estas conducido, para el coche y seguiremos-,
contesta seria.
-Voy a una reunión a las seis de la tarde,
espero que dure poco y poder volver a la hora de la cena, esta semana no he
visto a los niños y me gustaría pasar un rato con ellos-, le cuento comprendiendo
el riesgo que corro.
-Me gustaría que vinieras a verme ya, hace un
mes que nos conocemos y aún no hemos tenido ese encuentro que tanto deseamos
los dos-, dice Andrea.
-Es complicado por la distancia, pero la
próxima semana me parece que me toca visitar a un cliente en Soria, muy cerca
de tu casa-, la digo entristecido y deseoso a la vez.
-En mi pueblo no aparezcas, quedaremos en la
capital y ya veremos que se puede hacer-, su voz suena triste también.
-¡Ya he paraaadooo!-, canturreo en el coche
para sorprenderla.
Entran tres mensajes seguidos, en la primera
imagen se pellizca un pezón, en la segunda se chupa dos dedos y en la última
solo aparece su boca entreabierta y la punta de la lengua húmeda y deseosa.
-Sácate la polla y colócala en mi boca-, su voz
ronronea de nuevo.
Miro a mí alrededor y compruebo que no hay
nadie cerca, desabrocho el cinturón y los botones del pantalón, meto la mano
dentro de bóxer y agarro con fuerza la ya completa erección.
-Como me has puesto, tengo la polla a punto
de reventar cariño-, digo sin dejar de mirarme la entrepierna.
-Me gustaría que estuvieras aquí conmigo,
quiero saborearla, llenar mi boca con ella, comerte entero-, la voz de Andrea
es un gemido susurrado.
–Mándame una foto, quiero verla mientras juego con mis
dedos-.
En dos segundos una foto de mi verga recorre
la red y llega a su teléfono móvil, no me puedo resistir y comienzo a
masturbarme.
-Así la quiero dentro de mí-, dice Andrea, -Tan
grande, gorda y jugosa, tiene que saber buenísima-.
-¿Te estas tocando cielo?-, la pregunto.
-¿Tu no?-, me contesta. –Tengo una mano en la
entrepierna y con la otra me pellizco los pezones desde antes de empezar a hablar, precisamente por eso lo he hecho,
dos orgasmos invadieron mi cuerpo hace
unos minutos pensando en nosotros juntos y quería contártelo para que me
ayudaras con los siguientes-.
Eso es una de las cosas que más me gusta de
ella sin conocerla en persona, siempre tiene ganas, siempre está dispuesta, el
deseo la puede, la pasión dirige sus sentidos, es como yo, delicada y a la vez
salvaje en el sexo, esto último lo suponia claro.
-José tengo los dedos tan mojados que se me
van a encallar, necesito que me folles ya-, la frase termina en un gemido
largo.
-Estoy deseándolo, monta sobre mí-, le digo,-
dame tus pezones quiero lamerlos mientras lo hacemos-.
Estoy tan excitado que incluso saco la lengua
como si los tuviera delante. Cada vez me masturbo con más velocidad, voy al
ritmo de los jadeos que escucho a través del teléfono, tengo que parar para no
correrme y es en ese momento cuando escucho un nuevo orgasmo. Mi respiración se
acelera, miro mi miembro deseoso de poder estar de verdad dentro de ella; prácticamente
siento su piel sobre la mía, cabalgando, sudando juntos, gozando. Por
el auricular suenan varios “SI” seguidos, Adriana estalla otra vez.
-Dame tu leche, lléname de ti, quiero
sentirte dentro de mí-, chilla por el teléfono.
-Si cielo, sí. Ya, córrete conmigo, no
puedo esperar más-, grito yo también.
Nos corremos juntos, la sigo sin remedio, no puedo parar de decirla
que la deseo.
-Ahora quiero que me comas, pero despacio mi
clítoris está muy sensible-, esto no tiene fin, es un placer para mis sentidos.
Imagino como abro con los dedos su sexo rosado, húmedo; siento
al acercar mi cara el calor que desprende, su aroma intenso. Paso la punta de
mi lengua con delicadeza por los labios mayores, después por los menores,
hundiéndome más y más en su cuerpo hasta dar un amplio lametazo saboreando los
jugos de Andrea, me detengo en el clítoris para masajearlo solo con la punta,
muy despacio muy suave, aumentando el ritmo a la vez que hago círculos sobre
él. Todo lo que imagino se lo voy describiendo por teléfono, escucho sus jadeos
y siento como mi erección empieza a hincharse de nuevo.
-Otra vez José, así, así, cómeme-, es su
entrada en éxtasis de nuevo.
Cuando termina creo que esta convulsionando.
-¿Quieres más?-, la digo.
-Túmbate boca arriba, quiero montarte otra vez-, dice
Andrea susurrando con la respiración entrecortada. –Quiero que sientas como
masajeo tu cuerpo con el mío, como aprieto mis pechos contra tus testiculos, como
paso mi lengua por ellos-.
Mi miembro vuelve a palpitar con fuerza entre
los dedos de la mano derecha, me masturbo muy lentamente, quiero disfrutar cada
segundo de la llamada.
-No voy a dejar que me penetres aun, solo te
utilizare para darme placer-, me dice.
