Hace
unos días me llamo mi amiga Blanca, según ella tiene algo para mí que con toda
seguridad no podre rechazar. Lo único que me ha contado es que el sueldo no es
mucho, que el trabajo no es duro y que lo único que tengo que tener es mucho
morro y desparpajo con la gente. De eso me sobra.
Hemos
quedado en un bar céntrico para tomar un café y poder contarme el resto de su
oferta.
Me
preparo en casa como si fuera a una entrevista de trabajo, traje chaqueta
ceñido para mostrar mis curvas pero a la vez muy discreto, no quiero que la
persona con la que tenga que hablar se piense que quiero ganarme el trabajo por
mi cuerpo. Zapatos de tacón de media altura y maquillaje suave.
Con
los nervios me presento en el bar media hora antes, después de dos cafés Banca
como de costumbre, llega tarde, tan sonriente y risueña como siempre.
-Hola
Carla, espero no haberme retrasado mucho ya sabes cómo está el trafico a estas
horas-, me dice con esa cara de felicidad que siempre la ha caracterizado vayan
como vayan las cosas.
-Tranquila,
hace un rato que espero, es culpa mía, por los nervios he venido demasiado
pronto-, contesto mientras me levanto de la mesa para darla dos besos.
-Estas
guapísima con ese traje, no hacía falta que vinieras así para lo que te voy a
contar-, no deja de mirarme de arriba abajo.
-No
es nada del otro mundo y me gusta arreglarme un poco cuando mi vida laboral
depende de ello-, la digo un poco mosqueada por su forma de observarme.
Blanca
es amiga desde hace muchos años, no ha sido nunca mi mas allegada de la
pandilla, es una buena chica pero me ha mirado un poco por encima del hombro
siempre y mas desde que empezó a trabajar en una multinacional de secretaria,
donde la pagan una pasta, básicamente por coger el teléfono y pasar las
llamadas a uno de los directivos de la empresa.
La
verdad que no se de que va esto, solo se que sea lo que sea la tengo que
agradecer que haya pensado en mi, sobre todo porque soy la que peor situación
laboral tiene de todas nuestras amigas. La mayoría están trabajando y la otra
que está en el paro acaba de cobrar una buena indemnización y tiene todo el
subsidio de desempleo sin tocar prácticamente, ya que se quedo sin trabajo hace
un par de semanas.
-Bueno,
me vas a contar de que va esto o vas a mantener la intriga un poco mas-, la
digo muy nerviosa.
-Perdona
cariño, no quería hacerte esperar-, se sienta en la mesa conmigo en el momento
que aparece el camarero, al que le pide un café. -¿Has oído hablar de
Tuppersex? ¿Sabes lo que es y en que consiste?-.
-Sí,
claro que se lo que es, el año pasado estuvimos todas juntas en uno ¿No lo
recuerdas?- me ha pillado por sorpresa, esto no me lo esperaba.
-Es
cierto, no recordaba si tu habías ido-, su sonrisa crece por momentos. –Pues
esa es la historia, hace unos meses me lo ofreció a mí una buena amiga y con la
congelación de sueldo de la empresa donde trabajo, vi la oportunidad de ganar
un sobresueldo. Así que llevo un tiempo haciéndolo, pero este mes tengo que
dejarlo ya que me trasladan a la oficina de Barcelona y no podre seguir con
ello-, la escucho con la boca abierta.
-¿Ese
es el puesto de trabajo que me querías ofrecer? Pues ya te puedes explicar algo
mejor porque no entiendo nada-, es cierto estoy muy sorprendida por lo que
estoy oyendo.
-No
te preocupes, yo te lo voy a contar todo con pelos y señales para que no te
asustes-, ahora es ella la que me mira extrañada por la cara de sorpresa que
tengo. -El trabajo consiste en
organizar al menos dos reuniones a la semana, normalmente los viernes y los
sábados por la tarde. Tendrías que comprar la maleta con todas las muestras de
los productos, aunque en este caso como yo lo dejo te quedarías con la mía y
así no tienes que gastar dinero-. Sigo con la boca abierta pero Blanca continua
con el discurso.
-Esta
maleta solo tiene muestras, no se pueden vender, la gente que vaya a las
reuniones paga cinco euros por cabeza, si no compran nada son para ti, y si
compran algo se les descuenta del precio del producto y tú te llevas una
comisión por cada uno-, está entusiasmada mientras me dice todo esto que a mí me
suena a chino, lo único que he entendido de momento es TUPPERSEX.
-Espera
Blanca, ¿Me estas pidiendo que venda consoladores y demás a gente que no
conozco de nada?, no se si sería capaz de hacerlo-, al decírselo agacho la
vista avergonzada, el camarero que trae el café de mi amiga me ha escuchado y
casi se le cae la taza de las manos.
Mientras
la sirve, me mira sorprendido y con una estúpida sonrisa en la cara, me
levantaría ahora mismo y le partiría la cara por idiota. Estoy demasiado
avergonzada para mantenerle la mirada así que fijo la vista en la mesa.
-Con
esa actitud no vas a poder trabajar en esto Carla-, me dice mi amiga que ha
notado lo tenso de la situación.
-Lo
siento pero no creo que valga para eso de ninguna de las maneras-, es lo que
siento en estos momentos.
-Cariño,
eres la que mas morro tiene de todas nosotras, tu actitud hasta que perdiste el
trabajo siempre fue alegre y positiva, eso es lo que más me gustaba de ti y es
precisamente lo que me ha impulsado a ofrecértelo a ti. Tenemos tiempo antes de
que me vaya para ir juntas a varias reuniones, en las que aprenderías y ya te
llevarías un dinero. En la última te dejaría a ti sola y así me demostrarías
que vales-, me dice muy acelerada.
-Espera
Blanca, creo que estas dando por hecho que voy a aceptar-, la digo con la
sensación de que ya me ha liado como otras veces.
-Carla
son unos mil euros al mes por seis días de trabajo, eso un mes flojo, también
te digo que yo el mes que más he sacado no he llegado a dos mil-, vuelve a sonreír
y se queda mirándome.
Ahora
sí que estoy con la boca abierta de verdad, mirándola a los ojos para ver si
detecto que algo es mentira, cosa que no
consigo, solo la puedo decir, -¿Donde firmo? ¿Cuando empezamos?-.
Banca
se levanta de la silla y me da un gran abrazo.
-Solo
una cosa más, cuando yo empecé pensaba como tu y único que te puedo decir es
que te va a gustar-, al abrazarme siento que es sincera.
-Gracias-,
es lo que me sale del corazón decirla.
-Aun
no me las des, nos esperan tres semanas de mucho aprendizaje y trabajo, eso
será lo más duro, mañana te llamo y te digo donde es la primera reunión-, tras
decir esto se acerca a la barra paga los cafés y se despide de mí con un gesto
de la mano.
Durante
toda la noche pienso en lo que va a ser mi vida a partir de ahora. Siempre he
sido muy abierta, pero con mis amistades, tener que hablar de juguetes sexuales
delante de personas desconocidas me preocupa.
A
las tres de la mañana me levanto de la cama, no puedo dormir, voy al salón,
enciendo el portátil y empiezo a buscar paginas de Sex-shop. Es increíble la
cantidad de cosas que hay, lencería, disfraces, consoladores para nosotras y
para ellos, lubricantes y un largo etc. Esto me agobia aun más.
A
las diez de la mañana estoy en la puerta de uno de estos establecimientos, muy
cerca de mi casa. No había entrado nunca en ninguno, cuando el dueño se dispone
a abrir las puertas se sorprende de que este esperando.
-Buenos
días, ¿Querías algo?- me dice.
-No
solo quiero mirar un momento-, le digo algo avergonzada.
-¿Qué
pasa no sabes lo que quieres? ¿Necesitas que te ayude?-, con estas palabras me
doy cuenta de que está acostumbrado a los clientes indecisos.
-No
de verdad, tengo que hacer un regalo y aun no me he decidido, gracias-, me invento
para que no me de la coña más tiempo.