-Hazme lo que más te guste, quiero saber si
eres capaz de tener más orgasmos, quiero escucharte gritar, quiero más de esto
que me estás dando-, prácticamente la suplico.
-Estoy lamiendo cada centímetro de tu piel,
me sentirás por tu cuello, por tu pecho, como muerdo tus pezones, como los
lamo, como beso tu abdomen, como saboreo tu rica polla, mientras me masturbo
sin cesar-, la voz de Andrea es de nuevo un gemido, tengo la sensación de
tenerla a mi lado. -¿Quieres verlo?-.
-Siii, eso quiero, verte-, contesto sin dejar
de tocarme.
Una foto entra en el móvil, la abro
rápidamente, Andrea está a cuatro patas sobre la cama, con una mano entre las
piernas, con los dedos dentro de su vagina; la otra mano sujeta el móvil frente
a un espejo.
-Métemela en esta posición-, me pide.
-Voy ahora mismo, lo deseo tanto, como me
gustas-, cierro los ojos decidido a eyacular otra vez en esa misma postura.
-No puedo parar, me corro-, chillo por el
teléfono.
-Yo tambien, dámelo lléname de ti-, escucho
en el mismo instante que los dos nos corremos de nuevo juntos.
Estoy agotado, rendido a los pies de esta
mujer que me da tanto placer por el móvil, ¿Cómo será estar con ella? Me
pregunto.
-José, otro, no pares ahora-, dice con voz
insaciable y tiene un último orgasmo.
-Andrea, gracias, ha sido una experiencia
maravillosa, fantástica y muy satisfactoria-, le digo.
-Para mí también cielo, espero poder hacer
nuestras fantasías realidad muy pronto-, dice ella.
-Princesa, tengo que seguir conduciendo o
llegare tarde a la reunión-, digo mientras intento que mi respiración se tranquilice.
-Me parece bien, pero te aviso de una cosa,
aún no he terminado recuerda mientras conduces que yo sigo aquí tocándome
pensando en ti y en lo que haríamos si estuviéramos juntos. Besos, no me
olvides-, se despide Andrea.
-Besos, mi niña, pronto estaremos juntos y
podre comerte, lo estoy deseando-, contesto y cuelgo.
Al arrancar el coche me doy cuenta de que con
tanto jadeo he empañado los cristales del coche de alquiler, ha sido
inolvidable, pero sobre todo muy sentido y vivido, creía tenerla sobre mí. Muchos kilómetros después, sigo pensando en Andrea en
las ganas que tengo de tenerla entre mis brazos, en los nervios por el que
pasara el día de nuestra primera vez. Durante la reunión no me concentro, en
mis oídos resuenan sus gemidos haciendo que en un par de ocasiones se me vuelva
a poner dura.
De regreso a casa, mientras mi
cabeza maquina como escaparme un día a verla, suena un mensaje en el móvil:
Ahora no puedo
hablar, ¿quiero saber si te ha gustado o esperabas algo distinto? Por si te
sirve de algo yo continúe donde lo habíamos dejado y he tenido dos orgasmos
más, no sé qué haces conmigo pero me tienes siempre mojada como una perra en
celo.
No tardo nada en contestar, jugándome una
multa o lo que es peor un accidente.
Ha sido fantástico y
sí, me ha gustado muchísimo. No hagas planes para el viernes que viene a medio día. Tengo un reunión allí ese día y voy a ir a verte. Vete pensando en que
hotel nos reuniremos y si puedes resérvalo ya.
Un par de minutos después entra otro mensaje
de Andrea.
Esta hecho, el hotel
será el Parador de Soria, he reservado habitación para ese día, no podremos
entrar hasta las doce de la mañana, ya sabes cómo funcionan estas cosas. Así
que te dará tiempo a tener tu reunión sin problemas. Ahora estoy excitada y
nerviosa uff.
La contesto y me despido de ella.
Yo también estoy
nervioso, pero no te preocupes sabemos lo que queremos y todo saldrá muy bien.
No podre llegar hasta casi la una de la tarde por lo de la reunión. Un
millón de besos.
En mi mente ya solo puedo pensar en estar con ella, ni siquiera puedo seguir conduciendo. Paro en la primera cafetería que encuentro y revivo todas la conversaciones anteriores con Andrea. Queda una semana para vernos y ya me tiemblan las piernas, pero estoy seguro de que será inolvidable.
J.M. LÓPEZ
Solo he dado un paseo, aquí hay que venir con tiempo, para leerte despacio, para sentir cada letra, cada palabra... volveré pronto, no puedo dejar esto a medias :-)))
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias, eso espero que me leas con calma y hacerte sentir cada palabra en la piel. Besos
ResponderEliminarTórrido relato para una tórrida tarde...quizás pueda igualar a Andrea...Muacksssss
ResponderEliminarGracias por el comentario, aquí también hace un calor horrible creo que va a ser bueno igualar a josé también.
EliminarBesos
Delicioso
ResponderEliminarGracias Andrea
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ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMe pilló leerlo en un sitio público,increíble... espero más....me encantó,gracias.
ResponderEliminarMe encanta algún día me contaras que paso en es lugar y cuales fueron tus sensaciones.
EliminarGracias besos