Ya
dentro de la tienda me quedo alucinada, lo tienen colocado todo por secciones,
habrá más de dos mil productos distintos, no se ni por dónde empezar. Recorro
la tienda entera, aparte de los juguetes más normales también los hay de
distintos tipos según la perversión que cada uno tenga. En la zona de Sado me
quedo con la boca abierta, el dueño me observa y se acerca a mí.
-¿No
parece que esta sea una sección adecuada para ti? Aunque nunca se sabe-, sonríe
y me enseña varios tipos de fustas, de esposas y de trajes de látex muy ceñidos
y completamente negros.
Está
claro que no conozco el mundo de la dominación y la sumisión, pero tampoco me importaría probar ciertas cosas.
Escucho sus explicaciones, son muy sutiles, sin vulgaridades, es en ese momento
cuando me doy cuenta de que no es lo que presentes en una reunión, sino como lo
hagas y tengo más claro que nunca que he de aprender ciertas cosas. Le doy las gracias
por todo y salgo de la tienda convencida de que seré capaz de hacerlo.
Cuando
llega la hora a la que he quedado con Blanca, voy a su casa, nada mas abrirme
se da cuenta de las ojeras que tengo.
-Carla
¿Estás bien? Traes muy mala cara-, me pregunta preocupada.
-Estoy
genial, voy a necesitar mucho de ti y quiero empezar cuanto antes-, la contesto
con cara de sueño pero muy ilusionada.
Pasamos
toda la tarde con los productos que tiene en la maleta y los catálogos que
lleva a las reuniones. Una de las primeras cosas que aprendo es que lo que yo
he llamado toda la vida “consolador” no lo es, la manera correcta de llamarlo
es vibrador, que no debo decir polla, sino pene y muchas cosas más. Con el
nuevo vocabulario me siento mucho más segura. Quedamos tres días para mi
formación y el viernes para que asista a mi primera reunión.
Blanca
me pide que no hable a no ser que me pregunten y que si tengo alguna duda que
se la diga a ella en privado. Todo sale genial, eran mujeres que sabían muy
bien donde estaban, según se las presentan los productos ellas hacen sus
pedidos, que yo voy apuntando. Incluso son ellas mismas las que le piden a mi
amiga ciertas cosas que no han salido aun en la reunión. Me lo he pasado muy
bien y he aprendido muchísimo.
Cuando
terminamos vamos las dos a una cafetería cercana. Blanca revisa los pedidos y
prepara los albaranes, hace las cuentas y me da ciento cincuenta euros.
-Esto
es tu parte, mientras vayamos juntas lo repartiremos al cincuenta por ciento,
en la última reunión yo asistiré como clienta y todo lo que saques será para
ti-, al decirme todo esto una lagrima recorre mi mejilla.
-Gracias,
eres mejor amiga de lo que yo pensaba, te voy a contar una cosa. Con este
dinero pagare mañana el recibo de la luz, ayer me llego el aviso de corte por
impago-, rompo a llorar.
Blanca
con lágrimas en los ojos me dice.
-No
sabía que estabas tan mal, pero me alegro muchísimo de poder ayudarte-, se
levanta de la silla, se acerca a mí y me da un gran abrazo para consolarme.
Vamos
a unas cuantas reuniones mas, los grupos son muy diferentes, chicas jóvenes,
despedidas de soltera, hombres y mujeres juntos. Más o menos saco siempre la
misma cantidad de dinero, Blanca tenía razón con la media de ventas. Cada día
me hace intervenir más. Después de cada reunión repartimos beneficios y me
prepara para hacer todo el papeleo.
El
día de mi debut en solitario llega enseguida. Todo sale mejor de lo que
esperaba, he tenido una gran maestra y todo el mundo parece haber disfrutado de
mis explicaciones y de las historias que cuento para cada uno de los juguetes.
Un
mes después de la reunión con blanca en la cafetería, ella se va a Barcelona.
Aunque con algo de miedo por la falta de su apoyo, continúo con las reuniones.
Todo va muy bien, mis problemas económicos empiezan a solucionarse, ya hace un
par de meses que no recibo amenazas por parte de las empresas de cortarme el
gas, la luz, el agua. Empiezo a sonreír muy a menudo y a disfrutar de nuevo de
la vida. El dueño del sex-shop donde fui a investigar, coloca publicidad en su
tienda y me hace precios especiales según la cantidad de productos que venda,
con lo que los beneficios aumentan.
El
martes me llama por teléfono.
-Carla,
¿Cómo tienes el sábado por la tarde?, me acaban de pedir una reunión y he
pensado que si tu puedes-, me cuenta nada mas descolgar.
-El
sábado estoy libre ¿conoces a los que te han llamado?-, le pregunto, siempre me
gusta conocer a alguien del grupo un poco.
-Si
algunos son clientes, tienen una cena y quieren ambientarla un poco, ya me
entiendes-, le oigo una risilla a través de auricular.
-Esta
bien dame el teléfono y ya hablo yo con ellos-, nos despedimos.
Con
el número que me ha dado llamo enseguida, son un grupo mixto, de personas de
unos cuarenta años, suelen quedar a cenar en casa y quieren amenizarlo con un
poco de cachondeo. Les doy las tarifas y aceptan de inmediato, así que durante
el resto de la semana preparo una reunión para once personas de ambos sexos y
reviso las historias que suelo contar para que todo salga bien.
Un
día antes de ir hablo con blanca por teléfono, esta muy contenta de que todo me
vaya tan bien y me dice que leyendo un artículo sobre las bolas chinas ha
descubierto que aparte de utilizarse como juguete erótico, se utilizan como
instrumento terapéutico, muy valorado por los profesionales de la salud en la
corrección y prevención de problemas en la musculatura del suelo pélvico. Esto
me da una idea, antes de ir a la siguiente reunión cojo de la tienda unas
nuevas para probarlas yo.
Cuando
llego a la casa donde se celebra la cena, me abre la puerta un chico muy
amable, no ha llegado nadie más aun, así que doy por hecho que es el dueño de
la casa.
-Hola
soy Carla, la chica del Tuppersex-, extiendo la mano para saludarle, él la coge
y me da dos besos.
-Yo
soy José, no tardaran en venir todos, pasa al salón, ¿Qué necesitas? ¿Quieres
tomar algo?-, habla muy deprisa.
-No
gracias, solo necesito una mesa donde colocar mis cosas y un poco de agua para
que no se me seque la garganta-, no se porque pero yo estoy más nerviosa de lo
habitual, ¿Será porque llevo puestas las bolas chinas?
El
salón es muy grande y espacioso, lo normal en una casa es que tengan dos sofás
y en esta hay tres. José me ayuda a colocar la mesa de tal manera que todos los
asistentes puedan verme y oírme sin problema. Abro la maleta y empiezo a
colocar algunas cosas sobre la mesa. El me observa y noto en sus mejillas
cierto rubor al ver lo que sale de mi maleta.
Cuando
termino se va a la cocina, trae dos copas de vino blanco, me ofrece una y
brindamos.
-Por
una noche de diversión y buenos amigos-, se le ve contento.
Mientras
esperamos a sus amigos hablamos un rato, mientras le observo y voy viendo
muchas cosas que me gustan en el. Es alto, algo primordial para mi, lleva el
pelo rapado al cero, bajo las mangas de la camisa aprecio unos tatuajes, aunque
no distingo que son; le sobran unos kilitos pero es ancho de espaldas y los
disimula muy bien, creo que incluso se ha dado cuenta que miraba su abdomen y
ha metido tripa en ese momento. Es muy simpático, agradable, tiene la voz suave
pero contundente. Por lo que me cuenta trabaja en una fábrica cerca de la
ciudad, esta soltero y sin intención de buscar pareja, prefiere que surja lo
que sea cuando sea y con quien sea. Suena el timbre.
Sus
amigos entran en casa como una marabunta, vienen todos juntos y por lo que
parece con algunas cervezas ya encima. José me los va presentando a todos, son
cinco parejas, tan agradables como él y muy divertidos. Cuando comienzo mi
discurso están atentos a cada palabra, por sus comentarios se que alguno de
ellos y ellas ha estado ya en este tipo de reuniones, hacen que todo sea más
fácil, no me gustaban los grupos mixtos.
A
mitad de la reunión comienzan las ventas, en un momento dado me empiezo a
sentir incomoda, hace tres horas que tengo puestas las bolas chinas y hacen que
tenga una sensación extraña dentro de mí. Me disculpo un momento, voy al baño y
me las saco. Vuelvo con el grupo y continuo con la presentación de productos, José
no deja de mirarme a los ojos es el único que no dice nada, aunque se ríe tan
alegremente como los demás. Las ventas han ido muy bien, cuando recojo todo el
me acompaña a la puerta y baja conmigo hasta el coche con la escusa de que se
ha hecho muy de noche y no hay nadie por la calle en este barrio.
Después
de meter la maleta en el coche nos damos dos besos para despedirnos, arranco y
le veo en la acera mientras me alejo. Al mirar por el espejo retrovisor me doy
cuenta de que está haciendo me gestos para que pare, lo hago, el se acerca
corriendo a la ventanilla de mi puerta, bajo la ventanilla.
-No
te vayas, quédate a cenar con nosotros-, el color sonrosado de sus mejillas me
dice que le ha costado mucho hacerlo.
La
verdad es que no lo esperaba, pero me gusta la idea, además tengo mucha sed y
hambre después de tanto hablar. Aparco de nuevo en el hueco que yo misma había
dejado, subimos en el ascensor y al entrar en su casa los amigos nos miran
sorprendidos aunque contentos.
Lo
de quitarme las bolas chinas no se si ha sido una gran idea, cuando las tenia
puesta me sentía excitada y algo incomoda, ahora me siento vacía, húmeda y algo
cachonda, además la conversación de todo el grupo va sobre sexo y juguetes que
yo ni siquiera he probado, lo cual hace que el vacio en mi interior ansié algo
que lo ocupe.
Poco
a poco todos se van marchando, el último tramo de la velada lo he pasado
hablando con el anfitrión, mi excitación hace que poco a poco le vaya deseando
y el vacio en mi vagina quiere que sea él quien lo rellene. Decido pasar a la
acción y no esperar a que el, demasiado tímido, tome la iniciativa. Miro a
nuestro alrededor y descubro que las dos parejas que aún quedan en su casa
están en la cocina rellenando sus copas de vino, José y yo estamos sentados en
uno de los sofás frente a frente, me aproximo a él, muy despacio y le beso en
los labios, solo un pequeño pico. Al apartarme descubro un brillo especial en
sus ojos, creo que me desea y voy a hacer todo lo posible para comprobar hasta
qué punto.
Me
levanto, me agacho a recoger las copas que tenemos sobre la mesa baja que hay
entre los sofás, al hacerlo pongo mi redondo culito en pompa pasándoselo a
escasos centímetros de la cara, miro hacia atrás y veo de nuevo su deseo
reflejado en los ojos, me incorporo con las copas en la mano.
-Ahora
vengo, no tardo nada-, le beso de nuevo antes de ir a la cocina.
Al
entrar en ella veo que los amigos de José se están poniendo los abrigos, me dan
todos dos besos y van al salón a despedirse de él, abro otra botella de vino
blanco, escancio nuestras copas y cuando entro en el salón compruebo con
emoción que ya estamos solos.
Mi
deseo se hace realidad, José esta en el equipo de música, poniendo algo más
suave, me fijo que ha bajado un poco la intensidad de la luz, haciendo que el
ambiente sea muy agradable, dejo las copas sobre la mesita y me engancho a su
cuello para besarle con locura. Me agarra con fuerza de los glúteos y tira de
mí hacia arriba, le abrazo también con las piernas por la cintura quedando
suspendida en el aire mientras él me sujeta. Se gira y me apoya contra la pared
sin dejar de besarme en la boca y en el cuello.
Estoy
empapada, el efecto que han tenido las bolas chinas en mi vagina es increíble,
si me quito el tanga ahora estoy segura de que podría escurrirlo en el suelo.
José sin cambiar de posición empieza a meter sus dedos por debajo de la
minifalda que llevo puesta, los zapatos los lanzo lejos de una patada, acaricia
mi sexo y siente mi humedad. Deja que apoye los pies en el suelo, saca las
manos de mi entrepierna y con delicadeza coloca mis brazos sobre mi cabeza, es
como si estuviera atada con ligaduras imaginarias, me besa sin parar, bajando
sus labios por mi cuello, pasando entre mis hinchados pechos, sintiendo en las
mejillas la dureza de mis pezones.
No
deja de mirarme a los ojos, continua por mi abdomen, me suelta la cremallera de
la falda y el corchete que la ciñe a mi cintura, la deja caer al suelo, yo saco
los pies de ella. Me come a través del tanga, abro un poco las piernas, estoy
completamente a su merced, muy cachonda, el vacio continúa en mi interior y
quiero que lo llene ya.
Sube
la cara abriendo los botones de la blusa, los dos últimos los arranca de golpe,
no solo no me enfado, sino que esto me excita más, suelta el sujetador me lo
quita y lo lanza al otro lado del salón. Agarra con fuerza mis pechos,
prácticamente los estruja entre sus fuertes manos. Besa y mordisquea suavemente
mis duros y sensibles pezones, me derrito ante un hombre así, impetuoso pero
delicado a la vez. Sigo con la espalda pegada a la pared, cuando él se pone en
cuclillas aprovecho para bajar los brazos y apoyar las manos en sus hombros.
Mete
los dedos índices, uno a cada lado de la cintura, entre el elástico del tanga,
hace un giro con ellos para que se enrede la diminuta gomita y comienza a
bajármela muy despacio, me mira a los ojos, saca la lengua y da pequeños
lametazos en clítoris. Abro aun más las piernas, mirar hacia abajo y ver que el
hombre que deseas te lo hace de esa manera es fantástico.
Quito
mis manos de sus hombros y le agarro con fuerza de los laterales de la cabeza,
apretando con fuerza su boca contra mí, siento como la lengua entra y sale de
mi cuerpo, como absorbe mi humedad. Las piernas me fallan justo en el momento
de tener el orgasmo, se me doblan las rodillas, pero José, previsor ya me tiene
fuertemente sujeta por las nalgas. No puedo reprimir un grito de placer, será
la situación o lo que sea pero hacía tiempo que no era capaz de contener un
orgasmo en mi garganta.
Le
hago subir hasta mi boca para besarle, el sabor de mis fluidos es su lengua
hacen que aun le desee mas. Le llevo hasta el sofá, empujo su cuerpo, se deja
caer sobre los cojines, no me había dado cuenta de que ya no lleva zapatos. Un
bulto en la bragueta de sus jeans me hace sospechar lo dura que la tiene y que
aun tiene más ganas que yo de penetrarme. Pienso hacerle sufrir un poco.
Desabrocho
los vaqueros rozando adrede la erección, al palparla me doy cuenta de lo gorda
que la tiene, deseo subirme sobre él y metérmela hasta lo más profundo pero
creo que voy a jugar un rato antes de hacerlo y se muy bien que complemento
utilizar. Le termino de quitar los pantalones y me doy cuenta de que no lleva
puesta ropa interior, este tío es perfecto. El se saca la camiseta al mismo
tiempo, si que le sobran unos kilos pero la verdad es que esta mejor de lo que
me había imaginado y encima con un pene así lo que menos me voy a fijar es en
si tiene barriguita o no.
Me
pongo de espaldas a él, sentándome sobre el duro miembro, estiro el brazo y
cojo mi maleta, la abro, saco de ella un paquete en el que pone “Polla de
silicona con ventosa y mando a distancia”. Rompo el precinto rápidamente, al
sacarla de su envoltorio me doy cuenta de lo real que es el tacto, la pego
sobre la mesa. José me observa
alucinado, doy al botón de encendido, me giro hacia él, me inclino sobre su
erección y me la meto en la boca, hasta dentro de golpe, casi me ahogo ¡Que
burra soy! Le doy todo el placer que se con la boca, cuando oigo sus gemido, me
siento sobre el juguete que he colocado en la mesa, introduciéndola en mi sexo,
es increíble la sensación que tengo al estar penetrada por dos sitios a la vez,
tengo clarísimo que este cacharro va a terminar en mi culo mientras José esta
dentro de mi vagina.
No
me hace falta mirarle para saber que esta alucinando y disfrutando. No dejo de
tragarme su miembro, en un momento dado le doy el mando a distancia. Empieza a
jugar con los botones, hasta que encuentra la velocidad que me hace gemir como
una loca. Con semejante aparato en la boca tardo un poco en adecuar el ritmo de
mi respiración a la vibración del juguete de silicona. Cuando lo consigo la
vista se me nubla en un nuevo orgasmo, creo que he empapado la mesa.
Despego
la ventosa y como tenía pensado antes introduzco el chisme diabólico en mi
culo, hago que José se tumbe boca arriba, me coloco sobre él pero de espaldas
para que la ventosa se apoye en su pubis, coloco el glande en la entrada de mi
sexo, y dejo caer todo el peso de mi cuerpo así penetro ambos orificios a la
vez. Se que el esta apunto de correrse, así que acelero los movimientos de mi
cadera para darle placer y poder sentirle yo al mismo tiempo.
Me
siento completamente llena, noto como él ha puesto a velocidad máxima el
juguete, ¡Me va a reventar el culo! Pero de placer. Los músculos de sus piernas
se tensan, es donde yo tengo apoyadas las manos y en cuanto siento el líquido
viscoso y caliente inundar mi sexo dejo que mi cuerpo se vaya en un tercer
orgasmo maravilloso. Tras permanecer inmóvil unos segundos increíbles, le
arranco de la mano el mando a distancia y apago el aparato, no creo que tarde
en volver a usarlo.
El
esta aun erecto, me doy la vuelta y la dejo en mi interior sintiendo como su
tamaño va disminuyendo mientras le beso y le abrazo. Me quedo tumbada sobre su
pecho un buen rato.
-Eres
increíble, ha sido la mejor experiencia de mi vida-, dice José mientras
acaricia mi pelo.
-Nunca
había utilizado ninguno de mis propios juguetes,
pero si tú quieres tengo una maleta llena para que podamos jugar los dos a lo
que quieras.
Nos
fundimos en un larguísimo beso que es el pistoletazo de salida para la
siguiente experiencia inolvidable.
Tras
una noche completamente salvaje de sexo y nuevos descubrimientos, José me deja
dormir en su casa, no creo que hubiera sido capaz de conducir tras cinco horas
de semejante esfuerzo físico.
Al
despertar el no esta a mi lado, solo hay
una nota sobre la mesilla de noche, en lo primero que me fijo al leerla
es en que ha firmado con tres corazones rojos, ¡Que tierno! En la nota pone lo
siguiente.
Buenos días Carla, espero que descansaras un poco,
no he querido despertarte, estas preciosa dormida. He ido a comprar el
desayuno, creo que te parecerá bien un chocolate con churros, no tardo
mucho. Besos José.
P.D: Si necesitamos pilas avísame antes de volver.
J.M. LOPEZ
¡Vaya, vaya! Es lo que tienen las fiestas... que a veces acaban mejor que empiezan.
ResponderEliminarMe ha encantado. Solo puedo decir eso :-)
Es genial.
Besos de Pecado.
Como agradezco tus comentarios y el apoyo que me das. Eres grande.
EliminarBesos de pecado.
No conocía esa modalidad de venta... Parece entretenida. jejejej
ResponderEliminarSlds!!
Tampoco a mi me han vendido nada de esa manera, estaría muy bien.
EliminarMuchas gracias
Muy bueno!!! Yo soy asesora de tuppersex y me encantaría encontrarme con un anfitriòn asi.
ResponderEliminarEnhorabuena!! Como siempre me encantò!! .
Hasta el miercoles. :)
Muchas gracias, sobre todo viniendo de alguien que entiende del tema y me hace una crítica tan buena.
EliminarBesos.
Es la primera vez que leo un relato escrito por ti, me ha parecido excitante y fresco, además, también acudí a un Tapersex pero no acabó tan bien, jejjejje.
ResponderEliminarUn saludo.
Espero que sea la primera y no la ultima.
EliminarMuchísimas gracias por el comentario.
llegue de casualidad y ha sido un placer leerte, muy bueno
ResponderEliminarPues ni te vayas, quédate con mis relatos y tendrás mas placer.
EliminarGracias. Besos.